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martes, abril 30, 2024

De los límites del crecimiento: amenazas y oportunidades

Por Patricio Carpio Benalcázar*

Hace 50 años se puso a la luz un estudio pionero realizado por un grupo de científicos agrupados en lo que se denominó el Club de Roma, quienes auspiciados fundamentalmente por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) – USA lo presentaron en 1972 en la Asamblea General de la ONU en Estocolmo, Suecia.

El título del estudio que encabezó Dennis Meadows fue directo al corazón del sistema: “Los límites del crecimiento”; la conclusión general y definitiva advierte lo que hoy se ha recuperado con fuerza desde los teóricos del posdesarrollo: “Nada puede crecer indefinidamente en un medio finito”.

En computadoras de los años setenta, el grupo de científicos trabajó con modelaciones matemáticas nutriéndolas con datos disponibles en la escala global. Utilizaron cinco variables: el crecimiento de la población, la extracción de recursos de la naturaleza, el crecimiento industrial, la producción de alimentos, y la contaminación ambiental. Simularon todas las interacciones y relaciones de causalidad posibles entre ellas, hasta cruzaron los efectos de las políticas que en ese entonces estaban vigentes y que afectaban el comportamiento de esas variables.

Ellos encontraron que el modo básico de comportamiento del sistema mundo consiste en un crecimiento exponencial, es decir, la duplicación de una línea base de las variables, en tiempos más cortos, lo cual bajo cualquiera de las interacciones se llegaría al punto “crecimiento y colapso”.

“…difícilmente pueden esperarse milagros tecnológicos que a su vez no impliquen mayor uso de recursos o tengan consecuencias graves en el medio ambiente”.

Por ejemplo, en 1650 la población era de 500 millones, su tasa de crecimiento era de 0,3% anual y su período de duplicación era de 250 años. En 1970 la población era de 3.600 millones y la tasa de crecimiento era del 2,1% anual, que correspondería a un periodo de duplicación de 33 años (2003), es decir, 7.200 millones de habitantes.

El crecimiento de la población implica mayor necesidad de alimentos y por tanto incremento de la producción agrícola y ampliación de tierras para cultivos con pérdida de biodiversidad; expansión de ciudades, necesidad de servicios básicos como agua, energía y desarrollo industrial con necesidad de materias primas de la naturaleza; mayor emisión de desechos y aumento de la polución.

Si iniciamos por el crecimiento del capital industrial y la expansión del sector, los resultados son los mismos, extractivismo y polución, es decir, el modelo de desarrollo del sistema mundo no es sostenible y amenaza la vida en el planeta, entre ellas, la de la especie humana.

Sostienen que apelar al desarrollo tecnológico es una trampa que desvía la atención del problema fundamental que es el crecimiento, pues “difícilmente pueden esperarse milagros tecnológicos que a su vez no impliquen mayor uso de recursos o tengan consecuencias graves en el medio ambiente” y lo único que lograría en caso de ser eficiente es alejar un tiempo más hasta llegar hasta el próximo límite.

El informe plantea que el modo de desarrollo basado en el crecimiento y crecimiento exponencial producto de que la humanidad se ha focalizado en el desarrollo material como su principal objetivo, sin considerar los efectos que ese crecimiento implica, debe llevarnos a introducir algunos cambios básicos en nuestra filosofía de la vida y en nuestro comportamiento.

Las conclusiones específicas del estudio señalan que:

  1. Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de crecimiento en el curso de los próximos cien años (si se mantiene el crecimiento exponencial, el límite de sobrevivencia humana será hasta el año 2027)
  2. Es posible alterar estas tendencias de crecimiento y establecer una condición de estabilidad ecológica y económica que pueda mantenerse durante largo tiempo. El estado de equilibrio global puede diseñarse de manera que cada ser humano esté en capacidad de satisfacer sus necesidades materiales básicas y gozar de igualdad de oportunidades para desarrollar su potencial particular.
  1. Si los seres humanos deciden empeñar sus esfuerzos en el logro de la segunda conclusión en vez de la primera, cuanto más pronto empiecen a trabajar en este sentido, mayores serán las probabilidades de éxito para lograr la transición saludable del crecimiento al equilibrio global.

Al final recuerdan que el ser humano, por un instante en la historia posee la más poderosa combinación de conocimientos, herramientas y recursos que el mundo haya conocido, por tanto cuenta con lo necesario para crear una forma totalmente nueva de sociedad humana –construida para durar muchas generaciones, sin embargo le faltarían dos elementos sustanciales: objetivos realistas hacia la sociedad de equilibrio y la voluntad para lograr ese objetivo.

Luego de estas alarmas científicas, a finales de los ochenta, Naciones Unidas y por su encargo receptó otro informe contundente: “Nuestro futuro común” elaborado por científicos liderados por la doctora Gro Harlem Brundtland, informe que fue tratado ampliamente en la Cumbre de la tierra en 1992, el cual hace un profundo análisis al modelo de desarrollo industrial y al agotamiento de los recursos naturales lo cual afectará al desarrollo del propio modelo. Al ser un informe oficial de la ONU y que plantea otro tipo de crecimiento en los marcos del mismo sistema (como el cambio tecnológico, el control demográfico y los patrones de consumo), este ha tenido mayor acogida en términos políticos y ha llevado a convenios y compromisos internacionales de alta pomposidad como los objetivos del milenio y hoy los objetivos de desarrollo sostenible, pero con limitadas realizaciones en la práctica económica.

Por fin merece relevancia las advertencias científicas del panel intergubernamental de expertos sobre cambio climático IPCCC quienes tienen la misión de generar los informes para las Cumbres mundiales sobre clima y monitorear las emisiones de CO2, el avance de sus efectos y la exigencia de bajar las emisiones por países.

En definitiva, el negacionismo a la ciencia y a las advertencias que esta hace sobre un inminente colapso planetario se sustentan así, en el dogma del crecimiento convertido ya en religión oficial de los gobiernos del mundo que se hacen eco de los intereses de las grandes corporaciones capitalistas globales.

Todo este recuento nos sirve para constatar el desinterés de los poderes globales (y locales) por la ciencia, sus investigaciones, resultados, advertencias y recomendaciones. Para el sistema de mercado y su pragmatismo, las prioridades se encuentran en generar las estrategias más adecuadas, eficientes y eficaces para acelerar el crecimiento económico y garantizar una cada vez mayor tasa de acumulación y ganancia.  Lo contradictorio y triste es que una buena parte de la población se acoge sin más al imaginario del crecimiento a la espera de que se cumplan las promesas del desarrollo.

El covid-19 y el modelo de mal desarrollo

La pandemia global que azota a la humanidad nos lleva inevitablemente a regresar la mirada al Club de Roma. Efectivamente, el crecimiento exponencial advertido por Meadows y su equipo no ha cambiado en su tendencia, lo cual, 50 años después, ha desconfigurado el ecosistema global y los hábitats naturales (pérdida de biodiversidad, deforestación, cambios de uso del suelo) y los construidos (polución, acceso a servicios, hacinamiento, etc) dejándolo con capacidad limitada para sostener la vida.

La discusión sobre el origen del coronavirus está siendo manipulado por las derechas globales con el liderazgo estadounidense y Trump bajo intereses estratégicos geopolíticos pero también coyunturales por las próximas elecciones en ese país. Lo que está al fondo sin embargo es la relación del desarrollo realmente existente con la naturaleza. Un reciente informe de la WWF plantea que las pandemias están intrínsecamente relacionadas con la destrucción del planeta, particularmente la pérdida de biodiversidad, son transgresiones a los limites de los ecosistemas que quiebran los ciclos naturales y alteran las funciones de sus múltiples elementos bióticos, abióticos y los encadenamientos ecológicos tróficos.

Las cadenas alimentarias tróficas significan que un organismo sobrevive a partir de nutrirse de energía de otro de carácter primario, secundario y así sucesivamente generando una dinámica que constituye el principio de la evolución y desarrollo de las especies. Cuando eliminamos o reducimos los hábitats silvestres estos encadenamientos se rompen, cuando se trafican especies y se los confina en hábitats humanos o cuando transgredimos la cadena trófica al alimentarnos de especies que no corresponden a nuestra cadena; por ejemplo consumiendo depredadores, lo que estamos es creando las condiciones para la migración de elementos biológicos como los virus, que el organismo humano no puede asimilar. Según la WWF, el 70% de las pandemias más letales tienen este origen de trasmisión de animales a humanos.

Entonces lo que es fundamental en este proceso pandémico, único por su dimensión global es que tiene una interacción directa con el maldesarrollo y la crisis ambiental, dos elementos también de carácter global. Los niveles de emisiones de CO2, de deforestación y extractivismo, la pérdida de biodiversidad, entre otros, contribuyen sustancialmente al cambio climático, a los ciclos catastróficos de sequías e inundaciones así como a la disminución de los glaciares y también al debilitamiento de la capa de ozono; por esto la WWF insiste en reducir la huella ecológica que aliviará la presión sobre los ecosistemas y frenará la extinción de especies, pues señala que la salud humana, depende de la salud del planeta, esta es según este organismo la vía a mediano y largo plazo para bloquear la aparición de enfermedades infecciosas que vienen de animales salvajes a humanos (zoonosis). A esta opción se suma el Papa Francisco en una carta a los movimientos sociales cuando categóricamente, dice: “Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero”.

En este marco, hay dos grandes ejes sobre los que debe levantarse el futuro al corto, mediano plazo, por un lado es fundamental recuperar la investigación y la ciencia al servicio de la humanidad como colectivo y no de empresas transnacionales que la utilizan para beneficio particular. Al contrario del negacionismo global (Donald Trump, Jair Bolsonaro y muchos otros) la ciencia nos da las pautas sobre lo que se debe hacer y cómo y sobre lo que no se puede hacer por los riesgos estructurales sobre la naturaleza y la vida. Los Estados deben fortalecer la educación y la investigación como base del desarrollo endógeno.

Por otro lado, a través del sistema educativo, es fundamental trastocar el sistema de valores enraizado en el modelo de desarrollo. La orientación existencial de las personas y la sociedad se resume en tener para ser, lo cual internaliza en la cultura esa lucha competitiva por acceder a más y más recursos económicos y acumulación sin fin.

Es necesario recuperar la espiritualidad, entendida bajo una lógica del cuidado tanto de la naturaleza de la cual somo parte inmanente y del cuidado de los propios, de los demás humanos; en esto debemos escuchar a los pueblos originarios y a las mujeres, quienes son las verdaderas guardianas de la vida.

Un modelo sustentado en economía del cuidado, social, solidaria y en el desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio del bienestar y la ecología, serán la única posibilidad para que la especie humana sobreviva algunos cientos de años más en este hermoso planeta azul.

La amenaza que se cierne, sin embargo en la post pandemia, es esa capacidad increíble de resiliencia del capital y del modelo de mal desarrollo. El capitalismo digital seguramente se abrirá espacio y encontrará los mecanismos más inverosímiles para reorganizar el incesante proceso de acumulación capitalista. En esta era, seguramente la voracidad por los metales para la industria informática será agobiante para nuestros pueblos y ecosistemas.

El Ecuador y su estrategia

Nos preguntamos si el Ecuador con su cuadro garrafal de manejo de la crisis sanitaria está imaginando alguna estrategias inteligente. Para analizar el impacto de las nuevas medidas económicas para paliar la crisis fiscal ocasionada por la pandemia Covid 19 y el derrumbe de los precios del petróleo, se debe analizar los indicadores de pobreza y empleo existentes en el país. Cada cuatro de diez ecuatorianos viven en condiciones de pobreza y alrededor de la mitad de la población económicamente activa, con trabajo informal.

En estas condiciones reducir los salarios y flexibilizar las relaciones laborales bajo una modalidad inexistente que el gobierno la denomina “acuerdo entre las partes” además de la fijación de la jornada laboral y disminución salarial como la empresa lo defina, resulta altamente contraproducente para la estructura del empleo, situación que repercutirá en el aumento del desempleo, subempleo, pobreza y extrema pobreza.

De esta manera, la crisis económica en la que se encuentra el país se embarca en una espiral negativa, pues la relación entre oferta y demanda se rompe radicalmente, en la medida que la producción al final del día no tendrá consumidores por su carencia de liquidez para acceso al consumo, lo cual a su vez repercutirá en la quiebra de múltiples empresas y emprendimientos con el consiguiente incremento del desempleo.

“La otra prioridad emergente es garantizar la seguridad alimentaria a través de apoyo a la pequeña producción campesina con semillas, abonos orgánicos, transporte de sus cosechas y garantizar un precio justo”.

En la visión del Gobierno, parece que este escenario o no importa o no se visibiliza; la prioridad claramente es defender el capital sobre el trabajo y con mayor atención preservar los intereses de los especuladores financieros, la banca, intermediarios petroleros y la gran empresa, pues con una política más soberana, están dadas las condiciones para renegociar la deuda externa en términos estructurales, con una moratoria de al menos dos años de tal forma que esos recursos destinados para este fin, puedan ser reorientados hacia las nuevas prioridades que las pandemia ha dejado a la vista. El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) en estas semanas ha realizados pronunciamientos sorprendentes: ha planteado flexibilizar la deuda externa para países con problemas financieros, es más ha planteado que los Estados deberían focalizarse en gravar impositivamente a las grandes fortunas para financiar la crisis.

Otra opción en la misma perspectiva tiene que ver con la renegociación de los contratos petroleros pues resulta evidente cuando los precios se han derrumbado y las arcas fiscales deben cubrir negativos en dicha actividad extractiva, esta tarea debe cubrir la intermediación de seudoempresas que esquilman fondos del Estado cuando esto lo debe hacer directamente las instancias nacionales de la estructura estatal petrolera.

La reducción del personal de funcionarios de alta gama del gobierno y de los poderes del Estado, puestos políticos y parentela del grupo gobernante debe ser también eliminada como asesores, viceministros, decenas de directores y subdirectores, gerentes, personal de relaciones exteriores en embajadas y consulados que no tienen significación, etc. Constituiría una fuente importante de ahorro para el fisco y a nivel de ingresos, la exigencia a grandes empresas nacionales y transnacionales que adeudan al Estado por cerca de dos mil millones de dólares; el rastreo de los fondos de la corrupción con incautación de bienes sería también una importante fuente de recursos y por último la venta de bienes del Estado como los medios de comunicación y otros, generarían fácilmente lo que se quiere obtener de los trabajadores.

Las prioridades en la gestión gubernamental y del Estado debe ser replanteada reorientándola principalmente a reforzar el sistema de salud público, pues sin control de la pandemia es muy difícil reorganizar la economía. El Ministerio de Salud Pública (MSP) debe contar con los medios suficientes para personal, para bioseguridad, infraestructura y equipamiento, así como los medicamentos que los expertos lo recomiendan.

La otra prioridad emergente es garantizar la seguridad alimentaria a través de apoyo a la pequeña producción campesina con semillas, abonos orgánicos, transporte de sus cosechas y garantizar un precio justo, en eso el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAGAP) debe concentrar todos sus esfuerzos; concomitantemente la industria alimentaria y su cadena debe ser apoyada en términos de impuestos y aranceles, créditos y otros beneficios que alivien la liquidez de las mismas, con esto se garantiza el empleo y la producción de alimentos.

La educación es otro de los sectores prioritarios en todos los niveles, pues es fundamental mantener activa y con formación de calidad a niños, niñas, jóvenes y universitarios, de lo contrario cientos de miles de personas caerán en depresión y la formación de talento humano entrará en déficit. Hay que inventar mecanismos para ocupar el personal de docencia sin afectar sus salarios, por ejemplo incorporando formación más personalizada, por grupos pequeños y hasta individualizados cuando corresponda.

Todas estas opciones están enmarcadas en una perspectiva de desarrollo endógeno, de relaciones selectivas con los mercados globales y de potenciación de nuestras capacidades. Así lo hicieron los países en momentos críticos y que hoy representan grandes economías globales.

Lamentablemente para este conjunto de alternativas se requiere un gobierno con visión estratégica y con visión de país; hoy la realidad nos muestra un déficit en términos de gobernabilidad y gobernanza pues no aparece una planificación coherente y concertada, tampoco articulada con los Gobierno Autónomos Descentralizados y peor articulada a con países circunvecinos, latinoamericanos o los países europeos o EE.UU con quienes se podría articular intercambios de productos y hasta cooperación internacional.

Por el contrario, el ministro de Energía ha señalado que la tabla de salvación del gobierno será el petróleo, lo cual en las condiciones actuales queda descartado; la minería desbastando hábitats de pueblos y comunidades y destruyendo ecosistemas, transnacionales que se llevan los recursos y le dejan al país grandes pasivos ambientales; y el sector eléctrico siempre y cuando esté en manos nacionales y en condiciones operativos tecnológica y ambientalmente con caudales de agua adecuados.

En estos escenarios sólo la activación de los movimientos y organizaciones sociales podría generar niveles de resistencia, pero en condiciones de cuarentena, quedamos en manos neoliberales, con fórmulas para el hambre y la desinstitucionalización del país.


*Profesor investigador de la Universidad de Cuenca. Analista político. Ph.D en Sociología.


La Línea de FuegoFotografía: hbieser / Pixabay.  

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