No se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo.
Che Guevara
Durante los 14 años que tiene el comandante Chávez en el gobierno se han realizado 15 procesos electorales de los cuales solo se ha perdido uno, lo cual indica la solidez con que se ha mantenido el proceso bolivariano a pesar de desarrollarse en el marco de una democracia burguesa cuyas implicaciones son siempre favorables a los intereses capitalistas. Aun así tendríamos que preguntarnos: ¿qué vimos el 7-O? Es incuestionable el alto índice de participación (80%) de los venezolanos en las elecciones del domingo 7 de octubre, dando como ganador al presidente Chávez, con un 55%, frente al candidato de la burguesía Capriles Radonski, con 44%. Estos resultados nos reflejan el importante apoyo de la clase trabajadora –sobre todo los sectores más pobres de esta- y demás sectores explotados quienes sabían cuál era la carga histórica de las pasadas elecciones, qué significaba ganarlas y a quien se le imponía por medio de los votos el presidente Chávez. Sin embargo hay que resaltar que la derecha logró una importante votación que nos debe llamar a la reflexión, ya que en nuestro país no existen 6.5 millones de burgueses. Si bien no se lograron 10 millones de votos que hubiesen significado una victoria contundente, quedo claro que el presidente Chávez cuenta aun, luego de 14 años, con un apoyo muy grande en Venezuela captando más de 8 millones de votos, de los cuales 1.8 millones no fueron por la tarjeta del PSUV, sino por las diversas tarjetas del llamado polo patriótico, que a su vez se sustenta en gran medida por las organizaciones políticas y sociales a nivel nacional que se movilizaron antes y durante toda la jornada electoral.
¿Qué significa esta victoria?
Se demostró que gran parte de la población venezolana quiere una verdadera transformación social, cosa que no será nada fácil, y que para lograrlo tendremos la obligación de enfrentar y vencer en un desafío histórico a la burguesía, dueña de los medios de producción, es decir dueña del 70% del PIB, lo que se traduce en 287 mil millones de dólares, cifras que son imprescindibles de estudiar y analizar críticamente. Por otra parte, otro de los desafíos que surgen como una tarea urgente es fulminar, tanto política como ideológicamente, a la dirigencia oportunista y de claras practicas derechistas anclada fuertemente en las principales direcciones de las instituciones del estado Venezolano, que no hacen más que consolidar el burocratismo y la corrupción, decepcionando y desmoralizando al poder popular. El presidente Chávez tiene la tarea de reconocer, más con hechos que con palabras, el gran esfuerzo que se hace desde las los organizaciones políticas y sociales para consolidar el proceso bolivariano, tanto en lo teórico como en el trabajo practico diario. También tiene la tarea de profundizar en la crítica y en la rectificación para cambiar la metodología de trabajo de las instituciones y dejar de una vez por todas las relaciones mercantiles institución-pueblo, para que pase a ser una relación mucho mas honesta y coherente con lo que verbalmente se pregona: “el socialismo”.
Diálogo con la burguesía
La historia del capitalismo nos demuestra que los burgueses y sus gobiernos (operadores políticos) imponen sus intereses de manera hegemónica, es decir usando la fuerza y adoctrinando a la población, lo que se traduce en una mezcla de miedo (represión) y consenso (por la ideología burguesa) que los mantiene en el poder. Sin embargo la hegemonía no significa dominio absoluto, por lo que pueden surgir gobiernos populares como el del Comandante Chávez, pero que por no tener verdaderamente el poder serán susceptibles a una conciliación con la burguesía. Que tanto se avanza o se retroceda dependerá de la correlación de fuerzas y de la voluntad política esa vanguardia.
Los resultados del 7-O nos demostraron también que, aunque el proceso bolivariano sigue contando con un importante apoyo popular, se ha perdido un 9% de aceptación que ahora le apuestan a la opción derechista. Esta pérdida es producto del desgaste que viene sufriendo el proceso, por dos cosas fundamentales: primero, la ineficiencia y corrupción en la gestión de muchos gobernadores, alcaldes y otros funcionarios “bolivarianos”, y segundo, los flagelos del capitalismo que siguen golpeando al pueblo, como la inflación y la violencia. En este contexto de desgaste y de una correlación de fuerzas menos favorables a años anteriores, aumenta las posibilidades de una negociación con la derecha. Ante esto debemos ser tajantes en que no se puede negociar con la burguesía y mucho menos prescindir del carácter socialista que debe tener una verdadera revolución.
Aun así, la derecha sabe muy bien lo que logró en las pasadas elecciones. Ha venido incrementando sus fuerzas desde hace unos 6 años cuando desecharon (no todos, claro está) la tesis golpista, al darse cuenta de que el chavismo no es infalible electoralmente. Su plan es a mediano y largo plazo. “Perdiendo también se gana”, dirán en estos momentos en las cúpulas de la MUD, a pesar de que sus bases estén desmoralizadas por hacerles creer que Capriles ganaría. Además, no habría mayor éxito para la derecha y el capital que sacara un gobierno que se proclame socialista por los votos. Esto les daría una legitimidad enorme, muy propicia para reprimir abiertamente a los movimientos y organizaciones revolucionarias.
Las cosas no están tan favorables como en años pasados, sin embargó, como lo dijo el comandante Chávez luego de la victoria, citando a Marx: “la teoría revolucionaria se transforma en una fuerza material cuando se empodera de las masas”. Esto lo podemos interpretar como que las ideas socialistas enarboladas por el proceso bolivariano se han transformado en fuerza material. Este debe ser el acicate para no conciliar, para ir hacia delante, para tomar medidas de corte socialista, que serán una única alternativa de recuperar las fuerzas perdidas.
Por lo tanto los próximos seis años serán de profundización o de una fuerte conciliación con la burguesía. En este sentido cabe la pregunta: ¿de qué depende profundizar? sin duda, de la capacidad organizativa de la clase trabajadora y el pueblo en general, de las exigencias que hagamos como clase para que se tomen medidas realmente socialistas, de la depuración de buena parte de la burocracia roja, oportunista y corrupta en diversas instancias de gobierno, de la necesidad de fortalecer la conciencia de clase para hacer menos difícil la transición al socialismo, tomando en cuenta que como decía el camarada Gramsci “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”.
Hechos no palabras
El plan de gobierno para el periodo 2013-2019 es una buena carta de navegación para este periodo, sobre todo con las circunstancias con las que tenemos que lidiar, nada fáciles por cierto. Son muchas las políticas allí plasmadas, que si realmente transcienden el papel y se convierten en realidad, facilitaran las cosas. Medidas como generar relaciones de producción de carácter socialista, es decir, el control obrero en los medios de producción más estratégicos de la economía venezolana, son un excelente punto de partida. Eso si, habría que definir estos medios estratégicos. Nos atrevemos a decir que estos tienen que ser: la industria petrolera, las industrias que generan los servicios básicos (agua, energía eléctrica y telefonía), la agroindustria, la banca privada y el comercio (importación y distribución). Si no se dan pasos certeros y firmes en estos sectores estratégicos, no podremos avanzar hacia el socialismo.
Además el “poder popular” debe dejar de ser una frase que adorne los nombres de los ministerios y los pseudo-discursos de oportunistas, para convertirse realmente en el papel protagonista de la clase explotada, organizada en las comunidades, en las instituciones, en las universidades, en los medios de comunicación, en la empresas y cualquier otro espacio donde tenga que ejercerse el poder de clase.
Las elecciones regionales y el que hacer de la vanguardia revolucionaria
En diciembre se celebran elecciones para gobernadores y diputados a los consejos legislativos, y luego en abril para alcaldes y concejales. Estos nuevos comicios vislumbran un mapa menos teñido de rojo. A pesar de que el presidente Chávez solo perdió en 2 estados (Táchira y Mérida), el pueblo bolivariano no se movilizará con el mismo ímpetu y entusiasmo que en las presidenciales, una razón obvia es la abstención característica para este tipo de elecciones (mayor a las presidenciales), pero no menos importantes -y que ya lo hemos señalado- es el desgaste del proceso gracias a muchos rojo-rojitos en las regiones y localidades, que con practicas derechistas, ensucian el nombre del socialismo. Sigue la imposición de candidatos, y solo en pocos casos hay dirigentes de base o con trayectoria revolucionaria, que logran entrar en esas denominaciones por “cooptación”.
El reto que tienen los movimientos revolucionarios -que por su carácter au tónomo y críticos, se atreven a cuestionar las prácticas derechistas de los falsos revolucionarios, sin que les falte el respectivo calificativo y de una vez por todas, son cuestionados de escuálidos o contrarrevolucionarios- debe trascender la mera critica, la denuncia y la tarea electoral. El reto es -ahora mas que nunca- el trabajo de base, el trabajo en el sindicato por mejoras salariales y organizando a los trabajadores contra los patrones; es promoviendo los consejos de fabrica y el control obrero, los consejos comunales, campesinos y estudiantiles, es la batalla de las ideas para ganar hegemonía cultural por medio de la conciencia de clases, es realizar propuestas realizables y factibles de gobierno, es hacer análisis correctos de la realidad e identificar los puntos neurálgicos de la lucha, para no dilapidar esfuerzos, es impulsar el plan de gobierno propuesto por el presidente para el periodo 2013-2019, es combatir a la derecha en cualquiera de sus trincheras, en fin, es ir ganando terreno en la lucha de clases, porque el espacio que no ocupamos nosotros lo ocupa el enemigo. Y el tiempo es corto.