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La ciencia está en la base de la sociedad humana. Es esa parte del sistema que le da forma y contenido al mismo. La filosofía fue, en las sociedades antiguas, la madre de todas las ciencias y esas sociedades se moldearon de acuerdo a las ideas predominantes de la Filosofía.
La revolución científica, que se inicia con el método cartesiano, ha moldeado la sociedad occidental. La física mecánica de Newton, de base cartesiana, le ha dado basamento concreto a nuestra civilización. Todo, desde la industria de los cosméticos, hasta los vuelos interestelares, son científicamente cartesianos. Los éxitos alcanzados por esta “ciencia”son inapelables. Sus resultados están a la vista. La marcha cruel de la ciencia cartesiana lleva por delante el confort, la opulencia, la espectacularidad y deja por detrásdestrucción, hambre y necesidades.
Desde Einstein hasta nuestros días la ciencia reclama nueva casa, una estructura epistémica fundamentada en los avances de la mecánica cuántica que no niegan la física mecánica sino que nos llevan a nuevos entendimientos de la realidad. Hoy la Academia mundial, incluida la Universidad ecuatoriana, se resiste a este cambio. No es cuestión de ignorancia, los paradigmas de la civilización occidental -cristiana, conservadora y elitista-, están en juego. Hay cambios en la ciencia, pero no en la conciencia.
Esos cambios van de la mano de las decisiones políticas. Líderes como Correa manejan perversamente esa tendencia. Hablan con extrema lucidez de un “cambio de época”, pero no atacan la raíz del mal. Si el cambio no se entiende desde esta perspectiva, no se pasa de ser un títere de los intereses del capitalismo corporativo mundial.
La nueva casa de la ciencia tiene necesariamente que tener nuevos cimientos epistemológicos.
Le agradecería si me contesta que haría concretamente usted para que el mundo y Correa dejen el manejo perverso, porque un perverso corrompe las costumbres o el orden y el estado habitual de las cosas.