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¿DESPIERTAN LOS INDIGNADOS? por Juan Mateo Espinosa

“Seattle se está convirtiendo en un epicentro de propuestas y opciones reales para  una resistencia organizada al salvaje sistema político y económico que ha empobrecido poblaciones dentro y fuera de las fronteras de EE.UU.”

 

10 Junio 2014

 

La ciudad de Seattle fue fundada luego de la ocupación de las tierras de la nación Duwamish, y lleva el nombre de su legendario líder Si’ahl. Esta nación, no reconocida por el gobierno federal de los Estados Unidos, tiene su Longhouse en las orillas de lo que alguna vez fue el delta del río Duwamish. A inicios del siglo XX, este fue convertido en un canal que alberga a la zona industrial más grande del Pacífico nor-occidental, incluyendo la fábrica de aviones Boeing. Los actuales líderes de la nación Duwamish lideran un movimiento que busca la reparación ecológica de este río, y con ella la reivindicación de la memoria histórica del genocidio y ecocidio causado por la expansión de los Estados Unidos.

Su lucha es una muestra de los conflictos poco visibles de los oprimidos en un país donde su clase política lleva largo tiempo acallando conflictos internos, imponiendo un sistema de sálvese quien pueda. A la par de estas luchas ocultas se está visibilizando un surgimiento de una nueva ola de indignación que ya no busca luchar desde afuera, sino con una clara intención de ocupar espacios de poder en el extraño sistema político de este país. El movimiento por la alternativa socialista (Socialist Alternative) consiguió posicionar un puesto en la alcaldía de Seattle, y su representante Kshama Sawant empujó la aprobación del salario mínimo más alto en una metrópolis. Un logro que empieza a retumbar en el excluyente sistema bipartidista en ciudades como Chicago y Nueva York.

La indignación causada por la decepción de un gobierno que rescató a los responsables de la última crisis económica está tomando forma y responde al evidente descalabro social norteamericano. Los Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo donde la mortalidad materna está aumentando, la expectativa de vida para las mujeres está disminuyendo, y los oprimidos de los oprimidos -sus naciones indígenas- tienen condiciones de salud muy por debajo del promedio nacional. Mientras la inequidad crece alarmantemente, el descabezado y desorganizado movimiento de indignados debe dirigir su mirada a opciones reales de cambio más allá de avalanchas de hashtags y elecciones donde muy pocos votan por el mal menor.

Seattle se está convirtiendo en un epicentro de propuestas y opciones reales para  una resistencia organizada al salvaje sistema político y económico que ha empobrecido poblaciones dentro y fuera de sus fronteras. Habrá que ver si estos indignados pueden responder a las injusticias que han sido impuestas en su nombre a las poblaciones invisibles -como la nación Duwamish- o si esta lucha será diluida una vez más bajo los maletines del lobbying capitalista, experto en aturdir a la población con discusiones y soluciones intrascendentes.

 

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