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jueves, abril 17, 2025

Una religión llamada dolarización

Por Carlos Villacís Nolivos*

¿Saben cuál es la religión más numerosa en el Ecuador? Si usted pensó que es la Iglesia Católica, con entre 65%[1] y 80,44%[2] de seguidores, o que es la Iglesia Evangélica en sus distintas denominaciones, con entre 11,30%[3] y el 19%[4]… está equivocado. No me lapiden por lo que voy a decir, pero la religión con mayores seguidores en el Ecuador de 2025 es la dolarización.

Para empezar, se ha posicionado como una verdad incuestionable el que todos en el Ecuador creemos ciegamente en las bondades del esquema monetario: estabilidad monetaria, control de la inflación en niveles bajos (un solo dígito) y divisa fuerte para las relaciones comerciales y transacciones cotidianas, entre otros. Tal es así que hasta la fecha se repite como mantra en textos académicos, notas de prensa y conferencias que “el 85% de los ecuatorianos apoya la dolarización”, dato surgido de una encuesta de la empresa Cedatos de 2015[5]. Es posible que diez años después esta cantidad no haya variado mucho, ni hacia arriba ni hacia abajo.

De vuelta al tema, la pregunta obligada es: ¿por qué considerar que la dolarización actúa como si fuera una nueva religión? La dolarización es asumida hoy como incuestionable, como verdad indiscutible, como única opción de salvación… incluso tiene sus propios profetas que día a día llenan los espacios de entrevistas y los artículos publicados en medios de comunicación, desafiando abiertamente a sus herejes. Empezando por Mahuad, aparece una amplia lista de nombres mediatizados cual televangelistas, como Alberto Acosta Burneo, Mauricio Pozo, Walter Spurrier, Gabriela Calderón, Vicente Albornoz… ¿Tienes fe en la dolarización?

Escarbemos un poco más. La palabra religión proviene del latín religare, que significa reunir, atar o vincular. Pues bien, según declaraciones dadas por el gerente general del Banco Central del Ecuador, Guillermo Avellán[6], “la dolarización es el consenso nacional más importante del país”. Esto quiere decir que, en un mundo líquido, vacío de referentes, de anclas y de estructuras a las cuales asirse, la dolarización se presenta para los ecuatorianos como una razón de consenso, como en su momento fue el camino de salvación. ¿Cuántos países en el mundo pueden señalar que existe un consenso tan grande entre sus habitantes, respecto a un tema económico? En consecuencia, la dolarización cumple con el origen etimológico de la palabra ‘religión’: reúne, ata y vincula a las y los ecuatorianos, al menos a ocho de cada diez.

“La dolarización actúa como una religión porque se vende como verdad única e indiscutible, al punto que cuestionarla o dudar de ella es visto como un insulto, una ofensa e incluso una especie de herejía”

– Carlos Villacís

Sin embargo, el atrevimiento de poner a la dolarización en el saco de las religiones es más que un simple disparo al aire. En las últimas semanas, al calor de la campaña electoral por la Presidencia de la República, el tema de la dolarización, o de su contrario, la desdolarización, saltó a la palestra de la opinión pública. Pero, ¿por qué hablar con tal vehemencia de esto, 25 años después del inicio de su aplicación en Ecuador? El punto es tan álgido que incluso se ha disparado una conversación social amplia por ver cuál de las dos posturas políticas en disputa se presenta como la mejor defensora del modelo dolarizador. En consecuencia, el debate sobre la dolarización no puede entenderse sino solo en clave electoral. Por ello, en esa línea, un artículo publicado en Primicias del 1 de abril de 2025 titula con total claridad: “¿Por qué el fantasma de la “desdolarización” aparece en cada campaña electoral en Ecuador?”[7].

La dolarización actúa como una religión porque se vende como verdad única e indiscutible, al punto que cuestionarla o dudar de ella es visto como un insulto, una ofensa e incluso una especie de herejía. ¿Quién, es su sano juicio, puede cuestionar la validez del modelo dolarizador?

La reacción ante posturas críticas corrobora lo señalado. Los ‘antidolarizadores’ o los supuestos ‘desdolarizadores’ son ‘crucificados’ en los medios de comunicación, latigueados en las redes sociales y lapidados en el escenario político. Lo peor de todo es que los herejes niegan su herejía, pero los medios no los escuchan. Pruebas al cántaro. Por ejemplo, Diego Borja, candidato vicepresidencial de Revolución Ciudadana, ha sido cuestionado por haber escrito en la Revista Ecuador Debate Nro. 50 de agosto de 2000 -¿quién del mundo académico o político no ha leído esta revista?- un artículo titulado: “Una vía ordenada para salir de la dolarización y no morir en el intento”[8]. Cuando Diego Borja, escribió el artículo, la dolarización llevaba apenas siete meses de vigencia y en aquella época, la oposición al nuevo esquema monetario era mucho mayor, ¿o no recuerdan que una de las razones que motivaron la movilización social que terminó con el derrocamiento de Jamil Mahuad fue la resistencia a la dolarización planteada por su régimen? Entonces es necesario preguntarse: ¿alguno de los críticos leyó el artículo de Diego Borja?

El propósito de estas reflexiones no es defender a tal o cual personaje público, pero es necesario equilibrar el discurso. En el caso del artículo de Diego Borja, este debe ubicarse en el contexto adecuado para entenderlo, porque “un texto fuera de su contexto es un buen pretexto”. Más allá del título ‘vendedor’, la mayor parte de las 19 páginas del texto son un llamado a construir algo muy ansiado en aquel año y que parece ser invocado con fuerza en este 2025: consenso y sus variantes de reencuentro y unidad. Cito:

El Ecuador necesita en primer lugar, ponerse de acuerdo para superar el callejón sin salida en el que está inmerso. Esto implica resolver las siguientes preguntas: ¿hacia dónde dirigirnos? ¿cómo hacerlo? ¿qué papel juega cada uno? Las primeras respuestas en tal sentido son fáciles. Debemos dirigirnos hacia una situación de mayor estabilidad institucional, de mayor certidumbre económica y de mejor situación social. En lo inmediato esto significa: reactivación de la economía, aumento del empleo, mejoría en los ingresos, control de la inflación, acceso a los servicios indispensables de educación y salud y a los servicios básicos (agua potable, alcantarillado, luz eléctrica y telefonía), acceso al crédito para la producción y las inversiones de largo plazo de los hogares (vivienda), mejora de la productividad y de la competitividad en el mercado internacional. La segunda respuesta implica el inicio del diálogo, ya que es común escuchar que se está de acuerdo en los objetivos, aunque se discrepa en la forma de alcanzarlos. Al respecto, los principales puntos alrededor de los cuáles se deben generar los acuerdos sobre el cómo salir del atolladero son: a. Seguir con la dolarización u optar por un esquema monetario económico más consensual. b. Estructurar y ejecutar una política de reactivación, empleo, competitividad y productividad (…)[9].

“No es la primera vez –ni será la última- que los grandes e imaginarios fantasmas y monstruos se construyen de forma colectiva”

– Carlos Villacís

Más adelante, Borja parafrasea a Hausman, especialista en dolarización del BID: “la dolarización es una decisión altamente política y por tanto debe ser una decisión colectiva, dadas las enormes implicaciones para el conglomerado social. Esta medida genera perdedores y ganadores y cambia la estructura de la economía en un sentido significativo y de alguna manera incierto. No puede ser una decisión que se toma solamente sobre consideraciones de carácter técnico, y por ello el gobierno que torne esta decisión debe abrir una amplia discusión e impulsarla sólo sobre la base de un fuerte consenso político[10]. Punto de orden: ¿hasta aquí alguien detecta la herejía?

Y para cerrar con broche de oro esta citación del texto de Diego Borja, es posible concluir que el ser crítico del modelo dolarizador no significa ser partidario de dar saltos al vacío. Una vez más cito a Borja: “la salida pura y simple, fundamentada en el boicot por parte de ciertos grupos de presión, que ya se han pronunciado en contra, luego de ser los impulsores, puede ser altamente costosa para la gran mayoría de los ecuatorianos, y altamente lucrativa para los mismos sectores rentistas y especulativos que controlan las decisiones económicas en el país. Los costos básicamente estarían en la destrucción de ingresos, riqueza y ahorro (inversión) a causa de una nueva devaluación y de una aceleración de la inflación; y las rentas provendrían del cambio en los precios relativos que generaría una nueva alteración del esquema monetario, con la consiguiente posición favorable para quienes mantienen tenencias normalmente fuera del país en dólares”. ¿Se dan cuenta que es posible que más allá de las pasiones desatadas al calor del momento electoral, no hay razón para acusar a Borja o a cualquier crítico del modelo dolarizador de ser un boicoteador, muy al estilo de los que tienen en su cabeza Mr. Noboa y su gabinete?

Es más, diría que, en una actitud muy típicamente ecuatoriana, en este tema de la supuesta desdolarización como en otros temas, existe un modus operandi preocupante: alguien lanza una piedra mientras grita al acusado de un delito que seguramente no cometió, pero lo hace con tal fuerza que muchos a su alrededor empiezan a repetir el nombre del acusado y lo etiquetan sin pruebas del supuesto delito. Sentencia antes del juicio. No es la primera vez –ni será la última- que los grandes e imaginarios fantasmas y monstruos se construyen de forma colectiva.

La historia se ha repetido en varias ocasiones en la actual coyuntura electoral, contra la asambleísta Paola Cabezas, contra Rafael Correa, contra Ricardo Patiño, contra Luisa González… Más allá de que también considere que en algunos de ellos la manera como hablaron del tema perjudicaba directamente a la campaña de la candidata de Revolución Ciudadana (RC), la fuerza de la intolerancia para hablar es estos temas es preocupante. Al poder actual, que es altamente especulativo, le conviene alimentar un monstruo imaginario que asuste lo suficiente como para que los asustadizos se convenzan de su realidad, le tengan miedo y estén dispuestos a jugarse la vida para evitar que los toque.

Ante esto, les tengo una noticia. Durante un encuentro de varios expositores nacionales e internacionales organizado en Quito a propósito de los 25 años de la dolarización, todos alineados con el neoliberalismo, una idea estuvo presente en varios de los discursos: “la dolarización es un medio, es un instrumento, no es un fin”. ¿Lo leen bien? Ellos lo tienen claro, pero parece que una amplia parte de la población no. El fin de la economía ecuatoriana no es mantener la dolarización sino mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. En este propósito, por ahora, la dolarización es un instrumento, como el equilibrio fiscal. Es importante tener equilibrio fiscal en un presupuesto estatal, pero el motivo de tener una economía sana no puede depender de este equilibrio. El fin siempre supera al medio.

En consecuencia, la dolarización es un importante instrumento en la economía actual y por el bien de todas y todos, debe ser protegida y cuidada, pero si en algún momento, por situaciones extremas del ámbito nacional o internacional, esta debe ser cambiada por otro modelo más eficaz, deberían existir opciones que no podrían ser descartadas. Hay que recordar lo dicho por Diego Borja, cualquier salida futura debe realizarse por consenso, no de forma arbitraria.

“El sucre murió porque las y los ecuatorianos dejamos de confiar en dicha moneda”

– Carlos Villacís

La salud económica del país y sus habitantes depende en este momento del sostenimiento de la dolarización, pero no debe descartarse que el mundo será igual para siempre. El dólar no siempre existió ni siempre fue la divisa más fuerte del mundo, pero con las acciones demenciales del actual gobernante de los Estados Unidos y las reacciones en escalada que podrían producirse desde sus adversarios, ¿estarías seguro de que la fortaleza del dólar será eterna?

Por otro lado, el Ecuador necesita construir nuevos espacios de confluencia política, económica, social y cultural, en donde no quepan los estigmas ni proliferen los temas tabúes. La dolarización y su contraparte, la desdolarización, son un tema más y su discusión no debe ser polarizada ni prohibida. Es hora de cambiar el chip de nuestra cabeza, el mundo se ha transformado y se transforma mucho más rápido de lo que solemos darnos cuenta. Estar preparado en este mundo cambiante implica asumir riesgos en un escenario donde cada vez surgen más imprevistos. Por ejemplo, si la economía de los Estados Unidos implosiona y se acaba el dólar o este se desestabiliza al extremo que es desplazado del globo como referente, ¿nos servirán de algo los billetes verdes?

Para concluir, la base de un modelo económico sólido es la confianza. El sucre murió porque las y los ecuatorianos dejamos de confiar en dicha moneda. En Argentina, la convertibilidad –prima hermana de la dolarización- que permitió el canje aparentemente armónico entre pesos y dólares, se agotó una década después de su aplicación porque los argentinos perdieron la confianza en aquel modelo. La pregunta obvia es por qué se destruyó aquella confianza. Una posible respuesta es que la economía empezó a construirse cotidianamente sobre la base de una moneda distinta, que al ser más fuerte o tener mejor reputación, comenzó a captar la confianza de la gente. En el caso ecuatoriano eso pasó con el dólar y en el caso argentino, el experimento generó resistencias en amplios sectores de la población hacia el dólar, por lo que no optaron por la vía que sí se apostó en el Ecuador.

Sin embargo, la confianza real que permite construir una economía sana y dinámica no está en una moneda; esta es un poderoso instrumento, pero no es el fin. Dólar, sucre o peso, el mundo no gira alrededor de ustedes. La confianza duradera se construye sobre la base de una institucionalidad que responda a las necesidades de los seres humanos, sean individuales y colectivas. Con sociedades pobres, desiguales, corrompidas y reprimidas, no hay moneda que aguante y no hay modelo económico respetado. El Ecuador y la dolarización, de cara a sus próximas décadas de vigencia, debe reinventarse y pasar del modelo experimental en el que aún se encuentra a uno de madurez, a uno tan fuerte que incluso salir de él sea una posibilidad consensuada y con las herramientas que permitan su exitosa aplicación.

¿Estamos preparados para esta conversación?


*Es comunicador social. Ha desempeñado la docencia universitaria, el periodismo en medios de comunicación privados y públicos, trabajos de consultoría y ejercicio profesional en el sector público.

Foto de portada tomada de la web.

[1] Latinobarómetro, encuesta de opinión pública, 2024.

[2] Instituto Nacional de Estadística y Censos. Estadísticas de filiación religiosa, 2012.

[3] INEC 2012.

[4] Latinobarómetro 2024.

[5] Artículo de la BBC en español publicado el 9 de enero de 2020. Enlace: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50916554

[6] Entrevista realizada por el canal Teleamazonas a Guillermo Avellán, gerente general del Banco Central del Ecuador, el 27 de marzo de 2025 (Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=BLR_hekouvA), citado en artículo de Primicias el 1 de abril de 2025 (Enlace: https://www.primicias.ec/elecciones/ecuador2025/presidenciales/dolar-daniel-noboa-luisa-gonzalez-campana-dolarizacion-92915/).

[7] https://www.primicias.ec/elecciones/ecuador2025/presidenciales/dolar-daniel-noboa-luisa-gonzalez-campana-dolarizacion-92915/

[8] Enlace al artículo de Diego Borja:

chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/5215/1/RFLACSO-ED50-07-Borja.pdf

[9] Ibid 8, página 108.

[10] Ibid 8, página 109.

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Si, la dolarizacion no es una religión, al menos no para mi, pero quizás el articulista es muy joven y no vivió la época de las devaluaciones constantes, del control de la moneda por parte de las oligarquías, de la permanente reducción de los salarios, de los ahorros y de los especuladores de clase media que practicaban la gimnasia bancaria, mientras los grandes especuladores hacían todos los días su agosto. Eso en los años 90 y luego con la dolarizacion vivimos 25 años de estabilidad con altos y bajos y no es cuestión de caer en falacias de autoridad como hace el articulista sino en leer la historia. Por eso,NO A LA DESDOLARIZACION ni a sus defensores abiertos o solapados de la ROBOLUCION CIUDADANA caracterizados por su amistad con el dictador Maduro y por eso allí quieren llevarnos. HASTA LA MISERIA SIEMPRE.

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