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jueves, mayo 2, 2024

EL GOBIERNO DE CORREA EN LA MIRADA DE LAS IZQUIERDAS (7ª. PARTE) por Mario Unda

OJOS QUE NO VEN (7ª. PARTE)

El gobierno de Correa en la mirada de las izquierdas

Mario Unda

La izquierda, los intelectuales y las clases medias después de la derrota de los obreros

 Milton Benítez suele decir que para comprender la historia del Ecuador hay que comprender la historia de la clase media. Lo propio debe valer para la izquierda que, desde su origen, fue un punto de encuentro entre los sectores más o menos radicalizados de la pequeña burguesía y de la clase trabajadora. Así que la historia de la izquierda tiene una suerte de hilo rojo en los desplazamientos de los sectores medios, sobre todo de sus capas intelectuales.

 

Derrota obrera y desmoralización de las clases medias

La derrota del movimiento huelguístico de los primeros años 80 estuvo en el origen de la afirmación del neoliberalismo y, al mismo tiempo, en la confirmación de la debacle política de las izquierdas, un derrotero que había iniciado en 1978-79. Hablamos de debacle política para referirnos a un proceso que tuvo dos dimensiones: por una parte, la derrota del movimiento social. Por otra parte, la ruptura de los lazos políticos y espirituales entre la intelectualidad y el movimiento de masas, es decir, también entre la izquierda y el movimiento de masas.

En efecto, la derrota del primer movimiento de protesta contra el neoliberalismo desató la represión y desarticulación del movimiento sindical, el retroceso de la conciencia social hacia la derecha, la conservadurización de las capas medias, y el auto-disciplinamiento de la mayoría de la intelectualidad; y todo ello arrastró a la izquierda hacia la desmoralización y la dispersión.

El corolario fue la victoria electoral de Febres Cordero en 1984 y el triunfo del proyecto neoliberal. Pero no el fin de las resistencias, aunque quedaron aisladas.

Entonces, la intelectualidad tendió a la adaptación; libre de las ataduras de la ríspida lucha de clases, se deslizó fácilmente hacia terrenos más cómodos: se dejó llevar al abandono de la teoría crítica y de sus categorías básicas (modo de producción, estructura social, formación social, clases, lucha de clases, Estado, capital); se escabulló hacia el empirismo y el funcionalismo, y terminó de hacer las paces con la democracia liberal representativa, otorgándole credenciales de universalidad de una supuesta “democracia sin adjetivos”[1]. Desde este punto de vista, la derrota del movimiento popular le permitió a la intelectualidad completar el movimiento de deserción que había comenzado con el retorno a la constitucionalidad.

Así, la intelectual no era más que la contracara de la deriva que se operaba en el estado de ánimo de las clases medias, que se volcó a buscar orden y lo encontró, antes que nada, en la propuesta electoral del Frente de Reconstrucción Nacional, propinándole una sorpresiva derrota a Rodrigo Borja frente al candidato socialcristiano. Este momento marca un punto de viraje en el comportamiento político de las clases medias, sobre todo serranas: a partir de entonces, el progresismo dejará de ser su sentido común compartido y comenzará a perder terreno frente al liberalismo, el pragmatismo y la ideología del mercado. Esta escisión ideológica de las capas medias tenderá a profundizarse con el paso de los años gracias a la profunda redefinición mercantil y a la fuerte diferenciación social que el neoliberalismo generó en todos los estratos sociales. Más adelante, la exacerbación de la violencia y de la inseguridad reforzará la demanda fetichizada de orden y de gobiernos fuertes. La tolerancia, o directamente el gusto por el autoritarismo no es más que una consecuencia.

 

Desmoralización de las clases medias y hecatombe de la izquierda

Los efectos en la izquierda resultaron contundentes. Socialmente, se debilitaron sus lazos con las luchas sociales. Ideológicamente, abandonó completamente la perspectiva del socialismo y se amoldó, de modo explícito o implícito, al horizonte del capitalismo y de la democracia burguesa, más allá del cual ya no ve nada, sino el vacío. El repliegue del pensamiento de izquierdas es general, más amplio que en los primeros años del “retorno”. Es que, así como al contacto con la democracia representativa un sector muy amplio del socialismo revolucionario se redescubrió reformista, ahora los reformismos “comunistas” se adecúan volviendo borrosas sus fronteras con el pensamiento progresista (aquel que, como habíamos dicho, sólo ve realista la mejora del capitalismo y de la democracia liberal, aunque de tanto en tanto bautice esta estrecha perspectiva con palabras grandilocuentes y altisonantes, pero enteramente vacías –al estilo del “socialismo del siglo XXI”).

Esta deriva se profundizaría más adelante con el derrumbe del mal llamado “socialismo real” que, por lo tanto, no fue la causa, sino el empujón final en el proceso de crisis política, ideológica y social de la izquierda ecuatoriana. Muchas personas que antes estuvieron en las izquierdas irían a engrosar el campo de las organizaciones no gubernamentales, en el mejor de los casos. El desánimo expulsó de la acción política a muchos. Y otros se reconvirtieron a cualquier expresión política de las clases dominantes. El ejemplo más llamativo, hoy casi olvidado, fue la migración de René Maugé, ex secretario general del partido Comunista, ex candidato presidencial del Frente Amplio de Izquierda, que se mudó, sin hatos ni garabatos, a una oscura segunda fila de la Izquierda Democrática.

En estas condiciones enfrentaba la izquierda al modelo neoliberal que, en cambio, vivía sus mejores años.

Quito, 20 de septiembre de 2011

[Continuará. En la próxima entrega: la izquierda en la oscura noche neoliberal]

[1]  Alejandro Moreano: Estudio introductorio; en Agustín Cueva: Pensamiento fundamental, Universidad Andina Simón Bolívar-Corporación Editora nacional, Quito, 2007.

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