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domingo, diciembre 22, 2024

CHILE: UNA CRISIS POLÍTICA PROFUNDA. LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE

CHILE: UNA CRISIS POLÍTICA PROFUNDA. LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE

Leonardo Ogaz A.

 Parece ser que en algunos países de América Latina los problemas societales tienden a expresarse políticamente, e incluso más allá, dado un cierto desarrollo se manifiestan como crisis políticas, así ocurrió en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador  y ahora en Chile, con esto quiero decir que no son los problemas socioeconómicos los que logran movilizar ampliamente  a los sectores sociales sino aparecen como una movilización social por reivindicaciones que algunos politólogos han denominado sin mucho rigor como “pos materiales”.

 Lo de “pos material” y su sentido, después de lo material o más allá de lo material, nos parece una categoría insuficiente porque esconde la secreta ilusión de la sociedad del bienestar que da por superados los problemas socioeconómicos, cuestión que la actual crisis capitalista en EEUU y Europa ha echado por los suelos y que el movimiento de los “Indignados” ha puesto en evidencia cuando los jóvenes pintan carteles como “rebeldes sin casa”, no puede haber nada más material que el problema de la vivienda que no ha sido resuelto para los jóvenes, no puede existir nada más concreto-material que resolver el problema del empleo o como cuando se plantean problemas como los ecológicos por ejemplo, lo “pos material” daría la idea  de no ser  materiales o los problemas de la educación podrían resolverse con efluvios de una extraña energía etérea.

Ahora la composición social de esta movilización social, que tiende a constituirse en sujeto es amplia: son capas medias, sectores de trabajadores, resistencias de los pueblos originarios como en Bolivia, Ecuador, Chile, junto a otros sectores de masas empobrecidas.

 En realidad estos movimientos sociales han logrado instalar en la agenda social y política  a través de su movilización las  problemáticas que el capitalismo decadente en su espiral regresiva va dejando. Son reivindicaciones de supervivencia frente a la depredación capitalista.  Estas mismas movilizaciones van poniendo en evidencia los límites que la democracia representativa tiene para procesarlas y se vuelven eminentemente políticas.

  Ocurre entonces que es la movilización social, los niveles de conciencia que esta alcanza, la que va descubriendo que es en el ámbito político en donde en última instancia se comienzan a resolver los problemas.

 Esto no significa que los problemas socioeconómicos: las desigualdades sociales, las injustas redistribuciones del ingreso, los bajos salarios, la pobreza, la marginalidad dejen de existir o no estén presentes, lo están, pero de una manera subordinada a los problemas políticos, la gente  visualiza a las “clases políticas” como las responsables del conjunto de la situación, se cansa de su demagogia e ineficiencia, de sus corrupciones, de sus privilegios, de sus amarres, todo esto se vuelve más visible y central que la explotación y la dominación cotidiana que el peso ideológico, la hegemonía ha logrado invisivilizar o hacer aparecer como el estado natural de las cosas.

Es así como en Chile, huelgas como las de los trabajadores del cobre y otras como el movimiento de resistencia Mapuche, la poderosa movilización ecologista, las justas luchas de las orientaciones sexuales diferentes, y el magnífico movimiento estudiantil con el emblemático liderazgo de Camila Vallejo presidenta de la FECH han puesto en jaque no solo “la nueva forma de gobierno” que no era sino una versión remozada de un gobierno gerencial  y tecnocrático del Presidente Piñera, sino una crítica más profunda al conjunto del sistema de dominación política que se instaló con un pacto a espaldas y contra los sectores populares al término del régimen dictatorial, ese pacto ha quedado obsoleto, la gente quiere una participación efectiva en la resolución de los graves problemas que la aquejan.

 La movilización estudiantil que ha sido la más consistente y continuada si bien logró la salida del ministro de educación, una gran victoria, por otro lado provocó un reajuste ministerial que implicó la toma de la ultraderechista UDI del gobierno.

 Este pacto oligárquico entre las coaliciones de derecha y la centro derecha, que se expresaba en la Alianza por Chile y la Concertación por la Democracia respectivamente llegó a su fin y tiene profundamente cuestionado tanto a los unos como a los otros, la movilización social cambió definitivamente el escenario social y político y ya nada volverá a ser como antes.

 Mientras más se demore el gobierno en aceptar esta situación más se acrecentarán las movilizaciones porque el malestar es mayoritario y profundo, se trata, desde luego, de abordar la especificidad de cada problema, pero al mismo tiempo situarlo en la problemática más general y sustancial la de un sistema político que ya no representa el actual nivel de conciencia social que tiene Chile.

 La respuesta de este gobierno a semejante crisis es absolutamente insuficiente y apunta en la dirección equivocada, porque tiene limitaciones estructurales, aparte de los errores  coyunturales  iniciales como el gobierno de la tecnocracia gerencial, que terminó en el más rotundo fracaso, está la imposibilidad de resolver los conflictos de intereses y la estrechez que impone el modelo neoliberal. Como va a resolver este gobierno el problema del lucro en la educación cuando importantes sectores  de apoyo al gobierno están comprometidos en el negocio y no solo eso, su ideología mercantil la considera legítima, de ahí  su calificación de ideológico a todos aquellos que cuestionan la compra y venta de este “bien de consumo” como el propio presidente calificara a la educación.

 La presencia de la UDI y el manejo, ahora con otra política de las acciones gubernamentales no va resolver la crisis sino podría agudizarla, el populismo clientelar ya no es suficiente y el llegar a acuerdos con una concertación  prácticamente sin peso, ni fuerza no sirve.

Ha sido tal la influencia de la movilización social que ha puesto y con firmeza en la agenda de la discusión pública dos cuestiones centrales: lo de la “Asamblea Constituyente” y lo de la nacionalización del cobre para financiar una educación de calidad y sin costo.

 Ahora la batalla por la “Asamblea Constituyente” recién comienza y aunque esta representa la salida más democrática e incluyente, Chile no tiene una tradición en este sentido, como la tiene Ecuador por ejemplo, y por lo tanto los esfuerzos deberán ser más intensos y las batallas más duras, la Constituyente no va a concretarse por su propio peso, tendrá que ser  producto de una lucha denodada.

 De hecho ya el Partido democratacristiano por su propio fuero e independientemente de la Concertación está planteando reformas constitucionales como un manera de desviar el proceso de la Constituyente, y procurar salvar los muebles al régimen, esta es una trampa hábil que entiende la profundidad de la crisis, pero no es la forma más democrática de resolverla, esta situación debe solventarse con la participación efectiva de todos los ciudadanos.

 Además siempre surge esta pregunta ¿Por qué la Democracia Cristina no planteo e impulsó estas reformas constitucionales en alguno de los 20 años que estuvieron en el gobierno?

Es en situaciones como esta que se pone en evidencia la demagogia y el oportunismo de estos partidos burgueses en el último congreso ideológico del partido Demócrata Cristiano el ex candidato y ex presidente de la República Eduardo Frei Ruiz-Tagle, planteaba la Asamblea Constituyente como una de sus propuestas, hoy no dice una sola palabra.

 Una “Asamblea Constituyente” y soberana se vuelve absolutamente necesaria para terminar definitivamente con el modelo de simulación democrática que dejó la dictadura y de la cual se han aprovechado los miembros de la llamada “clase  política” usufructuando entre otras cosas del sistema binominal que constituye una verdadera lacra.

 Hay un hecho que no podría enorgullecer a nadie todavía tenemos la Constitución Pinochetista reformada por El  ex presidente Lagos y a eso hemos estado llamando democracia.

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