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sábado, noviembre 30, 2024
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Natalia Sierra

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La perversión estatal: cambiar todo para que no cambie nada

La idea de que el Estado es el aparato a ser disputado por los diferentes grupos políticos, que según su tendencia ideológica lo administrarán para bien o para mal de la sociedad, es absolutamente falsa. Una equivocación que es en sí misma una trampa que nos tiene cada cuatro años cambiando de gobierno para que no cambie nada.

Supervivientes de una catástrofe inventada

En el contexto de la pandemia, la mayoría de la población mundial se ha convertido en superviviente-homo sacer respecto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la red de instituciones globales que tienen eco en los poderes nacionales. En este momento de la historia, parece como si la humanidad tuviera que pagar su participación en el decadente proyecto moderno con una sujeción incondicionada al biopoder. El planeta se encuentra en un estado de excepción, que ya se aplicaba de una u otra manera con el argumento de “la guerra contra el terrorismo”, hoy se amplía y profundiza con el discurso médico de “la guerra contra el virus”.

“La culpa es de los indios”

Llegaron los conquistadores europeos trayendo su culpa judeo-cristiana y marcaron con ella al “indio” y, más aún, a la “india”, que era doblemente culpable por ser “india” y mujer. Culpables de habitar la tierra prometida para los blancos, culpables de ser “indios”, culpables de existir. Convertidos en el mal ontológico fueron instrumentalizados como chivos expiatorios, para que la universitas moderna colonice el planeta. Han sufrido el peso de esa culpa durante 529 años. Esa maldita culpa impuesta ha sido el argumento, primero de los blancos colonizadores luego de los mestizos colonizados y colonizadores, para justificar el despojo sistemático que han hecho y siguen haciendo de los territorios, las culturas y los saberes de los pueblos originarios. Esa maldita culpa ha sido el argumento para el etnocidio de la conquista y la colonización perpetua, de dimensiones mayores que el holocausto nazi, que cometieron y cometen contra los pueblos del Abya-Yala. Esa maldita culpa ha sido el argumento para esclavizarles, explotarles, someterles y humillares, con todo el derecho colonial y neocolonial.  

Ni el progresismo ni el liberalismo conservadores

Hay dos tipos de conductas psíquicas de manipulación, que el dominador utiliza con la víctima para justificar su opresión y atraparla en el ciclo de la violencia. 

Joe Biden y la democracia del espectáculo

Mientras observaba la toma de posesión del nuevo gobierno estadounidense, recordé las tesis desarrolladas por Theodoro Adorno y Marx Horkheimer en su Dialéctica de la Ilustración. Un espectáculo al mejor estilo de la industria cultural hollywoodense tuvo lugar el día de la toma de funciones de Joe Biden y Kamala Harris. Más que un acto político de cambio de mando gubernamental parecía un show artístico, al estilo de los premios Oscar. La presencia nada inocente de Lady Gaga, Jennifer López y Garth Brooks, estrellas de la cultura de masas del pop gringo, del pop latino y del country pop, fue fundamental para convertir un acto político en un show mediático, con el cual creo se esperaba afirmar la democracia del espectáculo, la democracia de las masas mediatizadas, y con ello intentar suturar la fractura de la sociedad norteamericana.

El ritual de la dominación masculina en el debate presidencial

El debate presidencial fue una repetición más de esta práctica de violencia propia del mundo dominado por la masculinidad patriarcal. Un grupo de hombres que competían por mostrar quién es el más apto para dirigir el Estado (léase el más macho, el más dominante, el que tiene derecho a llevarse el privilegio del poder político). La sociedad a la que aludían de manera retórica es la muñeca inflable, un pretexto para realizar su ritual de poder y violencia política. Sentí que, en ese ritual masculino de la política estatal, la sociedad realmente no importa, está allí para que los machos candidatos desplieguen su violencia y poder, para que ostenten su fuerza entre ellos mismos y así, más allá de sus peleas y confrontaciones, afirmen la dominación masculina del Estado frente a la sociedad. Cuando acabó el debate presidencial, nítidamente un ritual masculino, como parte de la sociedad me sentí como la muñeca inflable golpeada, burlada, estafada, violada en nuestras necesidades, quereres, aspiraciones, esperanzas, angustias y dolores.

¿Todo es culpa de Donald Trump..?

Por Natalia Sierra* El 6 de enero de 2021, el planeta observó el asalto al Capitolio, sede del Congreso, por grupos de estadounidenses partidarios del...

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