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sábado, abril 27, 2024

Cómo salvar una lengua         

Por Ileana Almeida*

Como filóloga e investigadora de temas indígenas en Ecuador llegué a Vitoria-Gasteiz, capital del País Vasco, por una invitación de la Secretaría Lingüística del Gobierno Vasco para observar la Política Lingüística del Euskera que se estaba aplicando con el objetivo de consolidar la presencia y el uso del euskera, la lengua vasca.

No era la primera persona que establecía vínculos entre ambos pueblos. Hace siglos, un sobrino de Ignacio Oña de Loyola se casó con la ñusta inca Inés Clara Coya. En fechas recientes, cuando se acercaba el Quinto Centenario de la llegada de los españoles a América, una delegación de indígenas pertenecientes a la Ecuarunari estuvo una temporada en los baserris (caseríos vascos) compartiendo técnicas de producción agrícola y ganadería  con campesinos vascos.

Me recibieron con mucha afabilidad y me proporcionaron información sobre todos los temas que podían interesarme. Eran tantos los logros conseguidos en el campo de la historia, la autonomía política, la ciencia y la técnica, que decidí centrarme en la enseñanza escolar.

El antecedente de la escuela vasca está en la ikastola; la primera data de 1914. La experiencia se fue extendiendo. En 1936, el Gobierno Vasco emanado del Estatuto de Autonomía creó una sección dedicada a ellas. Tras el levantamiento militar y la guerra civil (1936-1939), las ikastolas fueron borradas del mapa. Volvieron a abrirse en la clandestinidad y la enseñanza del euskera representó la tenaz resistencia a la decisión de la dictadura franquista de imponer en toda España una sola lengua oficial y una sola cultura nacional. Hoy en día, las ikastolas se han integrado al Sistema de Educación del Gobierno Vasco, pero aún son testimonio de algo más profundo que el Estado o la clase.

Gentes de otras regiones españolas y también de otros países, migran a Euskal Herría, donde existen tres modelos de enseñanza: en el primero, todas las materias se imparten en euskera; en el segundo, unas asignaturas se enseñan en euskera, otras en castellano; y en el tercero, todas las materias se imparten en esta lengua. El euskera pasa a ser una asignatura más.

Visité una escuela  del primer modelo. El profesor, cumplía con lo regulado por la ley de escuela pública: ser euskahaldun (vasco hablante), tener título de pedagogo y estar alfabetizado en euskera. Ese día, para que yo comprendiera de lo que se trataba, se cantaron canciones y ensayaron trabalenguas.

En toda Euskal Herría, tanto en la Comunidad Autónoma, como en Navarra e Iparralde (la parte del País Vasco que está bajo la administración francesa) la identidad del pueblo se reafirma en la enseñanza del euskera.

Hay otras formas populares de mantener la lengua: por ejemplo la korrika, organizada por AEK (una coordinadora nacional que promueve el euskera) recorre  todo el territorio del país en una marcha tradicional que convoca a multitudes de participantes, de acompañantes y espectadores. Durante diez días atraviesa por ciudades y campos, por la orilla del mar y por los bosques de las jurisdicciones vascas española y francesa. El personaje protagónico, que va siendo  reemplazado cada cierto trecho, lleva un mensaje secreto hasta la meta, donde se lo lee; se trata de una expresión de fidelidad y compromiso con el euskera, con la cultura y el territorio ancestrales.

Otra manifestación lingüística peculiar es la de los bertsolaris, una especie de trovadores a los que se puede admirar en los teatros, pero también en las calles de las ciudades vascas. Con rimas propias del idioma, improvisan relatos cantados que exaltan los valores de la lengua.

En la Secretaría Lingüística conocí los libros de José Sánchez Carrión (Txepetx), escritos desde una perspectiva científica y con una clara intención política. Un Pasado para Nuestro Futuro y Una Lengua, un Pueblo son los textos más consultados en la biblioteca de la Secretaría porque a más de enseñar, fomentan la conciencia lingüística de un pueblo. Pero lo más admirable es que Txeptx siendo oriundo del País Vasco (nació en Cartagena, levante español), desde joven, sintiera entusiasmo por el euskera, la lengua más antigua de Europa. Estudió y se doctoró en filología vasca en la Universidad de ese país.

Defender a un pueblo y a una lengua no es amparar ninguna “purificación nacional”, sino una  tradición nacional única.

“[…] la enseñanza del euskera representó la tenaz resistencia a la decisión de la dictadura franquista de imponer en toda España una sola lengua oficial y una sola cultura nacional”.


*Filóloga. Profesora universitaria, investigadora, periodista. Nacida en Ambato, Ecuador. Es autora de varios libros, ensayos y artículos de su especialización. Algunos de sus trabajos han sido publicados en México, Perú, Estonia, España, Alemania.


La Línea de FuegoFotografía: Korrika.

 

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