La semana próxima, representantes de 118 de los 192 estados que componen el mundo se reunirán en Teherán, Irán, en la XVI Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNA). Creado en 1961, el MNA fue una plataforma crucial para el Proyecto del Tercer Mundo (cuya historia detalo en “The Darker Nations”) y se formó para purgar a la mayoría del mundo de la tóxica Guerra Fría y del mal desarrollo vendido por el Banco Mundial. Tras dos décadas de provechosa construcción institucional, la forzada crisis de la deuda de los ochenta asfixió al MNA. Desde entonces apenas se ha dejado ver. En los rincones de las reuniones del MNA, los delegados murmuran sobre la arrogancia del Norte, especialmente de EEUU, cuyo palmarés en las últimas décadas ha sido totalmente desastroso. El desprecio de Reagan por los problemas del Sur en la Cumbre de Cancún de 1981 sobre el Diálogo Norte-Sur aún consigue que se enarquen las cejas, y la sensibilidad de cowboy de Bush da lugar todavía a diversos chascarrillos. Pero aparte de esos pequeños placeres baratos, poca cosa de valor ha emanado del MNA. Hasta la década pasada, ha habido escasos intentos por crear una alternativa ideológica e institucional ante el neoliberalismo o el imperialismo unipolar.
Con la aparición de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en los últimos años, el ambiente se ha animado. La presencia mucho más asertiva de los BRICS dentro del MNA y en las Naciones Unidas ha auspiciado esperanzas en que la intransigencia estadounidense y europea no siga determinando el destino del mundo. En la XIV Cumbre del MNA en Cuba (2006), el mundo parecía más ligero. Las bromas de Chavez eran bien recibidas; Castro fue acogido como un titán. Parecía que volvían los viejos tiempos, o al menos Delhi en 1983.
Las cumbres del MNA suelen celebrarse sin fanfarria. Los medios de comunicación atlánticos apenas informan de su presencia. Pero este año, debido a que la cumbre se celebrará en Teherán, las cejas se han enarcado de nuevo. Victoria Nuland, del Departamento de Estado de EEUU, se apresuró a condenar el emplazamiento: “Un lugar extraño e inapropiado para esta reunión… Nuestro punto de vista es que Teherán, dado el número de sus graves violaciones del Derecho Internacional y de las obligaciones de las Naciones Unidas, no parecer ser el lugar apropiado” para una cumbre del MNA. El gobierno estadounidense está especialmente irritado de que el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon tenga que peregrinar al MNA (el Secretario General lleva asistiendo desde 1961 a todas las cumbres del MNA, cuando Dag Hammarskjöld dejó Belgrado a su muerte en los cielos africanos). Nuland señala que EEUU le ha expresado su “preocupación” a Ban. El Primer Ministro israelí Benyamin Netanyahu fue aún más claro: “Sr. Secretario General, su lugar no está en Teherán”.
Bombas sobre Teherán
Israel ha estado jugando un juego peculiar en estos últimos meses. Netanyahu y su camarilla son reflejo de la conducta de payaso del Presidente de Irán Ahmadineyad: ambos tienen una imagen exagerada de sí mismos y se pavonean ante las cámaras como bravucones. De sus bocas salen comunicados sensacionales. Lo terrible es que Netanyahu está jugando al juego de la gallina con EEUU. Quiere que el Presidente Obama amplíe las sanciones y dispare uno o dos misiles o que suelte sus propios aviones Hawk para que vuelen el doble de la distancia que volaron hasta llegar a Osirak en 1982 para bombardear ahora Bushehr. Las presiones de Netanyahu asustaron a su propio Presidente, Shimon Peres, quien se apresuró a señalar: “Está claro que no podemos hacer esto a solas y que debemos coordinarnos con EEUU”. Todo esto es un juego de rumores, con muy poca claridad acerca de lo que cada uno está diciendo en realidad y una gran cantidad de ansiedad por las exageraciones que han liquidado ya cualquier posibilidad de poder mantener una discusión madura.
EEUU parece querer tiempo para que las nuevas sanciones al régimen surtan efecto. En marzo se desconectaron los bancos iraníes de la red SWIFT que posibilita las transacciones financieras electrónicas. Se incrementaron las presiones sobre los países que importan petróleo iraní, mientras EEUU y los europeos amenazaban con adoptar acciones contra quienes no siguieran su propio régimen de sanciones (que son mucho más duras que las diversas Resoluciones de las Naciones Unidas, que van de la 1.696, en 2006, a la 1.929, en 2010). El Banco Central de Irán ha informado de un profundo descenso en la porción de las exportaciones iraníes y, en consecuencia, de peligrosas consecuencias para su población. Lo que no parece estar en el radar de quienes crean estos regímenes de sanciones es que apenas consiguen volver a las poblaciones en contra de sus gobiernos. En realidad, en Irán puede ser perjudicial para el movimiento a favor de las reformas. Washington despotrica sobre la autocracia en Irán y la bomba, pero no se da cuenta que para la mayor parte de los iraníes (el 44% de la población vive en barrios muy pobres), el problema principal es el sustento y el bienestar.
El Primer Ministro de la India, Manmohan Singh, estará en Teherán. Se reunirá con Ahmadineyad y le contará los esfuerzos de la India para sortear el régimen de sanciones. Irán suministra entre el 10 y el 12% de las necesidades de petróleo de la India. Ha intentado cambiarse a los suministros saudíes, pero esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. El problema entre la India e Irán tiene que ver con los pagos, porque la India no puede pagarle el petróleo a Irán. Ante lo cual, Irán ha aceptado que le paguen el 45% del valor de sus facturas en rupias indias dentro de la India, y utilizar este dinero para comprar productos indios e importarlos a Irán. Las delegaciones de los sectores empresariales han estado yendo y viniendo para encontrar cosas que vender a los iraníes. Pero los problemas persisten: el régimen de sanciones ha hecho casi imposible que los buques-cisterna consigan una póliza de seguro para su viaje hasta la India. Sin embargo, el lobby empresarial indio estima que el comercio bilateral entre los dos países habrá aumentado en 2015 de 13.500 millones de dólares a 30.000 millones.
El tête-à-tête entre Manmohan Singh y Ahmadineyad abordará asimismo las inversiones indias en el puerto de Chabahar, situado en el sureste iraní, utilizado para llevar los productos indios a Irán y exportar 100.000 toneladas de trigo iraní hasta Afganistán. La India e Irán han hecho fuertes inversiones en Afganistán y ambos tienen intereses comunes en asegurar que los talibanes no vuelvan al poder en Kabul. A este respecto, uno debería imaginar que EEUU se acercaría a estos antiguos aliados, pero las obsesivas anteojeras de Washington hacen que sea imposible ejercer de verdaderos diplomáticos. Desde hace mucho tiempo, uno de los objetivos de EEUU era romper los vínculos entre la India e Irán, dos incondicionales del MNA. La semana próxima, Nueva Delhi y Teherán reforzarán sus frágiles lazos. Mahmohan Singh no hará ningún gesto grandilocuente. No va con su temperamento. Sin embargo, las realidades económicas y los accidentes geográficos pueden hacer necesaria la relación. Esto es algo que Washington no acierta a comprender.
La sangre de Siria
La última vez que el MNA sufrió una escisión política importante fue cuando los soviéticos invadieron Afganistán (1979). El grueso de sus miembros quería condenar la invasión, pero algunos de los más influyentes (Argelia, India, Iraq) se negaron a unirse. Eso dañó la credibilidad del MNA. Este año, es Siria la que plantea el dilema.
En mayo, en Sharm el-Sheij, a la vista del hospital donde estaba encarcelado Mubarak, la reunión ministerial del buró de coordinación del MNA intentó consensuar una resolución sobre Siria. Los saudíes y los qataríes querían una fuerte condena del régimen, pero los sirios, que siguen siendo miembros del MNA, se opusieron al borrador preparado. El documento final resultó ser algo anodino donde se hacía un llamamiento por el éxito del Plan de Seis Puntos del ex Secretario General de la ONU Kofi Annan. Annan se ha ido. En su lugar ha llegado el avezado diplomático argelino y burócrata de la ONU Lajdar Brahimi, que no es ningún extraño en el circuito del MNA. Brahimi sabe mucho de conflictos y ha sido recientemente el hombre de la ONU en Afganistán e Iraq, y también el mediador en el Acuerdo de Taif (1989) que logró poner fin a la guerra civil libanesa.
El papel de Brahimi va a ser difícil. Lágrimas de cinismo por el futuro de Siria. La mayor parte de la discusión sobre Siria girará alrededor de su geopolítica: ¿cuál será el impacto de la caída del régimen de Asad en la región para el poder estadounidense o para el poder de las dinastías del Golfo? ¿Perjudicará esa caída a Hizbollah, a los palestinos, a los iraníes? Estas son preguntas valiosas, pero ignoran una pregunta de clase mucho más importante, que es: ¿qué es lo mejor para el pueblo sirio? Cabe poca discusión de que el régimen de Asad gobierna con una mano forrada del hierro del ejército y la otra metamorfoseada en una tarjeta de crédito para la elite neoliberal cleptócrata. Tampoco hay mucho que discutir sobre la larga historia de brutalidad del régimen de Asad hacia su pueblo, sobre todo durante los primeros once meses del levantamiento de 2011 cuando el pueblo cantaba en sus comités de coordinación silmiyyeh, silmiyyeh (pacífico, pacífico) mientras los tanques de Asad se arrastraban rugiendo hacia ellos. El manejo correcto de las contradicciones debería llevarle a uno a apoyar plenamente la libertad del pueblo sirio, lo que viene a significar dos cosas: el fin del régimen de Asad y la retracción de la mano de EEUU, de los árabes del Golfo y de los rusos. Pero Brahimi no podrá proponer una agenda mientras las necesidades del pueblo sirio no se consideren lo más importante de todo.
Es también por eso por lo que el MNA no podrá actuar con eficacia respecto a Siria. Una delegación del MNA a Moscú y otra a Riad-Doha para pedir una suspensión del envío de armamento y un enfriamiento de la retórica causaría un notable impacto en Asad y su asediado círculo. Pero no es eso precisamente lo que está escrito.
El liderazgo ha recaído ahora en el nuevo Presidente egipcio, Mohamed Morsi. En la reunión de este mes de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) celebrada en La Meca, cincuenta y siete estados miembros expulsaron a Siria. A esto le siguió una resolución impulsada por Arabia Saudí y Qatar. Solo el Ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, advirtió al grupo que no actuaran con precipitación. Intentó refugiarse en los pronunciamientos de Asad acerca de elecciones y reformas, aunque nada de eso tiene ya sentido. Salehi y los iraníes están muy preocupados de que la dinámica de la historia cambie en beneficio de los árabes del Golfo. Esto es lo que está influyendo en su punto de vista sobre el conflicto sirio. Egipto construyó un pequeño puente hacia Teherán en la reunión de la OCI. Morsi propuso la creación de un Grupo de Contacto formado por Egipto, Irán, Arabia Saudí y Turquía. Esta idea fue bien recibida por todas las partes. Pocos días después, en una reunión ministerial celebrada en Yeda, el Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Salehi, se reunió con el Ministro de Exteriores egipcio, Mohammed Amr, para concretar las implicaciones de este Grupo de Contacto. El portavoz del Ministerio iraní de Exteriores, Rahim Mehmanparast, dijo que el Grupo de Contacto sería un mecanismo encargado de “revisar y seguir las cuestiones [regionales] a fin de establecer la paz en la región”. Hasta ahora no se ha conseguido nada concreto pero todo indica que Egipto utilizará el proceso del MNA para encontrar una vía entre las líneas duras de ambas partes.
Egipto e Irán rompieron relaciones en 1979 tras la formación de la República Islámica. Pero tras el derrocamiento de Mubarak, pequeños gestos han puesto en comunicación a los dos países. Los egipcios permitieron que una fragata iraní atravesara el Canal de Suez (la primera desde 1978). Irán dio la bienvenida a la Primavera Árabe en el Norte de África aludiendo a un “Despertar Islámico”, y expresó su confianza en un acercamiento a los nuevos políticos de la Hermandad Musulmana de la región. Los qataríes y los saudíes también tenían sus esperanzas, aunque antagónicas en relación a Irán. El Emir de Qatar Hamad bin Jalifa se reunió con Morsi para una cena del iftar la pasada semana, en la que los qataríes prometieron 2.000 millones de dólares en ayuda (corrió el rumor de que los qataríes querían arrendar el Canal de Suez, quizá para impedirle el paso a las fragatas iraníes). Unas semanas antes de la visita del qatarí, Morsi dio la bienvenida al Vicepresidente iraní Hamed Baqai, aceptando su invitación de ir a Teherán para la reunión del MNA y traspasar en persona la presidencia del Movimiento de Egipto a Irán. En la reunión de la OCI se vio hablando durante largo rato a Morsi y Ahmadineyad. Es probable que a Morsi le guste convertirse en la voz de los No Alineados entre Irán y los árabes del Golfo y proporcionarle a Brahimi el tipo de espacio político que va a necesitar.
Morsi tiene un itinerario complejo. Irá a Teherán vía Pekín. Entre un cónclave con Hu Jintao y después con Manmohan Singh, entre discusiones con los árabes del Golfo y los iraníes, los gestos de Morsi sugieren una afinidad con el tipo de política exterior multipolar desarrollada por los países BRICS.
Es difícil leer en las hojas del té. Los temas principales de la agenda MNA son Irán y Siria. Uno va de una guerra que Israel está ansioso por provocar, y el otro de una guerra que el régimen de Asad está perpetrando contra el pueblo sirio. El mismo hecho de que la cumbre del MNA se celebre en Teherán muestra que Irán cuenta con apoyos frente a cualquier acción precipitada. Si el Grupo de Contacto de Morsi pudiera adoptar dentro del MNA una posición firme de clase en cuanto a Siria y no esconderse tras el cinismo de la geopolítica, entonces la próxima cumbre del MNA será recordada como una cumbre histórica.
Vijay Prashad es profesor y director de Estudios Internacionales en el Trinity College, Hartford. Su último libro publicado es Arab Spring, Libyan Winter (AK Press). Es también autor de Darker Nations: A People’s History of the Third World (New Press), con el que en 2009 ganó el premio Muzaffar Ahmed Book.
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Fuente original: http://www.counterpunch.org/2012/08/21/the-south-gathers-in-tehran/