La desaparición de María Belén Bernal y su posible feminicidio perpetrado en las instalaciones de la Escuela de Policía de Pusuquí por su esposo, el teniente e instructor de la Policía Nacional, Germán Cáceres, evidencia de forma nítida que el problema no es el comportamiento machista y violento de un individuo, sino el modo de ser y operar de toda una institución. No es cualquier institución, estamos hablando de la Policía Nacional, supuestamente encargada de velar por el bienestar y seguridad de las y los ciudadanos que habitamos en este país.