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viernes, noviembre 22, 2024

COREA DEL NORTE Y EL PERIODISMO IRRESPONSABLE. por Pablo Stefanoni

Página Siete <www.paginasiete.bo>

El régimen ermitaño de Corea del Norte parece ser una cantera de noticias de color para los medios de comunicación serios, más o menos serios y no serios en absoluto de todo el mundo: cualquier noticia loca proveniente del régimen despótico que pasó de abuelo a padre y a nieto es publicada sin demasiada preocupación sobre la fiabilidad de las fuentes, y ni siquiera sobre la verosimilitud de los hechos.

Como la historia de esa satrapía está plagada de relatos que parecen salidos de un García Márquez asiático, todo puede ser más o menos cierto. Y como la entrada de periodistas es muy difícil, y el acceso a cualquier información independiente virtualmente imposible, todo se maneja en el terreno de las especulaciones: como nadie podrá refutar nada, los medios –incluso los grandes- reproducen historias estrambóticas dándolas por ciertas.

Eso ocurrió con una reciente noticia difundida por el diario honkonés Wen Wei Po –considerado procomunista, pero al mismo tiempo poco fiable y sensacionalista-. La información, que al comienzo nadie tomó en cuenta -hasta que la reprodujo un diario de Singapur-, decía que el tío del dictador norcoreano Kim Jong-un, recientemente condenado a muerte, había sido muerto arrojado, junto a sus colaboradores, a una jaula con 120 perros de caza hambrientos.

Publicar la noticia resultaba tentador, ¿quién no lee una nota sobre un déspota de apenas 30 años que asesina de esa forma a su tío, y hasta hace poco una especie de regente del joven heredero del trono “comunista”? Pero tal como se publicó, la información carece de fuentes y son muchos quienes la ponen en duda, en primer lugar en la vecina Corea del Sur.

Acá, no se trata de discutir que el norcoreano es uno de los regímenes más opresivos del mundo, ni de las (bajas) cualidades morales de sus dirigentes -éstos pueden ser capaces de peores cosas-, sino de informar cuidando que la información -incluso si no puede ser comprobada- no circule en una lógica fuera de cualquier control.

(Algo parecido ocurre en algunos medios “antiimperialistas” con noticias sobre Estados Unidos: como el imperio puede hacer moralmente cualquier cosa no hace falta ocuparse de fundar cada acusación. ¿Acaso no crees que Estados Unidos es capaz de eso y más? Así, Eva Golinger dice en el canal ruso RT, sin ninguna prueba, que la NSA puede haber matado a Chávez).

Sobre Corea del Norte la impunidad es absoluta. Ningún periodista será amonestado por escribir cosas falsas. ¿Quién puede probar lo contrario? Y peor aún, ¿a quién le importa si la noticia es real o inventada? (Al fin de cuentas, en nuestros medios, el frío polar en Nueva York es una noticia más importante que una hambruna en Corea del Norte…).

Sin duda, se podría decir que el régimen norcoreano en parte es responsable: primero, porque, en efecto, comete enormes tropelías contra su propio pueblo, miente sin control, hace cosas delirantes -desde contratar hinchas falsos en el mundial de fútbol a un culto a la personalidad que escandalizaría a Stalin- y los propios medios oficiales norcoreanos son presa de un sistema alucinante.

Las imágenes de 2012 que mostraban al presidente surcoreano Lee Myung-bak –reconstruido como si fuera un muñeco de cera muy realista- colgado, mordido por un perro de presa y arrollado por un tanque, no es una carta de presentación civilizada del régimen Juche.

 Es evidente que si las cosas fueran como ellos dicen, y el país fuera una maravillosa patria del proletariado, bastaría con dejar entrar y ver el experimento a la prensa internacional. Pero eso no justifica la poca seriedad de la prensa al informar sobre el régimen, porque, al mismo tiempo, da argumentos a sus inmorales defensores (parte de una izquierda nacional-estalinista, cuyo estilo de vida a menudo globalizado y acomodado hace dudar que prefirieran vivir en Pyongyang antes que en Nueva York).

Pero en verdad  no es que la prensa mienta sobre Corea por razones ideológicas, sino generalmente lo hace por ignorancia y por la búsqueda de notas de color. Ambas cosas están fuera de justificación DE cualquier manual de periodismo.

Pero, no todo es tan sencillo: la primera puesta en duda de los perros asesinos de Kim provino del Washington Post, frente a una noticia difundida por un medio “comunista” chino, país aliado de Corea del Norte, aunque la élite de Beijing ya se cansó de sus vecinos e incluso apoyó las sanciones internacionales.

En estos casos no basta con poner “habría sido” comido por los perros, en lugar de “fue”, sino de tomar más en serio la información internacional que se difunde. Aunque ésta venga de lejanos países que no vamos a conocer

Pablo Stefanoni es periodista.

 

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