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Lunes 10 Febrero 2014
Una elección suscita interés, motiva por la cosa pública, invita a definirse ante candidatos y partidos; puede ser una escuela de la democracia y de formación cívica, de pensar en el colectivo y el bien común. Las organizaciones políticas deben ofrecer ideas que invitan a pensar y a definirse; que suscitan debate. Si no es así, los ciudadanos se desmotivan, pierden interés por la política.
En el mundo hay ahora menos interés por elecciones, partidos y candidatos, todos serían lo mismo, su credibilidad baja. Paralelamente, crece el desinterés si hay fuerte institucionalización de la vida política que deja sin margen de acción a los políticos. Algo similar acontece cuando ya se saben los resultados posibles o si hay tendencia a reducir o eliminar el debate político y la política se reduce a simple gerencia, como pasa con lógicas autoritarias, que despolitizan a la política, al volverla administración de cosas, aparentemente técnica, cuando se trata de opciones humanas que requieren debate y pluralismo.
Guayaquil al parecer está con un porcentaje “normal” de indecisos. La polarización política alimentada desde hace meses o años y una creciente propaganda para disputar fuertemente al electoral guayaquileño suscita interés y definiciones. Quito, una ciudad politizada, en contraste, está con un alto nivel de indecisos y viviría cambios en la tendencia del voto. ¿Por qué? Entre los indecisos está el sector medio, sobre todo instruido y del Quito norte, el que desde el inicio del actual Gobierno fue su base de apoyo.
Acaso eso indique ya redefinición de lealtades políticas, una distancia de la simple adhesión a Alianza País (AP,) o al menos dudas sobre ello. Si esto es así, se ratificaría que los ciclos políticos en Ecuador son de corta duración. También, tanto en Quito como en otros municipios, está la dificultad o la imposibilidad para los candidatos de AP, de no saber representar sino las propuestas del Gobierno central, no una representación propia a la ciudad, un proyecto propio de lo local, con alguna especificidad y que eventualmente pueda así tener una voz propia en la vida pública.
Es probable que en Quito, este sector medio indeciso no encuentre posiciones que le representen, o que encarnen su visión de la representación de su ciudad. La campaña electoral en efecto adolece de debates e ideas suficientes para motivar. Ya en la elección presidencial algo de esto se vivió con un voto para Lasso que no fue exactamente una adhesión a sus posiciones.
Así, es incierto al resultado electoral, pero ante todo hay un vacío de la política para un electorado en buena parte (25%-30%) politizado; un desempate entre política y cultura política en Quito; entre vacío de la política y definiciones políticas de los quiteños.
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