EL HUAIRASINCHI[i], EL FÚTBOL Y EL ESPACIO PÚBLICO
Alexa Velasco[ii],
Una de las cosas más lindas del huairasinchi es conocer los pueblos y lugares que de seguro como turista común y corriente, no lo haría. ¿De qué manera podría planificar un viaje donde cruce páramos, ríos, montañas y dónde no hay caminos? Por otra parte, algo que me ha venido pasando en las cinco ediciones corridas del huaira es darme cuenta de la evolución o involución de nuestro país…tan rico y tan pobre a la vez. Rico por su gente, su clima, sus ecosistemas, pobre por la pobreza, inequidad, mala distribución de la riqueza, explotación ambiental.
Pero algo que particularmente me llamó la atención esta vez fue la carencia de espacios públicos en los pueblos y vecindades por dónde cruzábamos. Y no es por falta de espacio, es por ausencia de concepto. Cada pueblo giraba o se configuraba en torno a una cancha de fútbol, con césped o sin, pero la cancha grande con sus dos arcos, poniendo en escena la realidad de un país donde el fútbol se ha profundizado hasta reducir el concepto de espacio público y bienestar a un campo de juego, principalmente, masculino y adulto. El pueblo podía prescindir de calles y bordillos terminados, de alcantarillado, de un centro de salud, inclusive hasta de una iglesia (lo cual en los pueblos más remotos me parece extraño, porque nunca faltan los evangelizadores con sus plegarias y manos extendidas) pero no de una cancha de fútbol. Y es que de un tiempo acá, este deporte ha copado la vida no sólo privada de las personas, sino la vida pública y comunitaria de los pueblos, los vecinos, de todos. Pero el problema no es el fútbol. No podemos echarle la culpa a un deporte que ha logrado a activar a miles de personas desde niños hasta adultos mayores. El problema es la ausencia de concepto sobre lo que significa el espacio público, el urbanismo, la ciudad. Aquel espacio dónde se integran y se conocen las personas, donde la identidad y la rivalidad también cobran sentido y significado, donde se van construyendo o reconstruyendo las relaciones sociales y culturales, donde se hace país.
Es allí donde una quisiera refundar o fundar un pueblo, un barrio, una vecindad y empezar a construir ciudad y ciudadanía de la mano, donde lo público prime sobre lo privado. Con tantas oportunidades a la mano, varios alcaldes o presidentes de juntas parroquiales podrían cambiar el sentido de un pueblo, recuperar su historia, dinamizar su economía, tan solo reconfigurando una parte del suelo en función de la comunidad. Una plaza de encuentro, unas bancas, jardineras, faroles y otro mobiliario urbano de buena calidad podría generar efectos cascada como la mejora de las fachadas de las casas, la limpieza de las veredas, la ubicación de cables bajo tierra, la circulación peatonal por encima de la vehicular.
En fin, el huaira me ha dejado muchas lecciones y experiencias. No sólo cruzar la meta después de casi 60 horas de esfuerzo físico, sino recorrer más de 300 km de mi país y entender que aún falta mucho por hacer y aprender.
[i] competencia que engloba varias disciplinas deportivas como: bicicleta de Montaña, trekking, remo, cuerdas y orientación, y que promueve la protección y el respeto por la naturaleza y mantiene una participación de “no dejar rastro”, con un mensaje de conservación. http://www.huairasinchi.com.ec
[ii] Coordinadora del Sistema de bicicleta pública de Quito BICI-Q, ex Presidenta de Biciacción y Coordinadora de Transporte No Motorizado, DMQ