Jeremy Hammond y la ruptura del estado de derecho
Counterpunch
Traducido por Silvia Arana
El activista Jeremy Hammond está detenido sin derecho a libertad bajo fianza desde el mes de marzo de 2012. Se lo acusa de haber hackeado las computadoras de la empresa privada de inteligencia Stratfor y de enviar millones de mensajes de e-mail a WikiLeaks. Lo han llamado “el otro Bradley Manning”. Mientras que Manning reveló delitos gubernamentales, a Hammond se lo acusa de haber filtrado información de una compañía privada, con lo que contribuyó a revelar los manejos internos de un estado policial insidioso y de vasto alcance.
Cuando Hammond tenía 22 años, recibió el sobrenombre de “Robin Hood electrónico” por hackear, como un medio de desobediencia civil. Infiltró el sitio web de un grupo conservador y obtuvo información sobre usuarios de tarjetas de crédito con la idea de hacer donaciones a la Unión por las Libertades Cívicas de EE.UU. (American Civil Liberties Union). Sus acciones consistieron en sacar de los ricos para darle a los pobres. Después cambió de idea y no usó las tarjetas de crédito.
Si el realmente hizo lo que se le acusa de haber hecho con Stratfor, fue por el bien público. Los supuestos documentos que habría obtenido y enviado a WikiLeaks revelan espionaje contra activistas y otras personas por parte de las corporaciones y del gobierno. Por otra parte, Michael Ratner, abogado y presidente emérito del Centro por los Derechos Constitucionales (Center for Constitutional Rights) sostiene que el caso Stratfor demuestra que el grupo Anonymous y Hammond fueron objeto de una trampa del FBI. Un informante llamado Sabu recibió del FBI una computadora en la que habían descargado los documentos en cuestión y se las dio a los hackers.
Hammond ha sido colocado en un régimen de aislamiento -se le ha cercenado todo contacto con el mundo exterior. El 14 de febrero, la Red de Apoyo a Jeremy Hammond anunció en los medios sociales sobre las pesadas restricciones impuestas a Hammond. La Red reportó que Hammond no puede hacer ninguna compra en el economato de la cárcel, ni sellos postales ni comida, y que el alimento que le dan es insuficiente. La única visita que puede recibir es la de su abogado y el contacto telefónico se restringió a los llamados con su hermano.
Este caso es un ejemplo del creciente poder autoritario y sin control que detenta el sistema judicial. Parece que con Hammond están siguiendo los mismos lineamientos que con Manning -ambos fueron recluidos siguiendo un régimen de aislamiento, o detención solitaria. Nahal Zamani, a cargo del Programa de Defensa del Centro por Derechos Constitucionales, sostiene que el régimen de aislamiento es una forma de tortura y es un “castigo claramente cruel e inusual. De hecho, el uso del aislamiento total ha sido condenado como tortura por la comunidad internacional”.
A diferencia de Manning, que está bajo un sistema de “justicia” militar, Hammond está siendo juzgado por un tribunal civil, que se supone que debe respetar la Constitución. Lo que sucede, sin embargo, cuando uno está preso es que ha sido borrado de la vista del público y los prisioneros son progresivamente despojados de sus derechos y se les da un trato inhumano. Una vez que están detrás de las rejas, les quitan su identidad, pierden toda conexión con el mundo de afuera. Dentro de la jaula, existe una zona de tinieblas donde las leyes y las convenciones pueden ser manipuladas por los que detentan el poder, con poco o nada de supervisión.
Esto es solo la punta del iceberg de un sistema judicial con profundas falencias combinado con una creciente corporativización del complejo industrial de prisiones. Los prisioneros son marginalizados y en muchos casos, olvidados. Hammond compartió su experiencia personal como preso en el Centro Correccional Metropolitano durante el Huracán Sandy. Escribió sobre el corte de la energía eléctrica. Los presos quedaron sin agua caliente ni calefacción, sin poder hacer un llamado telefónico, ni recibir visitas ni correo. Quedó al descubierto un sistema cruel que abandona a los pobres, a los marginalizados, a los desprotegidos. Hammond hizo notar que al igual que durante el desastre de Katrina en Nueva Orleans, los habitantes de Nueva York vieron cómo la ayuda no vino ni de FEMA (Agencia Federal para Manejo de Emergencias) ni de otras agencias gubernamentales sino de los grupos comunitarios de base como Occupy Sandy. Terminó su carta diciendo:
“Produce mucho miedo pensar qué podría pasarnos a los presos -que de hecho ya fuimos despojados, silenciados, marginalizados y olvidados- en la eventualidad de un desastre natural más devastador. Aquí hay consenso sobre este tema: ‘Probablemente, nos dejarán morir’.”
Adicionalmente, el sistema legal de EE.UU. se ha ido enfocando cada vez más en atacar a los disidentes políticos, especialmente, a los activistas informáticos. En noviembre de 2012, se le denegó a Hammond la libertad bajo fianza a pesar del argumento convincente presentado por su abogado arguyendo que él no presenta riesgos de que vaya a huir y dando garantías de que no tendría acceso a una computadora. El fiscal insistió en que Hammond huiría. La jueza Loretta Preska mantuvo una actitud muy hostil hacia Hammond y sostuvo que “representa un peligro sustancial contra la comunidad”. Hammond enfrenta cargos por varios delitos de fraude cibernético, los que podrían sumar una condena de 37 años de cárcel.
Ratner se refirió al obvio conflicto de intereses de la jueza Preska en el caso de Hammond. El esposo de Preska trabajaba para un cliente de Stratfor, cuyos e-mails habrían sido hackeados por Hammond. Ratner hizo notar que la mera apariencia de un conflicto de intereses debería haber sido suficiente para que la jueza se hubiera abstenido de participar en el caso, según las normas judiciales.
El caso de Jeremy Hammond muestra de manera clara el deterioro del sistema judicial. Como Bradley Manning, Barret Brown y el recientemente fallecido Aaron Swartz, este es otro caso de un activista de perfil alto que es blanco de ataque usando cargos engañosos. Los tribunales se han vuelto parte de un sistema que favorece a las corporaciones y a los que están políticamente conectados con ellas. Todos estos activistas parecen tener algo en común: no han causado daño a ninguna persona y están motivados por uno de los ideales más altos que forman los cimientos de este país, aquel de que el pueblo debe estar verdaderamente informado, mientras que sus atacantes perjudican y explotan a gente inocente.
En el sistema actual se ha vuelto imposible que los responsables de abusos de poder rindan cuenta de sus actos. Más que nunca, el control de las irregularidades está en manos de la gente común. Fue en respuesta a la reacción pública que Manning fue trasladado de Quantico, donde había sido sometido a un tratamiento cruel e inhumano.
El jueves 21 de febrero, la jueza Preska tomará una decisión sobre la moción de la defensa de que ella debe abstenerse en el caso contra Hammond. En solidaridad con el activista se planea que un grupo numeroso asista al juzgado demandando un juicio justo. Tenemos que permanecer en alerta y apoyar a aquellos que han traspasado el umbral de la zona de tinieblas, a aquellos a los que quieren hacer invisibles y marginarlos del resto de la población. La fractura del estado de derecho puede ser corregida con una actitud vigilante y conciente de la gente común; siendo testigos de la injusticia y cuestionándola desde todos los ángulos. Estaremos en alerta.
Para información sobre la campaña de apoyo a Jeremy Hammond, ir a Revolution News!
*Nota de la traductora: La jueza Preska se negó a recusarse del caso de J. Hammond en la audiencia del 21 de febrero pasado
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/02/19/the-other-bradley-manning/