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jueves, noviembre 21, 2024

DÍAS Y FLORES. Por Jaime Chuchuca Serrano

En los años veinte y treinta, los campesinos indígenas de las haciendas Pesillo, La Chimba, Moyurco y San Pablo Urco protagonizaron varias protestas, se organizaron en sindicatos y convocaron a huelgas y levantamientos.

Mejoraron sus salarios, exigieron la jornada de 40 horas semanales, la devolución de sus tierras, el fin de los diezmos a la Iglesia y remuneración para las mujeres. La acción brutal del gobierno terrateniente causó decenas de asesinados, desaparecidos y procesados por rebelión. Los primeros peregrinajes anticoloniales con pies descalzos de Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango, Jesús Gualivisí, Rosa Alba se remontan a esas penas y glorias.

En 1990 sucede lo imprevisto, mujeres y hombres indígenas saltan a las calles y plazas, allanan edificios estatales, radios y televisiones; la prensa los retrata en sus portadas. En octubre de 2019 pasa lo inimaginable, casi como en 1990, pero a más del movimiento indígena, saltan en unidad verdaderas columnas populares de transportistas, mujeres, campesinos, estudiantes, trabajadores, de las organizaciones de “mishus” para proteger los subsidios. El estallido: la indignación contra la decadencia del moreno-correísmo.

Las y los ecuatorianos se redescubren como cuando se ven a los años, se palpan los rostros,  pero algo más pasa: la prensa lo silencia casi todo; la más rancia oligarquía incuba el sarampión racista a lo Nebot y Viteri; y el gobierno de Moreno se incorpora al fascismo con Romo y Jarrín que nos llena de muertos, heridos y torturados.

En el discurso del poder aparece una doble faz perversa: por un lado “entes manipulables” para prácticas “malignas” y, por otra, una estrategia de condescendencia. El discurso colonial moderno de los falsos redentores.

El levantamiento de octubre resignifica la subjetividad política ecuatoriana con un movimiento de resistencia al modelo neoliberal, al extractivismo y a un fascismo que se viene instaurando de modo global.

La profunda experiencia de lucha de nuestros pueblos resistió y resiste en múltiples formas al terror del Estado y protegió a los pueblos de que los muertos se eleven a cifras infaustas.

Honor, dignidad y flores para las pérdidas irreparables que hasta el momento tenemos constancia:

Raúl Chilpe, Marco Otto, José Daniel Chaluisa Cusco, Inocencio Tucumbi,  José Rodrigo Chaluisa, Abelardo Vega Caizaguano, Silvia Marlene Mera Navarrete y Edison Mosquera Amagua.

*Abogado, licenciado en Filosofía y magíster en Sociología. Actualmente, docente de la Universidad de Cuenca. 

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