En septiembre de 1963, en la ciudad de Birmingham, estado de Alabama, los terroristas del Ku Klux Klan dinamitaron e incendiaron una Iglesia Bautista negra. La explosión y el fuego mataron a cuatro niñas negras e hirió a 20 más. Más tarde, el reverendo Martin Luther King Jr., héroe de las luchas por las libertades civiles en los Estados Unidos, pronunció lo siguiente: “Murieron noblemente. Son las heroínas modernas de una Santa Cruzada por la libertad y la dignidad humana”.
Sesenta y un años después, las Fuerzas de Defensa de Israel bombardean Gaza como castigo colectivo por los ataques realizados por Hamas en octubre del 2023. Como resultado de este contraataque indiscriminado, desigual y brutal, muchos niños y niñas han resultado muertos.
A mediados de enero de cada año, muchos estadounidenses centran su atención en preguntas sobre el legado de la era histórica de los derechos civiles de las décadas de 1950 y 1960 en Estados Unidos. Este período anual de introspección nacional se centra especialmente en el Dr. Martin Luther King Jr. como ícono del movimiento de derechos civiles. El 15 de enero, fecha de su cumpleaños, se conmemora como feriado federal desde 1986.
Han pasado casi cuarenta años desde que el Dr. Martin Luther King Jr. pronunció su épico discurso en el que habló de su famoso sueño. El discurso centró su atención en la difícil situación que atravesaba el pueblo afroamericano de los Estados Unidos. Los temas que él trató y las causas por las que luchó, ayudaron a establecer un fuerte movimiento de derechos civiles que hoy por hoy sirve como un faro de esperanza para millones de minorías en todo el mundo.
Si el Dr. King estuviera vivo hoy, sin duda estaría hablando de la difícil situación por la que atraviesa el pueblo palestino. Habría observado que todavía no son un pueblo libre, sino un pueblo tristemente sometido por las cadenas de la segregación y la discriminación. King habría denunciado que un Estado poderoso ocupa sus territorios y que periódicamente cierra diferentes accesos de entrada a su sustento económico. King habría denunciado la injusticia y atropello al entender que fueron forzados a exiliarse en su propia tierra, viéndose obligados a vivir en una franja solitaria de pobreza, rodeada de mar, desierto y asentamientos ajenos. Él habría gritado a los cuatro vientos el silencio guardado en las almas y corazones de esa gente desplazada y humillada, pero valiente y de gran corazón.
Martin Luther King habría declarado en un discurso que los palestinos no luchan por un Estado sino por la libertad, la liberación y la igualdad, de la misma forma como un tal Nelson Mandela lo reconocía, al decir que los palestinos viven en condiciones de apartheid, expuestos a una cultura de terrorismo patrocinado por un Estado poderoso.
Por supuesto que el Dr. King rechazaba firmemente la violencia. Él creía fehacientemente en la filosofía de Gandhi de la no violencia. Habría aconsejado a los palestinos, tal como aconsejó a su pueblo afroamericano en las escaleras del Monumento a Lincoln el 28 de agosto de 1963, al decir que: “debían llevar a cabo su lucha en el alto plano de la dignidad y la disciplina”. Habría citado el Corán, según el cual la vida humana es sagrada y se establece que bajo ninguna condición el Islam aprobaría el asesinato de civiles inocentes.
Al igual que cuando Martin Luther King repitió en su discurso “La otra América” (o Los otros Estados Unidos), donde condena los disturbios, al decir: “Permítanme decir como siempre he dicho, y siempre seguiré diciendo, que los disturbios son socialmente destructivos y autodestructivos”, a él, le habrían indignado los actos terroristas y sus suicidas que asesinan a civiles indefensos de la manera más cobarde. Sin embargo, al mismo tiempo habría sido un fuerte crítico con un Estado que promueve la conflagración y el choque y genera violencia contra un pueblo, con el pretexto de acabar con terroristas escondidos entre ellos.
Le habría impactado que un Estado utilizara excavadoras para derribar viviendas, alegando que alguna vez pudieron haber albergado a terroristas suicidas, y habría condenado las tácticas de las fuerzas de seguridad de ese Estado, que atrapan a los niños que lanzan piedras, para luego dispararles con armas automáticas.
El 4 de abril de 1967, el Dr. Martin Luther King Jr. pronunció un controvertido sermón oponiéndose a la Guerra de Vietnam en la Iglesia Riverside, para luego dirigirse en una gran marcha contra la guerra desde Central Park hasta la sede de las Naciones Unidas. En esta marcha, King pidió un alto el fuego y la retirada de todas las tropas en Vietnam, y que los estadounidenses se opongan a la guerra y resistan el reclutamiento. Así, él habría exigido a su nación que viva según sus valores fundamentales, (que todos los hombres son creados iguales) tanto en su política exterior como en su política interior, haciendo un llamado a sus compatriotas a protestar contra la guerra y a valorar la vida palestina tanto como valoran su propia vida, y a reconocer y avergonzarse sobre la gran barbarie que se comete contra un pueblo donde miles, en su mayoría niños y adolescentes, son asesinados frente a cámaras de televisión con audiencias impávidas, cómodas y costumbristas, quienes se dejan engañar por los medios de comunicación corruptos que cargan la violencia sobre los hombros de los masacrados.
El Dr. King habría denunciado que las tecnologías de última generación y una poderosa y moderna maquinaria militar de ese Estado, están siendo suministradas primariamente por su propio país, y son usadas para subyugar y masacrar al pueblo palestino, al tiempo que habría hablado de la importancia de prevenir el conflicto y la beligerancia, tratando de llegar a las causas fundamentales que son de carácter social y político, en lugar de buscar la paz por medios militares.
King habría pedido a su gobierno que imponga sanciones económicas y políticas al Estado que priva a un pueblo entero de los derechos humanos más básicos, simplemente porque es de una raza y creencias diferentes, y no que lo recompense con ayuda económica y militar. Habría señalado la importancia de utilizar el veto ante el Consejo de Seguridad de la ONU para imponer censura y sanciones a las políticas beligerantes del Estado agresor, el mismo que ya está censurado ante la opinión mundial.
Se habría ofrecido a ir a Oriente Medio y mediar la paz entre los hijos de Abraham y habría hecho todo lo posible para unir a las partes en conflicto. Habría aconsejado a una parte que matar terroristas no resolvería el problema, porque en su lugar surgirán muchos más. A la otra parte le habría dicho que nunca podrán destruir un Estado mediante asesinatos aleatorios de civiles inocentes, porque el equilibrio de poder garantizará que perderán veinte de los suyos por cada uno que ellos aniquilen.
Martin Luther King habría reunido a los líderes de ambos bandos y les habría contado que tuvo un segundo sueño, un sueño en donde les pedía a ambos que hicieran una paz genuina entre sí y que visualizaran el día en que tanto los niños judíos como los palestinos pudieran tomarse de la mano y cantar a viva voz: “¡Por fin libres! ¡por fin somos libres!”. Libres de nuestro odio mutuo, libres de nuestros prejuicios y libres de nuestros miedos, y por fin… libres de la guerra.
“[…] reconocer y avergonzarse sobre la gran barbarie que se comete contra un pueblo donde miles, en su mayoría niños y adolescentes, son asesinados frente a cámaras de televisión con audiencias impávidas, cómodas y costumbristas, quienes se dejan engañar por los medios de comunicación corruptos que cargan la violencia sobre los hombros de los masacrados”.
Excelente