Los nombres no han sido cambiados, tampoco los lugares, los tiempos son diferentes, si hay algún parecido no es coincidencia.
Los modelos, la forma de vida, la sensualidad, la moda y el glamour de la cultura occidental, se nos muestra en bandeja día a día a través de las películas, de las revistas de moda, de las estrellas de cine, del protocolo y las costumbres cortesanas de la realeza, de los caprichos de una sociedad de élite que no ha conocido la realidad dramática de la historia, ni ha hecho conciencia de que los placeres y disfrute que poseen en la actualidad, se dio por la acumulación de riqueza efecto de la expoliación, explotación, genocidio y dominación de pueblos de África occidental y de sur América, a sangre, fuego y gérmenes, por parte de los países imperialistas de occidente.
La gente que camina por la Quinta Avenida de Manhattan New York, se deslumbra mirando las vitrinas con los diamantes más brillantes y costosos, al parecer, poseer estas joyas es muestra de clase, estilo de vida y status. El modelo de vida nos dice que si una persona ama a otra, y dejemos esto bien claro, cuando un hombre ama a una mujer, el hombre debe demostrar su amor estableciendo promesa mediante la entrega de un anillo de compromiso a la mujer. Esta entrega se la hace de las maneras más creativas e inesperadas que desafíen y sorprendan las expectativas de ansiedad de la mujer; puede ser en un restaurante exclusivo y costoso para que todo el público aplauda y sea testigo de la promesa. A veces ella, en el Central Park alza la mirada al cielo y se da cuenta que una avioneta publicita su nombre con la pregunta ¿Te casarías conmigo?, tras esto, su amante novio le hace entrega del estuche aterciopelado con el anillo de oro y el brillante, si el oro es de altos quilates y el diamante más caro, la promesa es más válida y representativa. Esta tradición occidental consumista inmersa en la espectacularidad y el mercado, hace uso de los recursos que desde la colonización del África Occidental y de América fueron el objeto del deseo: el oro y los diamantes.
Fernando Santos en su estudio sobre la ”Etnohistoria de la Alta Amazonía de los siglos 15 al 18”, recopila los datos de los archivos del Virreinato del Perú sobre el avance de la conquista española a los pueblos de la Amazonía hacia el oriente y hacia el norte en las riveras del Alto Napo (actual Ecuador). Narra la dramática estrategia de la creación de las encomiendas para la evangelización de los neófitos al cristianismo, que en el fondo, solo era un parapeto para la explotación del oro de los ríos amazónicos, ricos en dicho recurso, esclavizando a la población originaria amazónica, que tradicionalmente y desde el origen eran pueblos libres y autónomos como los Tupi Guaraníes, que poblaron toda la Amazonía.
“la mortalidad alcanzó tales proporciones que desaparecieron naciones indígenas enteras.”
La presencia de los españoles en las misiones de las provincias de Mainas, causó tremendas epidemias que cercenó dramáticamente la población originaria. El historiador jesuita P. José Jouanen comenta “la mortalidad alcanzó tales proporciones que desaparecieron naciones indígenas enteras.” Y continúa el Etno historiador Santos, “al parecer ésta (primera epidemia 1740 – 1750) fue una epidemia simultánea de paperas, sarampión y disentería que abarcó desde el bajo Huallaga al sur, hasta el río Tigre al norte, y desde el bajo Marañón al oeste, hasta el río Napo al este. La segunda epidemia general del siglo XVIII comenzó en 1756 como una epidemia de viruela que azoló a las reducciones de la Misión Alta de Mainas causando la muerte de 200 indígenas de la ciudad de Borja, población Jebero y Yurimagua…Al año siguiente la epidemia de viruela fue seguida por una epidemia general de catarro y fiebres que atacó al conjunto de las misiones de Mainas. Se dice que esta epidemia cobró las vidas de hasta 15% de la población total de las misiones que en ese momento alcanzaba la cifra de 12.000 indígenas”.
Sobre los estragos de la epidemia de 1660 a 1661 en las misiones de Cocamilla en el bajo Huallaga el sacerdote jesuita P. José Jouanen dice “era cosa horrorosa…ver a los enfermos y cuerpos muertos por los arenales del río Guallaga, a donde se habían retirado para bañarse en los ataque de fiebre, comidos por gallinazos, de otras aves o de fieras. Los huesos fueron barridos por el río en sus crecientes”.
Para los sabios shamanes de los pueblos amazónicos la explicación a la epidemia que mataba a sus hermanos era el bautismo, acto en el que los curas españoles echaban agua a los niños en la cabeza, para hacerlos cristianos. Qué costo tan alto lo que los españoles llamaban la conversión.
Desde la mirada de los misioneros y españoles conquistadores, la causa de las epidemias era el castigo por la vida en libertinaje y salvajismo en el que vivían los pueblos del denominado “El Dorado”.
La ciencia, la historia, la economía y la estadística nos dice ahora que el enriquecimiento y la acumulación de Europa y el bienestar que ahora enorgullece a occidente fueron en base a la explotación, a la explotación, a la esclavitud de los pueblos de África Occidental y América. El oro de América, objetos artísticos, máscaras, ídolos, representaciones simbólicas de culturas milenarias confeccionadas en oro fueron fundidos para convertirlos en lingotes y monedas, centenares de pueblos de América (cerro de Potosí en Bolivia) millones de personas fueron esclavizadas para extraer el tan preciado oro de las minas y los ríos de América. En África fue aplicado el mismo método, centenares de miles de pueblos originarios de los que hoy es Sierra Leona, Liberia, Guinea, Senegal fueron esclavizados para extraer oro y piedras preciosas, cuyo destino ha sido la acumulación y el enriquecimiento de Europa y Occidente.
Posiblemente el mito de “Las Minas del Rey Salomón” en África, y el mito de la existencia de “El Dorado” en América del Sur, haya sido verdad, porque hasta hoy se continúa la espoliación de los recursos naturales más conocidos como comodities. África Occidental eternamente pobre y esclavizada, Latinoamérica en la misma condición, unidas por la pobreza, unidas por la historia de expoliación y destino común.
Vamos a ver, de todos los que han hecho promesas con un anillo de oro y diamantes en la mano; vamos a ver, de todas las que han recibido una promesa con un anillo de oro y diamantes en la mano, quiénes de ellos y ellas, se ofrecen de voluntarios para actuar en un acto de humanidad con los hermanos afectados por las epidemias.
Mientras unos países planean acciones humanitarias enviando profesionales de la salud a los sitios afectados por las epidemias, otros envían soldados con armas. ¿Qué va a detener las epidemias, la ciencia, la investigación, una acción global humanitaria científica, o las armas y las balas?¿De qué sirven ahora tantas promesas de amor a nombre del oro y los diamantes?.