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domingo, mayo 5, 2024

¿DERECHA, IZQUIERDA O DEMOCRACIA? por Henry Llanes*

¿DERECHA, IZQUIERDA O DEMOCRACIA?

Henry Llanes*

Las ideologías políticas son la guía de las acciones políticas, son la visión de lo que quiere la política.

En el mundo de las ideas políticas, no existe una teoría que da cuenta si la derecha o la izquierda son ideologías políticas. Lo que si da cuenta la teoría política es de las ideologías que han tenido vigencia en el mundo: conservadurismo, nacionalismo, liberalismo, socialismo utópico, marxismo, socialismo democrático, anarquismo y democracia cristiana.

Socialismo, marxismo y comunismo no son sinónimos. Tratarlos como tales equivale a ignorar sus diferencias teóricas y las disputas que se dan en el marco de la izquierda. El socialismo es en realidad el género teórico a partir del cual surgen como especies el marxismo por una porta y el anarquismo por otra; el comunismo es una práctica política antes que una ideología política[1]” (Goodwin, 1993, 120).

Pero en un sentido amplio, el socialismo tiene sus raíces en el socialismo utópico, que surgió con Owen en la década de los treinta del siglo XIX, y tampoco se puede ignorar al socialismo democrático que emergió a la faz pública en Europa en la segunda mitad del siglo XIX, al igual que el marxismo y el anarquismo.

Partiendo de esta diferenciación de las ideologías políticas, la mayoría de ellas, con excepción de las prácticas violentas (terrorismo, guerrilla), han llegado a manejar el poder político del Estado por la vía democrática, que se caracteriza fundamentalmente por el sufragio[2], la representación política y la división de poderes, así como también por el pluralismo ideológico y la alternabilidad de gobierno; pero a pesar de que la mayoría de estas ideologías políticas han llegado al gobierno, sin embargo no han logrado desarrollar una calidad de vida integral para todo el tejido social ¿Por qué será? ¿Qué es lo que ha hecho falta?

 ¿Por qué seguir insistiendo en la democracia?

 Frente a un régimen totalitario, ya sea de derecha o de izquierda, la democracia es la alternativa, pero no una democracia de motín y de vendetta como resurgió con la revolución francesa (Goodwin, 1993, 235), tampoco de impunidad y de encubrimiento de los actos de corrupción. La democracia es una cultura, cuyos contenidos deben ser proporcionados por una nueva teoría democrática. Desde una visión clásica esos contenidos han sido los siguientes (Ibídem, 234):

  1.  1.       Supremacía del pueblo.
  2. El consentimiento de los gobernados como base de la legitimidad.
  3. El imperio de la ley: métodos pacíficos para resolver los conflictos.
  4. La existencia de un bien común o un interés público.
  5. El valor del individuo como ciudadano racional y moralmente activo.
  6. Iguales derechos civiles para todos los ciudadanos”.

La democracia liberal se ha desarrollado desde el siglo XIX en dos etapas muy importantes sobre el manejo del poder político de los pueblos. La primera tiene sus raíces en dicho siglo[3], cuyo poder se constituyó sobre la base del sufragio restringido, motivo por el cual se la definió como una democracia representativa, clásica, formal y de élite. La segunda legitimó su poder en el sufragio universal, a partir del cual se la define como una democracia de mayorías, que en las últimas décadas del siglo XX asumió una conducta de imposición y de intransigencia, una especie de dictadura del voto, contraria a los principios democráticos de igualdad y libertad.

Como contrapartida a esta visión de democracia, ha ido surgiendo en el camino un nuevo concepto de democracia, que se basa en una democracia de consenso, la misma que tiene como sustento el pluralismo ideológico, para lo cual parte del reconocimiento de que existen sociedades con fuertes diferenciaciones sociales, lingüísticas, religiosas o culturales” (Jané, 1995, 31)[4], pero también económicas y políticas. Para impulsar una “democracia de consenso” se requiere de una cultura democrática formada en el diálogo y en los acuerdos, alejada de los sectarismos y dogmas políticos, de las exclusiones y marginaciones. Su agenda de contenidos se basa en el bien común, la integración y la solidaridad.

El reto de una nueva cultura democrática es ¿cómo garantizar, de manera integral a la población una mejor calidad de vida? ¿Qué hacer para que los sectores sociales que viven en le pobreza accedan a una mejor calidad de vida? ¿Cómo evitar que en el futuro las personas no vivan en condiciones de pobreza? En este contexto, existen personas que luchan por los derechos de todos, por el respeto a la vida; luchan para que no se destruya la naturaleza y el medio ambiente, se oponen a las economías extractivistas, a la tala de los bosques; luchan por una economía sustentable y sostenible, por una ética pública en el manejo de los recursos públicos, por la eficiencia y eficacia en el manejo de las políticas públicas, por la descontaminación ambiental del agua, aire y suelo, por el uso de tecnologías limpias, etc. Estos son los contenidos de una nueva democracia basada en el bien común.

En la última década del siglo XX y de lo que transcurre el presente, se puso énfasis en criterios políticos que no eran nuevos para la teoría política, como por ejemplo la participación ciudadana, democracia participativa, democracia directa, etc., algunos de los cuales ya fueron expuestos por Aristóteles en la edad antigua, tales como la democracia de mayorías, participación ciudadana, rendición de cuentas, etc. Del pensamiento de Rousseau, filósofo francés de pensamiento liberal (1712-1778) han surgido los criterios políticos de la voluntad general, democracia popular, democracia directa, etc., cuyos criterios se remiten al sufragio, plebiscito, referendo, consulta popular o revocatoria del mandato, los cuales han sido aplicados indistintamente por los diferentes sistemas políticos del planeta.

En los siglos XVII y XVIII, Hobbes, Locke y Rousseau plantearon el “contrato social” como la mejor fórmula de gobierno, una especie de política de consenso de carácter pluralista, pero no han sido suficiente para consolidar una cultura democrática, por lo tanto el problema es más de fondo ¿Qué tipo de ciudadanía han creado los sistemas socioeconómicos y políticos del planeta? ¿una ciudadanía individualista? ¿egoísta? ¿inhumana? ¿utilitarista? etc., ¿Cuál de estos criterios calza mejor en nuestra sociedad ecuatoriana?

Algunos sectores políticos preocupados por la gobernabilidad creen que la mejor fórmula de gobierno está en los principios y en los valores: “si las personas pueden ser inducidas a adoptar e internalizar los principios morales, ello es preferible para la vigencia del orden social que tener que coercionarlas y obligarlas a obedecer a la autoridad” (Goodwin, 1993, 233). Con esta afirmación ¿qué se quiere decir? Qué la clave está en una educación integral, que permita al individuo tener una comprensión holística del mundo en que vive, de su relación con la naturaleza y el medio ambiente, y del rol que debe cumplir en esta relación hombre-naturaleza. La moral en la política no debe ser entendida sobre la base de prejuicios, dogmas o estereotipos, sino sobre la base del respeto a nuestros semejantes, de la honestidad, de la responsabilidad y del bien común.

En 180 años de vida republicana del Ecuador (1830-2010) hemos tenido 112 gobiernos[5], aproximadamente de un año y medio de duración cada uno, entre presidentes constitucionales, interinos, jefes supremos, gobiernos provisionales, jefes de gobierno, encargados del poder, etc. Estos hechos demuestran una profunda inestabilidad política, que en lo fundamental responden a una deficiente cultura democrática de la formación social del Ecuador, en la que se ha impuesto el poder del más fuerte, dejando a un lado el diálogo y la concertación democrática.

En el caso de Ecuador, a partir de su inicio como republicana han tenido mucha influencia las ideologías políticas del conservadurismo y liberalismo. Un poco antes de que concluyera la primera mitad del siglo XX surgió el socialismo de inspiración marxista, quien optó por la vía democrática, a pesar de que su matriz ideológica se oponía a este tipo de régimen, al que lo definía como un instrumento de manipulación política de la burguesía o de la clase dominante[6]. A partir de la segunda mitad del siglo XX surgieron las ideologías políticas del socialismo democrático y de la democracia cristiana. Y en las últimas décadas del siglo en referencia, aparecieron como cliché en el argot político del Ecuador los términos de derecha y de izquierda, relacionado el primero con las fuerzas políticas conservadoras y el segundo con las fuerzas políticas del socialismo.

Pero haciendo una síntesis de lo que ha sido la política ecuatoriana en estas tres últimas décadas, paradójicamente se ha dado un mayor proceso de descomposición social y de violencia, cuyos resultados se expresan en un mayor estrés colectivo, tanto público como privado. Las instituciones judiciales y carcelarias están abarrotadas, a punto de estallar, es una especie de anomia colectiva (desorganización del sistema de normas y de control social)[7] y en este último período de vida democrática el Ecuador perdió su sistema monetario, razón por la cual su dependencia es mayor del capital internacional en términos económicos.

Con estos resultados, el problema mayor parece estar en la falta de comprensión de la democracia, la cual no solamente es sufragio, representación política y división de poderes, sino formación democrática, cuya cultura debe nacer desde la base misma de la sociedad civil, es decir, desde la familia, centros de estudio y lugares de trabajo. En estos escenarios es donde se debe cultivar una buena cultura democrática, en donde las personas deben aprender a dialogar y llegar a acuerdos. Este tipo de aprendizaje facilitará enormemente el manejo de la política.

Seguir hablando de esta bipolaridad de izquierda y derecha no le hace bien al Ecuador. El problema es más de fondo, radica en la cultura democrática, y por lo tanto la salida es por este sendero, más aún si la izquierda ha perdido sus referentes teóricos, tal es así, que actualmente se está hablando de una nueva izquierda y del socialismo del siglo XXI, sin precisar sus contenidos, ni en qué se parece o se diferencia del socialismo utópico, marxismo, socialismo democrático o del anarquismo. Pero algo más, para que las ideologías tengan éxito, éstas deben nacer del conocimiento y de la convicción de los pueblos; no es suficiente que sean parafraseadas únicamente por ciertas entelequias, menos aún, si ellas mismas no están muy convencidas y no tienen claro sus objetivos. Algunas personas creen, que los cambios socioeconómicos y políticos dependen de la voluntad de una o de un grupo de personas iluminadas y no de los consensos sociales y políticos.

El seguir manteniendo la contradicción política entre derecha e izquierda no es la solución para el Ecuador, cualquiera que llegue al poder velará por sus propios intereses y no por los intereses de los otros. Los sectores sociales pauperizados seguirán debatiéndose en la pobreza, la descomposición social y la violencia social continuarán multiplicándose año tras año: terrorismo, narcotráfico, sicariato, secuestro, violación, robo, etc.

Más allá de los clichés de izquierda y derecha, lo que deben hacer estas posiciones políticas, es construir un proyecto político democrático y de consensos, de corto, mediano y largo plazo, por ejemplo ¿Cómo generar empleo sobre la base del desarrollo productivo? ¿Cómo mejorar la infraestructura y el equipamiento del país? ¿Cómo desarrollar ciencia y tecnología? ¿Cómo construir la paz y la seguridad ciudadana? ¿Cómo manejar una ética pública en el manejo de las finanzas públicas? ¿Cómo mejorar la educación del país bajo principios éticos, de eficiencia y eficacia? etc.

“En América Latina, más del 70% de los electores no les interesa si un gobierno es de derecha o de izquierda (…) La discusión acerca de la izquierda y la derecha no tienen importancia para ocho de cada diez ciudadanos (…) Los conceptos han caído en una enorme licuadora y se han mezclado sin ninguna lógica” (Jaime Durán Barba y Santiago Nieto, El Arte de Ganar, Debate, Buenos Aires-Argentina, 2010, 59-61).

¿Qué significan dichos datos? De que existe una mayoría de electores -casi las tres cuartas partes del total- que tiene otro tipo de expectativas, más allá de querer identificarse con la izquierda o con la derecha ¿cuáles son esas expectativas, necesidades o intereses? Es una respuesta que queda pendiente.

Con el triunfo del mercado de consumo y del marketing, lo que le interesa a la gente política (clase política)[8]es ganar las elecciones inventando cualquier slogan o consigna política.

Henry Llanes

Izquierda Democrática


[1] Barbara Goodwin, El uso de las ideas políticas, ediciones península, Barcelona-España, 1993.

[2] El sufragio es la mejor expresión de la democracia directa o de la participación ciudadana por medio del cual se elige a las autoridades de elección popular, se impulsa la revocatoria del mandato, la consulta popular o el referendo, etc.

 

[3] Miguel González Tornés, Partidos políticos y sistemas de partidos, en Temas Clave de Ciencia Política, Ediciones Gestión 2000, S. A., Barcelona-España, 1995.

[4] José Sort Jané, Sistemas Políticos, en Temas Clave de Ciencia Política, Ediciones Gestión 2000, S. A., Barcelona-España, 1995.

[5] Enrique Ayala Mora, Resumen de Historia del Ecuador, Corporación Editora Nacional, quito-Ecuador, 1994.

[6] El marxismo no creía en la vía democrática para conseguir los cambios sociales y políticos, sino en la lucha de clases, que en el caso de los obreros debía ser liderada por el ejército del proletariado.

[7] Alain Touraine ¿Qué es la democracia? Ediciones Temas de Hoy, S. A., Madrid-España, 1994, 186)

[8] Clase política es aquella sociedad que está relacionada con el manejo del poder político de una nación, con el Estado y con las organizaciones políticas.

lalineadefuego
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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Muy buen artículo…
    Existen más preguntas que respuestas:
    ¿Qué proyecto de nación queremos construir los ecuatroianos…?
    ¿Cuáles son las utopáis viables para ejecutar tal proyecto de nación…?
    ¿Desde qué perspectiva queremos construirlo…?
    ¿Quiénes los vamos a consturilo…?
    ¿Cómo lo vamos a hacerlo…?
    ¿Cuál es el modelo, paradigma que nos sirva como de orientación…?
    ¿Por qué queremos construirlo..’
    ¿Para qué lo quremos…?
    ¿Cómo ir transformando las estructuras injustas que vivimos diariamente…?

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