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CARTA A LA RUPTURA: ¿HACER POLÍTICA SIN POLÍTICA?. por Orlando Pérez

El Telegrafo www.telegrafo.com.ec

31 Mar 2013

 

Ha pasado más de un mes de las elecciones del 17 de febrero. Y son pocos los análisis de fondo para entender por qué los ecuatorianos decidimos que Rafael Correa  gobierne por cuatro años más y que en la Asamblea Nacional exista una rotunda mayoría de PAIS.

El pasado miércoles, en el auditorio del edificio de la Biblioteca de la Flacso, hubo un panel para ese propósito. Y en lo medular Franklin Ramírez y Simón Pachano, cada uno desde su visión, hicieron un análisis serio para vislumbrar los resortes del comportamiento electoral del país. A la vez, Juan Paz y Miño reveló una crisis profunda de la academia para explicar el proceso político del Ecuador y  enumeró una lista de libros publicados por “políticos/académicos” cuyos autores y títulos más bien da pena reproducir.  

Por su parte y con barra propia, la mayor representante de la Ruptura de los 25, María Paula Romo, tuvo una intervención sui géneris: explicó el triunfo de Correa desde una suma de quejas para poder justificar la derrota de su candidato presidencial Norman Wray.

Y como se trata de un grupo político con mucha cercanía personal de varios de sus militantes, es menester, como sentencia Zizek, decir de la manera más frontal y violenta, a quien se quiere, las cosas más claras, sin por ello abrir una guerra no declarada.

Lo cierto es que la Ruptura perdió abrumadoramente las elecciones y hasta ahora ni sus militantes alcanzan a medir el impacto de esa derrota. ¿Quizá porque están convencidos de que la mejor política no es hacer política y entender que ésta es la suma de buenas voluntades, valores morales indiscutibles y acciones estéticas y amables para un electorado “medio tonto”?

Nadie duda, menos yo que los conozco, de la honestidad e integridad de los militantes de la Ruptura. Sus propósitos son tan legítimos y loables como los de PAIS y como los de Pachakutik, en lo esencial y programático. Sin embargo, para conseguirlos, para hacerlos carne y convertirlos en una herramienta de poder hay un trecho bastante amplio y con unos recorridos sinuosos que la historia, como vieja que es, sabe y enseña a entenderlos y sortearlos de muchos modos.    

Incluso, hacer política electoral, en su más cruda y acérrima acepción, es una tarea incómoda y hasta  obliga a hacer cosas que no son siempre del gusto de todos. El solo hecho de definir las listas de candidatos entre algunos que quieren figurar y otros que llegan con ganas de alcanzar la gloria, ya es un problema. ¿No fueron algunos militantes de la Ruptura los que se enojaron al ver en la lista nacional al general Paco Moncayo y “filtraron” a la prensa quién y cómo se decidió eso sin consultar a las bases, lo cual desdice de lo que critican de PAIS?   

Hacer política también conlleva ser prácticos y operativos, pero ante todo sumar para multiplicar. Y en ese ejercicio hay que aceptar las posibilidades de ganar y tener una estrategia. Pero si ésta solo se somete a la disección del rival, a sumar sus errores y defectos sin exponer las virtudes propias, entonces se queda en la queja.

Romo dijo, entre otras cosas, que solo se explica el triunfo de Correa por el aparato estatal, la publicidad, el método D’Hondt y la situación económica (“si la economía va bien, al gobierno le va bien” explicó). Y cuando se le consultó por las causas de la derrota de Wray señaló por “varios errores”, la subjetividad y la honestidad con la que hicieron la campaña. Y a reglón seguido volvió a enumerar los males y defectos de Correa.

De nuevo: el análisis de la política se hace desde la no política. En otras palabras: la Ruptura tiene todas las posibilidades y potencialidades para la política sin saber aún por dónde hacerla ni tampoco provocarla. Nadie hace política en un lecho de pétalos y menos desde un bucólico paisaje. En la política hay vueltas que dar, incursiones que hacer, errores que cometer. Todo ello bajo una óptica y estrategia de poder para cambiar la realidad. Ni los “bellos” spots de Sebastián Cordero ni la armónica de Norman Wray contuvieron o reflejaron una opción de poder para ganar una presidencia de la República del Ecuador del año 2013. Para cambiar la realidad desde el poder político hay que hacer la política cruda, sosteniendo discursos claros y poderosos. ¿Qué habría pasado con la candidata más radical y auténtica que tuvo la Ruptura, Diane Rodríguez, si corría por la lista 35, con su spot “rapero y tecnocumbiero” en el que los militantes de la misma Ruptura se negaron a reconocerse? ¿No fue ella la única ruptura real de la Ruptura?

Por ahora es una derrota, pero si se procesa como una victoria de la moral y los principios quizá no sea más que un episodio de un grupo de buenos amigos con toda la integridad y honestidad para hablar al país siempre y con buenas posturas tras gobernar con PAIS, entre el 2007 y 2011.

 

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