A pesar de que pretenden convencer a ciudadanos entusiastas, adormecidos por las mágicas flautas de los medios y pese al silencio conveniente de los opinólogos profesionales del país, no es difícil reparar que las funciones del nuevo vicepresidente no estarán sujetas a encargos sin transcendencia, como ha sido la usanza en este gobierno.
Lo más seguro es que a la autoridad recién nombrada le asignen tareas encaminadas a terminar de desvirtuar el programa político marcado en los lustros anteriores. También servirán para poner en evidencia las nuevas lógicas por las que se empezará a regir el gobierno en una segunda etapa que se abrirá a raíz de las elecciones seccionales, y desde la cual, de seguro, ascenderán las opciones políticas que fueron relegadas hasta su casi extinción durante el proceso histórico que hoy parece moribundo, cuadros que en la actualidad asoman con evidente sed de venganza.
No es casualidad que el partido político que representa el socialcristianismo, en cuyas últimas elecciones no tuvo otra figura más que el actual y casi eterno alcalde y que estuvo al borde de su declive, hoy arribe con representación a nivel nacional en cada parroquia del país. No es casualidad que el consenso de poderes económicos y mediáticos haya empujado e impuesto al actual segundo mandatario. No es casualidad la tenaz y masiva ideologización perifoneada en los parlantes de la radio y la televisión por el corillo de los periodistas más descarados, que asumen un rol que evidentemente no es comunicar. Todo esto permite augurar los peores vaticinios.
Discrepo con el negativismo de quienes consideran que el actual vicepresidente merodeará por corto tiempo los pisos de Carondelet. No, nada de eso. Lo más probable es que su permanencia sea larga y estable, pues los padrinos que impulsaron su candidatura en la terna y lo posicionaron hasta ubicarlo en el cargo en que se encuentra, lucharán por mantearlo ahí, empujando sus espaldas y agarrados a sus hilvanes. Y el pupilo no podrá fallarles en el propósito; será él quien allane el camino para el ascenso definitivo de la derecha al purgar dentro del régimen todo cuadro que huela a izquierda.
El nuevo vicepresidente ha sido aupado de forma descarada por todo el sector liberal, tanto por las élites políticas como por el entorno mediático (los hábitats naturales del recién designado). El nuevo segundo mandatario es el producto de la cópula incestuosa entre el poder político, los medios de información y los sectores económicos más pudientes, que han accedido al poder por la puerta trasera. Hoy se encuentran encaramados y será difícil, en su arremetida, quitarles las ansias de mando. Las funciones del nuevo vicepresidente definirán la historia de los meses por venir y de seguro inclinarán la balanza hacia el lado de las élites en los procesos de las elecciones cercanas y mediatas.
El principal objetivo de la nueva alta autoridad será preparar el camino para la arremetida de una derecha que ha tomado un segundo aire y que avanza despiadada sin que el gobierno, estéril e indiferente, logre comprender sus alcances. A estas alturas, no podríamos esperar mucho del Presidente, dócil y a merced de las contingencias, en un gobierno improvisado, que al mismo tiempo se fabrica y destruye a tropezones, sin programa, sin norte y sin ideología.
* Escritor (Ecuador, 1987) @diegomaenza