La derecha difunde la idea de que hay un progresismo de izquierda. Es la tesis ideal para justificar experimentos políticos como el de Yaku Pérez Guartambel en el Ecuador. Con ello crean la ilusión de que se está avanzando en la causa popular, pero no es otra cosa que la aplicación práctica de las viejas fórmulas de penetración en las filas del movimiento popular, cuyo control dirigencial garantiza la continuidad del estado de cosas existentes.
Evo Morales fue tratado como un enemigo peligroso del que había que deshacerse. ¿Quién le trato de esa forma? Las clases dominantes bolivianas aliadas con los intereses norteamericanos. Que algunos cegatos quieran ahora echarle la culpa a Adriana Salvatierra no sólo es una idiotez, sino una insolencia torpe. ¿Quiénes la promueven? Los integrantes de la izquierda imposible.
Desde las sociedades primitivas, hasta las contemporáneas, el líder ha sido un factor preponderante de su cohesión y desarrollo. La Historia tiene una galería inmensa de líderes, buenos, malos y regulares.
De un solo golpe hemos tomado conciencia de que la salud es un privilegio de pocos y que las grandes mayorías están desprotegidas, nos hemos dado cuenta que la fiebre irracional del consumo nos hace diariamente cavar nuestra tumba y que la competencia frenética entre nosotros nos conduce a la cárcel inexpugnable del individualismo.
El progresismo es la izquierda posible en los actuales momentos a nivel latinoamericano. La única alternativa con futuro en la región es el Progresismo Latinoamericano. Contra él apuntan todas las armas del establishment, de la democracia liberal, del neoconservadurismo mundial.