21 julio 2014
El gobierno del Ecuador ha firmado un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Este acto político es de gran importancia para el futuro del país, y determina en gran medida hacia dónde camina la propuesta real del gobierno de la llamada “revolución ciudadana”, más allá de los discursos rimbombantes y contradictorios. Por lo pronto, vale la pena atender ciertas verdades que tratan de ser ocultadas para disfrazar la falta de coherencia del gobierno, que es lo mismo que decir la falta de coherencia del Presidente Correa.
1.- Sí es un Tratado de Libre Comercio
Desde las fuentes oficiales, insistentemente se dijo que se buscaba negociar algo distinto a un Tratados de Libre Comercio (TLC). Se habló de un “acuerdo para el desarrollo” que supere a los TLC, con lo cual se podría negociar algo más que normas comerciales, cuando es propio de los TLC tratar una gran cantidad de cosas distintas al comercio, las que convierten a estos instrumentos en nuevas reglas de nivel constitucional para los países dependientes.
El propio Presidente del Ecuador señaló que el cambio de nombre usado por la Unión Europea era una trampa:
“La Unión Europea puede darle el nombre bonito que quiera, pero la orientación que está tomando esto es llevarnos hacia un tratado de libre comercio, y eso no lo vamos a aceptar”.
Efectivamente, ahora mismo el gobierno sionista de Israel con su enorme poderío militar está masacrando al pueblo palestino y da a ello el nombre de “acción defensiva”; las mineras transnacionales pueden llamar “minería sustentable” a su continua destrucción de la biodiversidad; el derechista gobierno español puede llamar “Ley de Seguridad Ciudadana” a una norma represiva similar a las aplicadas en el Ecuador. Ciertamente no se trata de los nombres bonitos sino de la realidad que estos contienen.
Pero en el caso que nos ocupa, la “Europa de los empresarios”, como también se conoce a la Unión Europea, no tiene empacho de dejar de lado el nombre bonito y señalar que se trata de un TLC. Por ejemplo, en el folleto para “Comprender las políticas de la Unión Europea: Comercio” , se habla abiertamente de los Acuerdos de Libre Comercio y solo como parte de ellos, se menciona que los “Acuerdos de asociación económica combinan objetivos comerciales y de desarrollo”. En la página 6 del documento, luego de enlistar los contenidos propios de los TLC, señalan que:
“Los acuerdos de libre comercio también pueden servir para fomentar el desarrollo sostenible, la buena gobernanza y el respeto de los derechos humanos. Para que el comercio funcione correctamente, no basta con negociar aranceles más bajos para los exportadores. El respeto de la ley es fundamental para disponer de un marco jurídico previsible y estable. Por ello, resulta esencial abordar otros obstáculos al comercio”.
En otras palabras, el respeto a los derechos humanos solo importa si su violación es “otro obstáculo” al libre comercio. Así se expresó en la realidad al momento de firmar el Acuerdo de Asociación con Colombia, cuando los derechos humanos en el país suramericano no fueron un tema de interés real para los negociadores europeos.
Una vez firmados los Acuerdos con Colombia y Perú, estos se mencionan en el documento solo como “Acuerdos de libre comercio ya vigentes”. Pero más grave aún es que ese mismo nombre dan desde Europa al documento firmado por los emisarios del gobierno de Ecuador.
2.- En lo fundamental es lo mismo que lo firmado por Colombia y Perú
Otra evidencia de que no es más que un TLC está en el boletín mediante el cual la Comisión Europea anuncia la firma del acuerdo con Ecuador. Se dice, entre otras cosas, que tan solo nos unimos al acuerdo ya firmado por nuestros vecinos, en ambos casos por gobiernos abiertamente derechistas:
“En este día la UE y los negociadores ecuatorianos sellaron en Bruselas un acuerdo que permitirá a Ecuador unirse a sus vecinos andinos Perú y Colombia en su acuerdo comercial con la UE… Se acordó una serie de ajustes limitados al texto
del acuerdo para atender a la adhesión de Ecuador, pero sin que haya un cambio significativo en la ambición y el alcance del Acuerdo entre la Unión Europea y Colombia / Perú” .
Del lado ecuatoriano, se dice algo distinto en la forma, pero que igualmente permite ver que el punto de partida es el TLC de nuestros vecinos. El ministro de Comercio Exterior, Francisco Rivadeneira, ha insistido en que: «Tenemos que asegurarnos un trato especial y diferenciado, que nos den más de lo que les dieron a Colombia y Perú», aludiendo a que Ecuador es un país dolarizado y de menor desarrollo que sus socios andinos . Más de lo mismo no quiere decir que se firme un documento realmente diferente. Similar ha sido la expresión del Presidente Correa: “Hemos pedido umbrales mucho más altos que Colombia y Perú” . Umbrales más altos, quiere decir que se negoció lo mismo, solo cambian las cantidades. Es como si se vendiese el país (la relación no es del todo exagerada) y desde el gobierno nos dijeran que lo vendimos a mejor precio.
Y como todos los TLCs mantienen el mismo esquema, desde Colombia y Perú se consideraba en su momento que un resultado de la negociación era que tendrían igualdad de condiciones con países que ya habían firmado tratados similares con la UE como México, Chile, Turquía, Egipto, Marruecos, Israel, Jordania, Corea del Sur y los países del CARIFORUM. Es decir, que las condiciones de los europeos responden a un esquema único, en el que se pueden aceptar pequeños cambios para cada país, pero nada más.
En nuestro caso hay que considerar que la negociación se realizó en un momento de radicalización neoliberal de la mayoría de los países de la UE, de manera que nada que no encaje en su ideología podría haber sido negociado.
Es tan distinto lo que hoy dicen desde el gobierno si se compara con las críticas que desde la Presidencia y otros funcionarios se lanzaron al referirse a la firma del TLC de Colombia y Perú con la Unión Europea, que resulta difícil explicar el cambio. “El reciente acuerdo comercial que firmaron Ecuador y la Unión Europea (UE) luego de siete meses de negociaciones viene a corroborar el pragmatismo que caracteriza al gobierno del presidente Rafael Correa en el plano económico.” Y como se sabe, el pragmático es el que no se guía por principios sino el que considera “verdadero lo útil”.
Cabe entonces preguntarse para qué y para quién es útil este acuerdo. Y el propio gobierno nos da pistas: para ampliar la exportación bananera y otros productos ya tradicionales. En ello si coinciden con los voceros de la Unión Europea, que en la nota de prensa ya referida señalan que: “El acuerdo permitirá a Ecuador beneficiarse de un mejor acceso para sus principales exportaciones a la UE – la pesca, los plátanos, las flores cortadas, café, cacao, frutas y nueces”.
Los beneficiarios principales, por tanto, serán los grandes exportadores, Alvaro Noboa incluido. Los perdedores, los campesinos que realizan agricultura familiar, como lo demuestra ya la experiencia de nuestros vecinos. Habrá que ver qué límites de protección a los pequeños empresarios se permiten en las compras públicas, pero de las propuestas a favor de los migrantes que se propusieron hace cuatro años como requisito para negociar con la UE, ya no se escucha hablar.
Otra consecuencia negativa se presenta para la integración andina. “Bolivia se retiró de las negociaciones ya en 2008; demandó que la discusión se realice cumpliendo los principios de acción colectiva de los países miembros de la CAN, particularmente su decisión 667…” . Lo hoy firmado por el gobierno de Correa tampoco consideró esos principios y deja sola a Bolivia.
3.- Los beneficios serán para Europa y para los ricos
En 2006, Rafael Correa escribió: “La idea de que el libre comercio beneficia siempre y a todos, es simplemente una falacia o ingenuidad más cercana a la religión que a la ciencia, y no resiste un profundo análisis teórico, empírico o histórico”.
La afirmación se coteja con la realidad. Todos los países dependientes (o si lo prefiere el lector, subdesarrollados), han visto empeorarse sus condiciones comerciales tras la firma de los TLC y el cúmulo de promesas incumplidas por estos tratados, es algo que los caracteriza.
Un caso latinoamericano que vale considerar, para no entrar en más detalles, es el de México. Un análisis de hace más de un año, sintetizaba así la realidad: pese a 49 tratados, 80% del comercio de México es con Estados Unidos. En 20 años de acuerdos tampoco se ha crecido como se pregonó. Mucho menos hubo aumento de mejores empleos porque la desocupación se disparó. Se habla del aumento de las exportaciones pero mucho mayor es el aumento de las importaciones .
Datos similares pueden encontrarse sobre Colombia y Perú. Pero ahora el gobierno decide entrar en esa senda. Aunque se diga que se negoció distinto o mejor, el imperialismo europeo no firmaría algo que no les permita ganar más y participar mejor el reparto del mundo con las otras potencias imperialistas.
De hecho, en el documento sobre su política comercial ya mencionado, se refieren a la globalización como una realidad en la que “el crecimiento de potencias económicas como China, India o Brasil implica una mayor competencia no solo en términos de precio y calidad de los bienes producidos, sino también de acceso a la energía y a las materias primas.” (Página 4). De inmediato se dice que “… el libre comercio puede contribuir a sacar a la Unión Europea de su crisis actual…” y que si se llega a fin las negociaciones de libre comercio actualmente en curso, para la UE sería como incorporar el PIB de un país como Austria o Dinamarca (página 5).
La restauración conservadora la encabeza Rafael Correa
El mismo día en que el gobierno y las cámaras de la producción en coro lanzaban loas al tratado comercial con la Unión Europea, miles de obreros y trabajadores estaban en las calles de Quito luchando contra una reducción mayor de sus derechos y en contra de la propuestas de reformas constitucionales que anulan el espíritu de la Constitución de Montecristi.
Un TLC en condiciones neoliberales es lo que el pueblo impidió frente a las negociaciones con Estados Unidos y se opuso siempre al ALCA. Hoy sus organizaciones y la izquierda se mantienen en esa posición y saben que el imperialismo europeo no es menos neocolonial que el imperialismo yanqui. La derecha, por el contrario, decía que sin esos tratados el Ecuador no tenía futuro, tal y como hoy lo insisten en dúo con los funcionarios gubernamentales, algunos de los cuales estuvieron en oposición al ALCA y los TLC.
TLC con la Unión Europea, nuevo Código laboral para eliminar derechos, reformas constitucionales para reducir al máximo el derecho a acciones de protección, código penal para criminalizar la protesta social, la violenta acción para obligar a un voluntario de la Fundación Pachamama a abandonar el país, son solo parte de un largo conjunto de acciones gubernamentales en las que apenas tiene diferencias de forma con la derecha tradicional. El presidente Correa sabía de lo que hablaba cuando anunció el peligro de una restauración conservadora: él mismo es quién la comanda.
Excelente artículo. La ong para que trabajo quiere organizar un debate en Bruselas sobre este tema en estos días. Cómo podemos obtener el documento de negociación. Gracias de antemano por su respuesta.
Consuelo Pérez Rendón.
Coordinadora Red de desarrollo Bélgica – América Latina.