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06 mayo 2013
Las luchas sociales contra la suscripción de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos marcaron gran parte de la conflictividad política durante la pasada década. Las movilizaciones populares fueron de tal intensidad que lograron torcerles la mano a los gobiernos de Gutiérrez y Palacio. No hay que olvidar, tampoco, que el proyecto electoral que llevó al poder a Correa se apoyó en los sectores y organizaciones que protagonizaron esas luchas.
No se trató, como equivocadamente sostienen algunos analistas, de una reacción ideológica y principista de la izquierda, que supuestamente se opone a todo lo que tenga tufo imperialista. Si se revisa la abundante literatura producida en aquellos años, se pueden encontrar argumentos económicos y sociales bien fundamentados para sostener una posición crítica. La fundación CORDES –que no tiene nada que ver con la izquierda– realizó un estudio que advertía sobre el grave incremento del precio de los medicamentos como consecuencia de un TLC.
Pero tal parece que estas advertencias no contaron durante la reciente gira del Presidente por Europa. Al menos eso se desprende de los anuncios hechos por el gobierno a propósito de la reanudación de las negociaciones comerciales con la Unión Europea. Y mucha menos atención se ha prestado al estudio publicado en 2011 por Fánder Falconí y Hugo Jácome –dos altos funcionarios del actual gobierno–, en el cual anticipaban la inconveniencia de un acuerdo multipartes con la UE en los términos establecidos.
Más bien da la impresión que la decisión de culminar en un acuerdo estuvo tomada desde hace mucho tiempo; tan solo hacían falta condiciones más favorables. Y la estrategia oficial para conseguirlas funcionó a la perfección: a la amplia legitimidad alcanzada en las urnas hay que añadirle la neutralización de las organizaciones sociales y de izquierda que podrían oponerse a la firma de un acuerdo… o TLC (el nombre da lo mismo: como se anunciaba desde un inicio, las condiciones impuestas por los europeos no variarán absolutamente nada en su parte sustancial).
Con este golpe de timón el gobierno ha dejado en la cuneta a varios de sus antiguos aliados. En un correo electrónico enviado hace pocos días, Ecuador Decide, una agrupación reconocida por su activismo en contra de los TLC, informaba que ha enviado cartas al Presidente y al Canciller (amigos personales de los remitentes) solicitando una aclaración a los términos de las negociaciones, y hasta la fecha no han recibido ninguna respuesta. “Mirad, Sancho, que los oficios mudan las costumbres, y pudiera ser que viéndoos gobernador no conocieses a la madre que os parió”, le decía Sansón Carrasco al célebre escudero cuando se ilusionaba con gobernar las ínsulas que le prometía Don Quijote.