Yo, que tengo la misma edad que Don Diego Oquendo, les tengo dicho a los verdugos de mis hijos: si ven que desvarío constantemente, si quedo en ridículo tres veces por semana y antes que cante el gallo; por dios, ya no me dejen hablar cualquier cosa, quítenme la computadora, bloquéenme el facebook y el twitter. Hay que envejecer con dignidad.
A estas alturas resulta inevitable asociar la imagen de Lenín Moreno con la de esos reyes debiluchos e improvisados que tienen que dar la cara por unos feudos sobre los que ya no tienen autoridad, y donde cada príncipe hace lo que le da la gana.
El coronavirus ha producido un nuevo cambio en la política ecuatoriana. Si el Paro de Octubre detuvo la implementación de la subida de los combustibles, la coyuntura actual es un shock que profundiza el autoritarismo y la escalada neoliberal.
Contra el coronavirus hay que lavarse las manos, dicen. En los suburbios de Guayaquil, con el agua que dejan los tanqueros, se bañan, limpian, beben, cocinan. El 7% de los guayaquileños no tiene acceso al agua potable. Y aunque esta pandemia no discrimina a quién infectar, al parecer sí lo hace en cuanto a quién decide matar: aquellos que son vulnerables por estilos de vidas precarios e insalubres.
El coronavirus está impulsando la digitalización. El Sur global corre el riesgo de convertirse en el perdedor de este proceso. Los países desarrollados tienen parte de la responsabilidad.
Existen muchas denuncias de que la educación virtual no cumplirá con las demandas de todos los estudiantes, se cuestiona la dificultad de acceder al Internet o a un medio tecnológico. Para aportar al debate ponemos en consideración no solo el acceso al Internet, sino cuál es el marco legal para poder exigir que muchos jóvenes no se queden sin su derecho a estudiar.
El jurista Luis Ávila Linzán, docente universitario e integrante del colectivo Acción Jurídica Popular, nos explica la letra pequeña de la controvertida Ley Orgánica de Apoyo Humanitario
¡Los banqueros unidos jamás serán vencidos! Precarizar el trabajo dicen. Retroceso de derechos de cien años, gritan. ¿Seguridad Social? Ni que esas fantasías sirvieran para algo. Y esperen nomás. Nuestra venganza será implacable con la otra ley urgente.
El ex ministro de Energía y Minas y ex presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Alberto Acosta, señala que la inversión real en salud cayó de 241 millones en 2017, a 175 millones en 2018 y a 110 millones en 2019. La caída del empleo se registra de forma sostenida desde el 2015, agudizándose cada vez más desde el 2018. El 62% de la PEA no tiene un empleo adecuado.
El 20 de abril, los países que viven del rentismo petrolero sufrieron un colapso drástico, ese día el precio del hidrocarburo, en los mercados internacionales, fue de –37 dólares (menos 37): los tenedores de petróleo pagaban para que se lo llevaran.
En los últimos días los recortes presupuestarios a los salarios a las Universidades Públicas desencadenó una serie de protestas por su restitución, ya que afecta el funcionamiento para la formación de personas de escasos recursos que ven en lo público la posibilidad de mejorar su bienestar y, al mismo tiempo, aportar a la sociedad con su trabajo.
No se entiende si por candidez o por cinismo, hay apologistas del sistema que están abogando por un capitalismo humanizado, más solidario y menos egoísta que nos prevenga contra futuras catástrofes. Al parecer, el coronavirus también tiene la virtud de develar la realidad a los fanáticos del mercado.
La guerra económica de EE.UU. y China va tomando el cariz de permanente. En el escenario de crisis, primero el gobierno chino acusó a EE.UU. de diseminar el virus en Wuhan usando soldados estadounidenses, ahora Trump le imputa a China.
La sorpresiva pandemia del coronavirus revela cuán frágiles son nuestras sociedades. De un día al otro el mundo se paralizó y quedó envuelto en el miedo. La actividad económica cayó aceleradamente. Muchas advertencias realizadas por años parecen convertirse en realidad.