14 de diciembre 2016
Gustavo Calle Laime en su artículo “La construcción liberal del discurso indianista-katarista” en “Animal Político” (16-10-16) hace algunas reflexiones y lanza algunas preguntas que deben ser analizadas y contestadas, ojalá por muchos.
Lo primero a decir, es que a los actuales intelectuales del indianismo-katarista el término liberal les queda corto -como sugiere Calle-, pues son ultraliberales y dicho por ellos mismos. Endiosan a los qamiris (ricos aymaras) a quienes consideran el referente o el modelo a seguir por todos los indios, a igual como lo hacen en el mundo de los qharas (blancos) con los empresarios o la burguesía. Creen que los qamiris van a recuperar Bolivia para todos los indios cuando logren desplazar a los qharas en su poderío económico, momento en el cual los indianistas-kataristas se encargaran de construir el “poder indio” en alianza con ellos. Consideran que ahora la lucha principal es la económica y esa es la que están llevando a cabo los qamiris, la cual redundará posteriormente cuando los ricos aymaras resuelvan la pobreza de los demás indios. Es decir, el típico discurso conservador en la que los ricos salvan a los pobres.
Se declaran desarrollistas y racionalistas, al igual que los positivistas que creen en la linealidad de la vida y basan sus teorías en el pensamiento logocrático, al estilo de Aristóteles. Por ello, por ejemplo, critican el concepto de que el futuro está atrás y el pasado adelante, y el cual hace referencia a que lo conocido está adelante y atrás lo que está por conocer. Lo que quiere decir, el caminar mirando al pasado y al futuro al mismo tiempo, y no solo al futuro. Pero para ellos es al revés, o sea, igual a como lo conciben los qharas. Les aterroriza la palabra armonía, que para ellos es igual a paraíso o eliminación de las contradicciones o de los problemas, cuando simplemente es buscar el equilibrio entre fuerzas o situaciones opuestas, es decir, creen como los qharas en la lucha de contrarios y rechazan la armonía complementaria. En resumen, coinciden en casi todo con el modelo de concepción qhara de la vida, pero dicen que luchan contra lo qhara.
Su lucha contra lo qhara no está básicamente en su modelo de concebir la realidad sino en la racialización impuesta a los aymaras como indio y que tiene una connotación de inferiorización, por ello rechazan principalmente a los qharas de izquierda porque se han aprovechado de las necesidades del indio para imponerles su ideología marxista. En su crítica han terminado coincidiendo con posiciones positivistas, creyendo con ello que no son ni lo uno ni lo otro, cuando desde otros ángulos podían haberse afincando en lo que poco a poco se ha ido formando como cosmovisión andina, aunque tenga todavía algunos errores. De ahí que cuando escriben, citan y piensan como qharas liberales-conservadores y repudian a los qharas pro-indígenas acusándolos de culturalistas, esencialistas, idealistas.
Esto ha devenido en una forma de racismo desde el otro lado, que cualquier argumento que haga un blanco en “defensa” o a favor del indio es considerado pachamamista. Como de igual manera todo indio que no hable desde su visión del indianismo-katarismo es también un pachamamista. Es decir, los únicos que no son pachamamistas de toda amerindia son ellos, los insuperables que han logrado develar qué es lo indio y cuál es la auténtica liberación del indio. Lo que podríamos llamar un etnocentrismo extremo, que se acerca a un hegemonismo con tintes fascistas.
La palabra indio es su máxima expresión de reivindicación y su único referente para entender lo indio es a través del indio de La Paz. Al conocer a este indio creen que conocen a todos los indios de los Andes y de América. Ni siquiera conocen a los indios de la amazonia o a aquellos que viven bien adentro de los andes bolivianos que no hablan castellano, pero para ellos el indio de La Paz resume o refleja a todos los indios del continente. Su teoría del indio es la única acertada pues las de los demás indios de América están equivocadas ya que sus cosmovisiones les han sido construidas por antropólogos qharas. En otras palabras, los demás indios no son capaces o simplemente se han dejado manipular por indigenistas e izquierdistas blancos que han creado una imagen idealizada del indio. En definitiva, estos intelectuales han creado un paceñocentrismo para hablar a nombre de todos los indios.
Su objetivo es demostrar que el indio no es la “reserva moral de la humanidad”, de ahí que reivindican inmediatamente cuando algún indio ha cometido algún error o desvarío, para con ello ratificar sus afirmaciones de que el indio es también corrupto, ladrón, asesino. Siendo éste el “indio real”, no aquel que han inventado los románticos qharas con un indio angelical. Es decir, para ellos lo milenario o ancestral ya no existe, y solo hay que basarse en el indio actual el cual refleja al indio verdadero, y aquellos indios que viven todavía en formas ancestrales son indios pachamamistas. Tanto qharas positivistas como estos indianistas-kataristas coinciden en el pachamamismo.
Desprecian a los rituales ya que Evo Morales los ha pachamamizado y folclorizado. Rechazan a los yatiris y demás, pues consideran que lo único que hacen es vender la cultura al turista extranjero qhara o son charlatanes que engañan con sus supuestas lecturas de la hoja de coca o de la naturaleza, y los ridiculizan comparándolos con el presidente de Venezuela Nicolás Maduro que dice que escucha “pajaritos”. Es decir, por culpa de unos pagan todos, y ya nada de lo ancestral sirve, es decir, de lo propio.
Estos indianistas-kataristas no pueden ver a los distintos tipos de indios que hay en toda América, como a los distintos tipos de qharas. Han borroneado un esquema general del indio y del qhara, a partir de lo cual elaboran sus teorías universalistas, por ende, totalitaristas. Han perfilado una visión del indio a su medida e interés, y que les permite desde ahí elaborar sus críticas. Todos ellos responden al esquema de Pedro Portugal Mollinedo y de Fernando Untoja, siendo una proyección de ellos. Han ido alcanzando renombre ya que tienen un buen trabajo de difusión en las redes sociales y están participando activamente en distintos debates. Tienen un discurso bien elaborado y bien fundamentado, que impresiona a quienes no manejan teorías sociales o no tienen una formación política.
Lo irónico y paradójico de todo esto, es que sus concepciones se acercan en gran medida a los postulados de la Ilustración, pero con rostro indio. Se sienten más cerca de un HF Mansilla que de un Josef Estermmann o un Simón Yampara. Básicamente se dedican a criticar y no proponen nada alternativo. Con calificar a todos quienes no piensan como ellos, de pachamamistas, culturalistas, folclóricos, creen ser radicales y originales, pero en el fondo son nihilistas lo cual también tiene origen qhara.
En esencia es un discurso nacionalista, chauvinista, populista, provincialista, que exacerba el odio racial o se aprovecha de él, algo que de hecho ya es fuerte en Bolivia, por parte de los unos y de los otros. Y ahora amplificado mucho más, cuando se critica por parte de cierta población india de que el fracaso de Evo se debe a que se ha dejado manejar por los qharas del MAS. No es que Evo se ha equivocado, son los qharas marxistas que con un discurso indigenista y culturalista han utilizado a los indios del MAS para seguir dominando al indio. De ahí que también hay declaraciones como las del canciller Choquehuanca, que dice que la mayoría de la población es aymara por lo que ellos deberían estar en la mayoría de las funciones del Estado.
Su crítica al pachamamismo es desde el otro lado de lo mismo, de lo que podríamos llamar el pachapapismo o el patriarcalismo homofóbico. Pues, hay quienes también critican al pachamamismo en Bolivia y en toda amerindia, pero lo hacen desde el indio milenario y no desde el “indio real”, esto es, del indio colonizado. Este indio no es el referente ni el ejemplo para tomarlo como modelo o referente único. Hay muchos indios y el que mejor lo refleja, es el que ha sido menos colonizado e influenciado por la civilización y su sistema patriarcapitalista. Siendo desde ahí que se debe partir para una descolonización, y no desde el indio que ha sido domesticado por el occidentalocentrismo como qamiri o como indianista-katarista-ultraliberal o de otro tipo.
El racismo y el nacionalismo está siendo exacerbado en todo el mundo por distintos grupos xenófobos, sin embargo, en referencia a toda amerindia este fenómeno social se da en mayor medida y básicamente en La Paz. ¿Por qué solo en La Paz, por qué no llega a estos niveles extremos en otras ciudades de los Andes o de toda América? Una de las respuestas probables, es que La Paz es la única ciudad sede de gobierno cuya mayoría poblacional es indígena. Cuzco es otra gran ciudad india, pero como no es centro político no refleja el nivel de politización a diferentes niveles como en La Paz.
Los indios han sido históricamente relejados y discriminados por lo que obviamente las reacciones son diversas, desde los que enarbolan el etnocentrismo y su revanchismo pretendiendo dar “la vuelta a la tortilla”, hasta los indios en el otro extremo que buscan blanquearse al máximo. Algo muy parecido a como se observa en otras partes del mundo, por ejemplo, con el grupo terrorista del Estado Islámico, o en el otro extremo, las mujeres hindúes o coreanas que se hacen cirugías plásticas para parecerse más al modelo occidental de belleza.
Afortunadamente en La Paz y en toda Amerindia, hay indios que no han caído en ninguno de estos extremismos ni fundamentalismos, pero habrá que cuidar que tendencias así no enciendan los arribismos y se lleguen a luchas raciales o étnicas. Bolivia es un caldo de cultivo o un lugar donde se podría presentar a futuro una guerra civil de carácter racial de terribles consecuencias, como las que se dan en el Medio Oriente.
Por cierto, qué dirían los primeros indianistas y kataristas de los actuales intelectuales.
Publicado primero en La Razón de Bolivia, el 30 de octubre 2016
Divididos, enfrentados en ideologías y atomizados, los pueblos son presa fácil de intereses ajenos como son los de los parásitos, charlatanes, ineptos, psicópatas y demás jodas, por ende, a la serie de graves problemas sociales asociados a esa triste situación, contraste con pueblos unidos, fuertes, despiertos, etc., situación con la que los esfuerzos se optimizan, los objetivos nacionales se concretarían, en fin, todos terminarían ganando y bastante.
La democracia participativa sería el catalizador idóneo para la expresión en lo social de los resultados del trabajo en equipo. Sólo que no se tiene la experiencia e incursionar en ello requiere de aceptar el desafío, que habrá de ser colectivo. Metódico trabajo de hormiga, de equipo.