El empático con gafas

Por Hugo el búho

Muero de ternura con este presidente que salió de algún experimento de probeta en los Mayamis. Yo que no entendía bien eso de ser empático, por fin llegó alguien que me aclaró todito. Uno que es bruto pensaba que empático era un término futbolístico cuando los dos equipos terminan con marcador igualado. Nuhasido.

Ahí es cuando me puse a investigar, y me sale que empatía significa: Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Buenísimo. O sea que cuando el excelentísimo presidente de la República a oscuras del Ecuador dijo que no le hizo caso a los técnicos -quienes le dijeron enfáticamente que hay que racionar la luz desde hace meses y hacer mantenimiento de las centrales termoeléctricas- porque él tenía la obligación de ser empático con el pueblo, obligó a que las Centrales hidroeléctricas funcionaran a full, sabiendo que en poco tiempo llegaría la sequía.

¡Aplausos para el empático!

Deberían inventarse algún premio Nobel de la empatía, y no cabe duda, el presidente con gafas se lo llevaría sin pensarlo. No dije que él no pensara; él sí piensa. En cómo grabar un tik tok semanal y cómo cagarle más al pueblo. Perdón por la palabrota, pero también ha sido empática. ¿No le oyeron? Que él ha estado arreglando las cagaditas y las cagadotas que le dejaron los anteriores. Es decir que él es una especie de arreglapopó de quienes le caen mal.

Ahora se entiende que todas las estupideces que dice y hace a diario no ha sido porque no le funcione bien el cacumen, sino por empático. Que militarice Palo Quemado se traduce en empatía sentimental con las mineras, que pobrecitas, no les dejan progresar. Que haya asaltado la Embajada de México, empatía diplomática con los gobiernos progres. Que se haya gastado 60 millones de dólares en una consulta inútil, empatía de popularidad electoral. Que haya condecorado a su propio papá (el meme más improbable y famoso del Ecuador) pasa como empatía evasora. Y que ahora nos deje de 14 a 17 horas sin luz, significa empatía con las velas, las cocinas a gas, las planchas con carbón y las piedras de moler.

¡Qué empaticazo el presidente!

Degana se quejan que el señorito no sepa pronunciar ni una frase bien hilada cuando se mete a dar declaraciones que sólo la Lavinia le entiende. Que use el telepronter hasta para ir al baño, no es por leer sus propias cagaditas, sino por empatía con las letras que se proyectan y luego se quedan solas, ahí abandonadas en la luz imperecedera de la nostalgia conchuda.

Así que ya saben. La empatía del presidente con gafas es inversamente proporcional a su entendimiento de la realidad. Si maltrató -y lo sigue haciendo- a su exesposa no es por violento y misógino. No. Es por empatía con el pensamiento cavernario. Porque si pega, grita y maltrata es por su bien empático. Si se emborracha y demás aquí, allá y más allá, no es por sus vacíos intelectuales y existenciales. Never. Simplemente, su empatía con las bebidas espirituosas (y a lo mejor polvos de banano) no le permiten que se queden ahí solitos, naufragando abstemios en el desolado mundo de los incomprendidos.

Gracias señor presidente por tenernos a oscuras las 25 horas al día y 8 días a la semana si le da la gana. Nos llevamos en el corazón su empatismo con el pueblismo.

Imagen tomada de la web.