Siempre los mandatarios muestran un escenario, resultado de su gestión, que no se corresponde con la realidad, sin embargo, la no correspondencia entre el discurso del presidente Daniel Noboa con la realidad es escandalosa.
El 19 de mayo de 2022, día que allanaron 10 domicilios en 3 provincias del país y detuvieron a 6 militantes guevarista y 2 dirigentes indígenas, advertimos que se venía una política agresiva de criminalización de la lucha social.
El engaño del populismo plebiscitario conduce necesariamente a un enfrentamiento violento de insultos y descalificaciones, que nada tienen que ver con el diálogo que define un proceso de democracia participativa y directa, que debería ser la consulta al pueblo. Es así que, durante toda la campaña previa a las votaciones del referéndum del 5 de febrero hemos asistido a una violencia política cada vez más agresiva, sobre todo de parte de los sectores alineados con el gobierno.
Leer este año que termina desde la prudente distancia de la sociología o la política no solo me parece una hipocresía académica, sino que me resulta imposible hacerlo. Este año, como aquel 1986, he sufrido de forma directa el peso de la injusticia y la violencia del poder del Estado en mi vida.
La desaparición de María Belén Bernal y su posible feminicidio perpetrado en las instalaciones de la Escuela de Policía de Pusuquí por su esposo, el teniente e instructor de la Policía Nacional, Germán Cáceres, evidencia de forma nítida que el problema no es el comportamiento machista y violento de un individuo, sino el modo de ser y operar de toda una institución. No es cualquier institución, estamos hablando de la Policía Nacional, supuestamente encargada de velar por el bienestar y seguridad de las y los ciudadanos que habitamos en este país.
Nelson Mandela decía que un país solo se conoce en sus cárceles y hoy les puedo decir que es verdad. No me quiero comparar con el gran dirigente sudafricano, pero cuando un gobierno despótico y corrupto, me calumnia e inventa mentiras sobre mí para condenarme, tal como en su momento lo hicieron con Mandela, es inevitable inspirarse en él para resistir el encierro y las calumnias.
Para ciertos académicos, las protestas sociales y sobre todo los levantamientos indígenas que han marcado la historia democrática de este país, no responden a un hartazgo e indignación de la sociedad, especialmente de los sectores más empobrecidos, debido a las políticas económicas depredadoras que implementan los malos gobiernos y que genera miseria, sino a un plan oculto y malévolo para acabar con la vida democrática del país.
No es profesional que la información que se utiliza en el reportaje tenga como fuente casi exclusiva las indagaciones de la Fiscalía, sin considerar seriamente la versión de los abogados defensores y de los familiares. Estableciendo, de este modo, una dañina condena pública a nuestros familiares que aún están en etapa indagatoria y tienen el derecho a la presunción de inocencia.
Tratar de comprender el conflicto bélico desatado en Ucrania exige dejar de lado maniqueísmos político-ideológicos que no vienen al caso en ningún sentido, y que solo echan más bruma sobre un escenario profundamente complejo. Es irresponsable seguir por este camino que se impone tanto en los grandes medios de comunicación como en las redes sociales.
Una sociedad plurinacional, pluricultural y plurilingüística como la ecuatoriana, con una inmensa riqueza cultural dada principalmente por los pueblos ancestrales, no se merece un presidente culturalmente indigno e intelectualmente miserable. Sus declaraciones avergüenzan a toda el Abya Yala.
Una mujer se ha perdido en su mente. Se enreda asustada, demasiado alegre y triste, entre las imágenes rotas de color pastel. Extraviada en sus profundidades delirantes se esconde de un marido desesperado que intenta encontrarla, sacarla de sus delirios, traerla a la cordura de las imágenes planas y colores fríos.
Una sociedad sometida a la crueldad del sistema de la acumulación y la ganancia ilimitada de un grupúsculo de sujetos que condenan a la miseria a millones de personas privadas de alimento, salud, educación, vivienda y trabajo, tiene un Estado que ha declarado el “estado excepción” como norma.
Es innegable, a pesar de todos los intentos de encubrimiento, el daño que la extracción petrolera ha hecho a los territorios de los pueblos ancestrales e históricos que habitan en la Amazonía ecuatoriana, así como a la propia naturaleza y a las especies animales y vegetales que la constituyen.
La relación trabajo-capital, según Marx, está marcada por las variaciones en la composición orgánica de capital, según la cual: a mayor desarrollo del capital constante (medios de producción) mayor constricción del capital variable (fuerza de trabajo). En la medida en que el permanente y acelerado desarrollo tecnológico es algo inherente al capitalismo, la variación de la composición orgánica de capital siempre potencia al capital constante frente al debilitamiento del capital variable, lo que conduce a la sistemática y cada vez más ensanchada crisis de desempleo estructural.
Por Natalia Sierra*
La crítica hecha por Michel Foucault al poder del discurso médico es ampliamente conocida en los círculos académicos, políticos e incluso periodísticos....