La Clase
10 Marzo 2014
Soy de la generación de estudiantes de los ochenta que tantas luchas protagonizó en la llamada década perdida. Milité en grupos de izquierda desde el bachillerato hasta la universidad. Participé en marchas y protestas en defensa del pasaje estudiantil, en contra de la masacre de El Amparo, de la represión al sacudón, del paquete de medidas neoliberales. La mayoría de las manifestaciones de aquella época eran pacíficas aunque recogieran mucha indignación y malestar contra el poder. Aunque algunas terminaban en disturbios y enfrentamientos con la policía en los que había piedras, bombas molotv y armas de fuego (en ambos bandos). Pero a pesar de ello, siempre defendimos el derecho a la protesta. Nos indignábamos cuando los medios solo cubrían los disturbios violentos y llamaban a los manifestantes desadaptados. Protestábamos y alzábamos la bandera de los derechos humanos ante cada atropello, cada asesinato, cada detención.
Ahora miro con sorpresa como algunos de los que militaban en la izquierda de aquellos años, que están en el gobierno, justifican o niegan los excesos de la Guardia Nacional o del SEBIN. Y peor aún, veo con estupor cómo en las filas del “chavismo crítico” todos/as permanecemos callados/as.
La lógica amigo-enemigo, del si no estás conmigo estás contra mí (con el imperialismo y los “paracos”) se ha instalado entre nosotros/as. Las “exigencias de la coyuntura” han devenido en una lógica macabra en la que justificamos cualquier cosa. O, en otros casos, permanecemos callados/as por temor a sufrir un linchamiento moral por miembros de nuestras propias filas.
No querer ver, no querer oír, no querer hablar. Todas las fotos y todos los videos de guardias reprimiendo son montadas. Todos los manifestantes son fascistas. Los únicos muertos lamentables son los del chavismo. Los funcionarios policiales identificados eran infiltrados. Los Guardias Nacionales que han reprimido violentamente solo estaban respondiendo, los provocaron, se salieron de sus casillas, recibieron demasiados insultos, llevaban doce horas bajo el sol.
¿Por qué sacan a la calle a la Guardia Nacional? ¿Acaso no existen cuerpos del Estado destinados a controlar manifestaciones (pacíficas y violentas)? ¿Acaso no reciben entrenamiento para eso? ¿Para qué está la Policía Nacional? ¿De qué sirvió el inmenso esfuerzo de la Comisión de la Reforma Policial? ¿Para que se inventó la Universidad Experimental de la Seguridad?
Mientras escribo esto echo de menos un gesto como el de Vanesa Davies cuando denunció los desmanes de la Guardia Nacional en la tragedia de Vargas. ¿Dónde están los periodistas de investigación? ¿Dónde está la gente pensante y con criterio propio que no se conforma con repetir consignas? Dónde los/as intelectuales, pensadores/as y articulistas capaces de hilar fino en su discurso, de distinguir las prácticas de los opositores moderados, de los opositores violentos, de los líderes que llaman a la insurrección, de los no opositores que están descontentos con la inseguridad o la escasez, del Estado y sus cuerpos de seguridad, cada uno con sus responsabilidades específicas. ¿Dónde está el chavismo crítico? ¿Dónde están los militantes capaces de ser consecuentes con sus principios en toda circunstancia? Todos estamos mudos.
27 de febrero de 2014