Una antología de veinte años de labor artística, Objetos de duda y de certeza /2000-2019, exhibe Manuela Ribadeneira en las salas del Centro de Arte Contemporáneo hasta el próximo abril.
La expositora -quiteña de pura cepa, universal por su obra- es una sobresaliente personalidad del Conceptualismo en el plano internacional. Algunos trabajos suyos figuran en prestigiosas colecciones europeas, estadounidenses, latinoamericanas y nacionales.
El eje maestro de estas creaciones: objetos, instalaciones, videos, dibujos, acuarelas se concreta en la utilización de metalenguajes referidos a vivencias y reflexiones personales sobre temas, acontecimientos y episodios de importancia histórica para nuestro país y aún para el ámbito mundial. Desde la conquista de América y la Revolución Francesa hasta la década correísta.
No son revelaciones directas, dígase representaciones, las que hace esta pléyade de sutiles concreciones cuyos títulos, la mayoría al menos, aluden a ideas y convicciones que a veces son de dominio general y a veces reflejan más bien el mundo personal y la erudición de la autora.
La precisión formal con que cada obra ha sido elaborada y la pertinencia de su ubicación, acordada entre la artista y el curador, es lo primero que impacta al público, conozca o no de estos oficios. El espacio de cada sala -son cuatro en total- ha sido bien calibrado para potenciar el atractivo visual de las cuarenta piezas expuestas, que tienen variables dimensiones. Así el equilibrio espacial y temporal armoniza con las narrativas que se van urdiendo al recorrerlas, tanto más que se cuenta con un catálogo breve y suficiente para deducir lo que la artista se ha propuesto.
Este discurso plástico conceptual versa sobre el poder y sus excesos, sobre la propiedad y sus bemoles, violencias e inequidades, comportamientos y territorios, la maraña de la traza urbana quiteña, la polarización política y social inducida por el gobierno de Rafael Correa; entre otras cosas, versa también sobre la propia artista: su autorretrato es una especie de pelaje carmesí de blanda textura colocado entre agujas e hilos en una base de vidrio. “Es un selfie y nada más”.
Sobre el autoritarismo: AQUISEHACELOQUEDIGOYO, así en mayúsculas seguidas talladas en piedra, evocando el pasado reciente y “la creciente frecuencia con que aparecían conductas tiránicas en regímenes supuestamente democráticos.” (La obra data del año 2008…) Se trata, pues, de arte político de buena ley.
La maqueta de un fragmento de selva amazónica, que da título al presente comentario, remite al desenlace de la única guerra que hemos ganado como república independiente: aparte de la esquiva paz, 25 mil km2 de pérdida territorial y un premio consuelo: 1 km2 concedido como propiedad privada, pero sin soberanía. “Un monumento al absurdo”, como opina el curador de esta sugestiva y excepcional muestra, Rodolfo Kronfle.
“Este discurso plástico conceptual versa sobre el poder y sus excesos, sobre la propiedad y sus bemoles, violencias e inequidades, comportamientos y territorios, la maraña de la traza urbana quiteña, la polarización política y social inducida por el gobierno de Rafael Correa; entre otras cosas, versa también sobre la propia artista: su autorretrato es una especie de pelaje carmesí de blanda textura colocado entre agujas e hilos en una base de vidrio. “Es un selfie y nada más””.
*Arquitecto de profesión. Estudió la Maestría en el Instituto de Arquitectura de Moscú. Fue durante 43 años catedrático en la Universidad Central del Ecuador. Sus cátedras principales fueron Historia del Arte y Arquitectura; y Teoría de la Arquitectura. Dedicó cuatro décadas de su vida a la crítica y a la curaduría artística.
Fotografía principal: http://www.paralaje.xyz/
Fotografías obras de Manuela Ribadeneira: Arte sur.