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DERROTA DE REPRESIÓN, DESLEGITIMACIÓN DEL PODER Jorge León T.

01 agosto 2014

 

El gobierno ha hecho una apuesta que la represión, aparentemente legal, da mejores resultados que el convencimiento pluralista hecho del debate de ideas y tolerancia.

En los hechos, esta dinámica lleva a resultados contrarios.

Primero, lleva a más paranoia: al tratar de convencerse que el otro es el mal, le busca razones de maldad para convencerse a sí mismo que tiene razón, pero eso acaba por legitimar al contendor.

Segundo, la lógica del amedrentamiento ya perdió sus alas en Ecuador, y ahora volverán a salir dedos índices, burlas en camisetas e Internet. La prohibición y represión invita a la imaginación creativa, no sólo de símbolos, frases de impacto y manifestaciones que convocan al repudio. Es lógico, en varios sectores sociales se ha construido ya la indignación, y una vez pasada  la barrera del miedo, la polarización política se incrementa con sectores no del común, sino con los que tienen ideas y son activos; así aumenta el rechazo, lo cual a su vez invita a mas represión, y se forma un círculo vicioso que se incrementa más. El gobierno podrá ganar por un momento frenando la acción de unos pocos, pero en los hechos da razones al contendor, pues se multiplican los casos de abierta injusticia, por legales sean los actos que realizan, como sabemos todo puede ser legal y legalizable. De modo que construye así la causa justa para oponerse, lo cual se convierte en la construcción social, no de lo que el gobierno pretende que sean actos de sabotaje, terrorismo, burda oposición o complot de alguna hipotética derecha.

Tercero, pierde credibilidad: sus mensajes de complot ya son cada vez menos aceptables, peor creíbles.

Cuarto, mientras el gobierno más aumenta la propaganda y el discurso, más se enreda en construir verdades que resultan de papel ante la acumulación de hechos que configuran la injusticia. ¿Cómo convencer que un joven norteamericano, O. Utne, VOLUNTARIO (como otro que fue tan amado en la Amazonía por construir puentes al momento de las inundaciones) que buscaba adaptar la energía solar para la navegación fluvial amazónica, deba ser expulsado del Ecuador? Además de ser un acto injusto, es uno de amedrentamiento y amenaza, ya que trabajó en la Fundación Pachamama cuyo pecado ha sido oponerse a la extracción petrolera en la Amazonía.

Quinto, sí extraer petróleo en el ITT fuese causa justa, como lo dice el gobierno, ¿por qué temer el pluralismo y a los oponentes, que invocan ideas y causas?

Obligarle a salir al cooperante antes que “sea víctima de posibles violaciones a sus derechos humanos” va no sólo contra elementales derechos, sino contra la tradición ecuatoriana de pluralismo y de acoger a los amigos, como es él, un voluntario con una sana causa social. Las justificaciones de Cancillería calzan mal.

Sexto, el gobierno se gana una medalla de represión con actos que ya quedan imborrables: como lo de El Universo, como será lo de los reclamos y chantaje con EL EXPRESO, también las múltiples y legales acusaciones de terroristas para gente que protesta, a veces con modos indebidos, pero que no atentan a la democracia como sí. En cambio, estos actos marcará mañana el análisis sobre el atentado a la democracia de estas medallas de represión.

Séptimo, confieso que luego de tantos efectos contrarios, notorios y requetecantados, es incomprensible que el gobierno se esmere en acumular causas para deslegitimarse, y para que mañana se condene y rechace lo hecho. La apuesta de quien va a ganar, la historia lo demuestra siempre, no será lo que pretende la represión, sino el contendor que acumula medallas al convertir a sus causas en doblemente justas: por lo que defiende y por ser víctima de injusticia gubernamental. Basta ver para ver.

Octavo, un poco de conocimiento de la sociedad y la historia debería recordar, además, que la tradicionalmente pluralista y fraccionada sociedad ecuatoriana, por ahora aletargada por los efectos de la inestabilidad e insatisfacción anterior seguido de un orden social impuesto y alimentado por la renta petrolera, tiene sus ciclos.

Cuando llegue el tiempo de las vacas flacas, los castillos de serpientes encantadas no sirven; pesaran los agravios y volverán a tener razón las causas justas que ahora el gobierno se esmera en legitimarlas con la represión. Basta pensar en Febres Cordero y lo que ahora acontece, o en las dictaduras del Cono Sur con sus sociedades silenciadas en su tiempo, y lo que ahora acontece con ellas y su represión.

Es una izquierda que sigue sin aprender que se vive en sociedad y que más vale que predominen instituciones que definen un juego para todos en todo tiempo y no esta oportunista visión que su proyecto, siempre hipotético, merece que se elimine todo y se convierta todo en cálculo circunstancial, con lo cual crea las condiciones para decapitarse y dar el paso a la derecha.   Es una seducción masoquista de la represión.

Las ínfulas de Correa matan los hechos que representan lo positivo de su gobierno.

 

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