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jueves, noviembre 21, 2024

Breve explicación geopolítica de Palestina

La Línea de FuegoPor César R. Espín León

El sábado 7 de octubre por la mañana, el grupo militante palestino Hamás lanzó un ataque múltiple sin precedentes contra Israel que tomó por sorpresa a todo el mundo. Israel rápidamente declaró la guerra y tomó represalias contra la Franja de Gaza, controlada internamente por Hamás pero que ha estado bajo un férreo bloqueo militar israelí desde 2007. Hasta ahora, cientos de soldados y civiles israelíes y decenas de miles de palestinos han muerto, en los desiguales combates que no muestran signos de disminuir e, incluso, podrían expandirse hacia nuevos frentes.

En esencia, el conflicto palestino-israelí es una disputa por la tierra; específicamente, sobre quién tiene derecho a vivir, y bajo qué condiciones puede hacerlo, en el territorio entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Dentro de esta área, la cuestión de dónde comienza Israel y termina Palestina es complicada y ha cambiado con el tiempo.

Aunque Israel nunca ha delineado todas sus fronteras oficiales, la mayor parte de la comunidad internacional reconoce las líneas de armisticio firmadas en el año de 1949 entre Israel y sus vecinos árabes, que por primera vez dividieron Jerusalén en sectores oriental y occidental y crearon Cisjordania y Gaza como unas entidades y enclaves geopolíticos dentro de esta área. En conjunto, estos enclaves territoriales se denominan “territorios palestinos”, incluso si los palestinos nunca han tenido control total sobre ellos. Es el enclave del sur, la Franja de Gaza, la que está en el centro del último estallido de violencia y es el objetivo del ataque militar israelí.

¿Cómo surgieron estos territorios?

A principios del siglo XX, se aceleró la inmigración judía hacia territorio palestino, en ese entonces bajo el control y protectorado de Gran Bretaña. La migración judía fue impulsada por el antisemitismo en Europa y un creciente movimiento nacional judío conocido como Sionismo. En 1947, en medio del aumento de las tensiones entre palestinos y milicias sionistas, la recientemente creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) votó a favor de dividir Palestina en estados judíos y árabes separados; la ciudad en disputa, Jerusalén, estaría bajo control internacional.

La mayoría de los sectores judíos apoyaron el plan, mientras que los grupos y gobiernos árabes de la región, lo rechazaron. Los enfrentamientos violentos entre ambas partes se intensificaron y el plan de la ONU nunca pudo llevarse a efecto. En mayo de 1948, después de que Gran Bretaña abandonara el control del territorio palestino, líderes sionistas radicales y antiárabes declararon a Israel como un estado independiente. La siguiente medida, un grupo de países árabes –incluidos Egipto, Irak y Siria, integrantes de lo que entonces se llamaba Transjordania– invadió la nueva nación creada, desencadenando la primera guerra árabe-israelí. Cuando las fuerzas israelíes se apoderaron y tomaron el control del territorio, miles de palestinos se vieron obligados a huir de sus hogares y se convirtieron en refugiados, en lo que se conoce como la “Nakba” o catástrofe.

 

Una corriente de refugiados palestinos en la carretera del Líbano el 4 de noviembre de 1948. Foto: Jim Pringle/AP

Los jordanos ocuparon y anexaron Jerusalén Oriental, así como un bloque de territorio al este, mientras que Egipto ocupó una franja de tierra costera al norte de la península del Sinaí, que incluía la ciudad de Gaza. Muchos refugiados palestinos huyeron a las zonas ocupadas por Egipto y Jordania. El territorio de Jordania pasaría a ser conocido como “Cisjordania” mientras que la zona ocupada por Egipto desde entonces se conoce como “Franja de Gaza”. Luego, Israel y sus enemigos árabes alcanzaron acuerdos de armisticio en 1949.

Mapa de Palestina de agosto de 1949. Muestra el plan de partición propuesto por la ONU.
Cortesía del Departamento de Investigación Geográfica de la Universidad de Boston.

¿Cómo Israel tomó el control de los territorios palestinos?

En 1967, Israel lanzó ataques preventivos contra Egipto y Jordania y logró tomar Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza, así como la Península del Sinaí, en lo que se denominó, “La Guerra de los Seis Días”. Progresivamente, Israel devolvió Sinaí a Egipto como parte de las negociaciones de paz.

Israel anexó formalmente Jerusalén-Este en 1980, pero se ha abstenido de hacer la misma designación oficial en Cisjordania y Gaza. Sin embargo, ha promovido y construido, desde entonces, una vasta empresa de asentamientos (considerados ilegales por la mayor parte de la comunidad internacional) en ambos territorios, declarando oficialmente que su estatus final se determinaría en futuras negociaciones. Israel se retiró de Gaza durante una controvertida campaña de retirada en 2005, pero sólo para continuar y aumentarlos, sistemática y dramáticamente, en Cisjordania.

Durante un breve período, posterior a la firma de los Acuerdos de Oslo a mediados de la década de 1990, parecía que partes de Cisjordania y Gaza algún día podrían fusionarse para convertirse en un Estado palestino independiente. Sin embargo, la implementación de los acuerdos se desmoronó rápidamente cuando la región se vio sacudida por la violencia política, tras el asesinato del Primer Ministro israelí Yitzhak Rabin por un extremista israelí de derecha, así como el inicio de la llamada “Segunda Intifada” o levantamiento árabe.

Gaza

Inicialmente, la Autoridad Palestina gobernó tanto en Cisjordania como en Gaza, pero perdió el control sobre Gaza después de las elecciones de 2006, en las que el partido islamista Hamás derrotó a Fatah, la fuerza política dominante durante mucho tiempo. El líder histórico de Fatah, Yasser Arafat,  murió en 2004, tras lo cual tomó la posta Mahmoud Abbas. A diferencia de Fatah, que reconoce a Israel como Estado, el grupo Hamás –fundado en Gaza en 1987, durante la Primera Intifada–, niega la legitimidad del Estado Israelí y lo rechaza llamándolo “entidad sionista”.

Con la victoria electoral de Hamás en 2006, la Autoridad Palestina entró en crisis. Esto trajo un conflicto político/militar entre Fatah y Hamás, que se hizo con el control de Gaza en 2007. Israel, con el apoyo de Egipto, respondió de inmediato con un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo que ha sido denunciado por muchas organizaciones de derechos humanos. La ONU considera que la ocupación israelí del enclave continúa, a pesar de la retirada de 2005, aunque Israel lo niega.

Gaza alberga a 2,3 millones de personas y es uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra. Desde sus respectivos cruces fronterizos, Israel y Egipto deciden quién y qué puede entrar y salir de este territorio, incluido el apoyo humanitario. Israel también controla, y puede cortar a voluntad, el suministro eléctrico de la franja. El bloqueo ha diezmado la economía de Gaza y la calidad de vida de sus habitantes.

Tanques israelíes pasan junto a un tanque sirio destrozado, en primer plano, en los Altos del Golán el 9 de octubre de 1973. Foto: AP

Gaza hoy está profundamente empobrecida: el 80 por ciento de sus habitantes depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir; incluso, antes del actual asedio total por parte de Israel, el 95 % no tenía acceso al agua potable. La gran mayoría de los gazatíes no tiene suficientes alimentos y carece de atención médica adecuada debido al restrictivo sistema de permisos israelí.

La Autoridad Palestina no ha celebrado elecciones nacionales desde 2006, en parte porque Mahmoud Abbas y sus benefactores internacionales (en particular Israel y Estados Unidos) temen lo que pueda suceder en Cisjordania si Hamás vuelve a ganar.

La Franja de Gaza hoy

Desde que comenzó su bloqueo contra Gaza en 2007, Israel ha llevado a cabo cuatro incursiones militares a gran escala contra Gaza, sin incluir la operación en curso. Hamás lanza regularmente misiles contra Israel, que responde de manera desproporcionada, atacando blancos civiles y militares. En 2019, la Corte Penal Internacional anunció una investigación tanto de Hamás como de Israel por presuntos crímenes de guerra.

Luego del último avance de Hamás, Israel lanzó continuos ataques aéreos de represalia que, según sus autoridades, tenían como objetivo posiciones militares de Hamás. Sin embargo, funcionarios palestinos y la comunidad internacional, han dicho que la mayoría de los ataques ha afectado a la infraestructura civil, causando bajas civiles y provocando el desplazamiento de miles de ciudadanos de Gaza. Hasta ahora se estima que han muerto más de 1500 palestinos (hasta el 18 de noviembre, según El País de España los muertos palestinos eran más de 13 mil, entre ellos, unos 5500 niños y 3500 mujeres). Se teme que esas cifras de víctimas aumenten aún más. El Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ordenó una prohibición total de la entrada de alimentos, agua, combustible y medicinas al territorio ya asediado, mientras el primer ministro Benjamín Netanyahu está planeando una invasión terrestre total.

La disputa, desigual que se puede observar en este conflicto, se lleva a cabo en los más diferentes planos, como el geográfico, el histórico, el lingüístico, el mediático y sin duda el militar. El poderío tecnológico y militar israelí es apoyado abierta y ampliamente por la máxima potencia militar del mundo actual, los Estados Unidos, lo que garantiza para Israel, una segura ventaja militar cualitativa en la región.

Hoy más que nunca, el recuerdo de la Nakba, debe ser tenido muy en cuenta cuando se recuerda, trágicamente, como los efectos de la política de las grandes potencias, puede afectar a pueblos enteros. Frente al horror que está sufriendo el pueblo palestino, es necesario tener presente los orígenes de la geopolítica de este conflicto con miras al establecimiento de unas negociaciones que puedan llevar a buen término los variados compromisos de las autoridades de Israel y de Palestina, con la participación de las grandes potencias y de la ONU, asegurando la reinstauración de tierras al pueblo palestino, para que palestinos y judíos puedan vivir en paz, en las tierras de sus ancestros.

Ataque sobre Gaza. Octubre 2023 Foto: Cortesía AP

 

La disputa desigual que se puede observar en este conflicto, se lleva a cabo en los más diferentes planos: el geográfico, el histórico, el lingüístico, el mediático y sin duda el militar. El poderío tecnológico y militar israelí es apoyado abierta y ampliamente por la máxima potencia militar del mundo actual, los Estados Unidos, lo que garantiza para Israel, una segura ventaja militar cualitativa y cuantitativa en la región.

Hoy más que nunca, el recuerdo de la Nakba debe estar latente, como una espina que nos devuelve a cómo los efectos de la política de las grandes potencias puede afectar a pueblos enteros. Frente al horror que está sufriendo el pueblo palestino, es necesario tener presente los orígenes de la geopolítica de este conflicto con miras al establecimiento de unas negociaciones que puedan llevar a buen término los variados compromisos de las autoridades de Israel y de Palestina, con la participación de las grandes potencias y de la ONU, asegurando la reinstauración de tierras al pueblo palestino, para que palestinos y judíos puedan vivir en paz, en las tierras de sus ancestros.

La disputa, desigual que se puede observar en este conflicto, se lleva a cabo en los más diferentes planos, como el geográfico, el histórico, el lingüístico, el mediático y sin duda el militar. El poderío tecnológico y militar israelí es apoyado abierta y ampliamente por la máxima potencia militar del mundo actual, los Estados Unidos, lo que garantiza para Israel, una segura ventaja militar cualitativa en la región.

 


Cesar Espín.- Radicado en Boston, USA, es Geógrafo y Analista Geopolítico por Indiana University. Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Costa Rica y Arizona State University. Ha realizado numerosos trabajos de investigación académica, así como también ha colaborado con varias plataformas de información en línea y en físico de varios países, aportando con artículos, columnas y ensayos de opinión e investigación social independiente. Actualmente se desempeña como investigador y docente académico universitario y secundario.

Fotografía principal: Pixabay/Ben Kerckx


 

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1 COMENTARIO

  1. Israel no puede ser considerada una democracia, no ya desde el punto de vista real, sino desde el punto de vista puramente formal. No existe ninguna democracia donde campa a sus anchas un brutal régimen de segregación y apartheid. Un principio básico de una república democrática es la separación entre Iglesia y Estado. Guste o no, lo que existe en Israel es un régimen teocrático, como en muchos de los países de la región.El sionista “con rostro humano” no puede hacer otra cosa que acusar de antisemitismo, en un automatismo mecánico que hay que saber disculpar dada la potencia y la eficacia de la propaganda inculcada, a quienes critican el régimen de apartheid, racista, mortífero de un Estado guerrerista y genocida. Pero lo hace no solo por un mecanicismo mental sino porque aún es eficaz, con ese solo epíteto ya se invierte la carga de la prueba y habría que pasar a explicar que “no, no soy antisemita”, hay que comenzar a defenderse.
    Al poderoso país ocupante y a sus voceros les caben las palabras que, se dice, espetó Miguel de Unamuno al general Millán Astray en 1936 en la Universidad de Salamanca, cuanto este gritó “Viva la muerte”. La respuesta fue: “Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho…”.

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