COMENTARIO:
RE MARX Y LAS ATROCIDADES DE JOHN BULL
por Claudio Vizia
Sigo y admiro al filósofo, escritor, guionista y periodista Pablo Feinmann. Pero creo que se equivoca cuando afirma que Marx nunca abandonó la dialéctica (hegeliana), que siempre admiró a la burguesía británica (cuando claramente cambió su posición en la cuestiones claves del colonialismo británico: la India e Irlanda) y más fundamental: creyó posible y apoyó la posibilidad de una revolución en la Rusia zarista que en los países centrales. Y eso no está en la famosa e inconclusa carta a Zasoulich solamente, o como afirma irónicamente “en algún secreto comentario de Engels del que todos carecemos”. Engels en este punto lo sigue, pero es menos confiable en la cuestión general.
Estos cambios de posición se dieron a partir del contacto y la influencia de los militantes de la Internacional. Y en esto no soy original, sino que sigo, entre otros textos, a la excelente introducción y compilación de Pedro Scaron que editó Pasado y Presente “Materiales para la historia de América Latina”. En mi libro “Un Marx Verde? Antropología, ecología y marxismo”, publicado por Ed. Kaicron de Buenos Aires en 2011, comento esta periodización sobre la cuestión colonial para concluir, necesariamente, que implicó variar o matizar, si se prefiere, su posición respecto del rol progresista de la burguesía, y sobre otras cuestiones más ecológicas. No creo por esto merecer el mote despectivo de fundamentalista del marxismo (ni siquiera me interesa definirme o no como marxista)
Feinmann incluso señala acertadamente que Marx nunca renunció del Manifiesto, pero variar algunas posiciones, no equivale a renunciar, por cierto, entonces su argumento no parece ser sólido en este punto.
Sí coincido con Feinmann en cuanto a que la izquierda argentina (salvo algunas excepciones honorables, agregaría, como Jorge Abelardo Ramos y el sector actual denominado “socialismo auténtico”) no pasó en esto de la lectura del Manifiesto, lo que en pleno siglo XX y más aún en la actualidad es imperdonable, pero que era entendible a mediados del siglo XIX. Y es acertado su señalamiento sobre la reivindicación de Sarmiento por parte de esta izquierda cipaya, término exacto de los forjistas que hizo célebre Perón.
Ojalá que pueda concretar su trabajo sobre el Facundo y El Capital, lo leeré con el mayor interés, como a casi toda su obra, que no llegué aún a abarcar completamente por lo extensa.
Un fraternal saludo. cv.