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lunes, noviembre 25, 2024

ENGABAO: ENTRE EL MAR Y ÁLVARO NOBOA. Por Gerard Coffey

No hay mucha agua por aquí, la península de Santa Elena de la costa ecuatoriana se caracteriza por estar seca incluso en la “temporada de lluvias” y la comunidad de Engabao, ubicada en el cantón Playas, de la provincia de Guayas, no es ninguna excepción.

Matorral supongo que se llamaría, aunque no siempre ha sido así, según algunos de los residentes más antiguos, había bosque, bosque seco como se llama aquí, pero la gente del lugar lo taló para convertirlo en carbón ‘Leña para el Carbon’, como dice la canción. Así es como se ganaban la vida y cuando se acababa la madera recurrían a la pesca. Ahora no crece nada aquí aparte de unos pocos arbustos bajos. En el cerro es diferente, un hombre me dice, aún hay bosque allí y vamos a mantenerlo tal como está. Ahora sabemos mejor.

En el pasado, la falta de agua mantuvo a muchas personas alejadas del lugar, pero ya no. Más arriba en la península, hacia el pueblo turístico de Salinas, el riego llegó en los años noventa y con él vino gente de la ciudad de Guayaquil que imaginó que se podía hacer el negocio del siglo. La tierra barata o incluso la tierra robada podrían ser productiva con agua de riego, agua que la gente local y los comuneros ni siquiera podían permitirse y que en consecuencia podían ser “persuadidos”, de una manera u otra, para entregar sus tierras. El hecho de que la tierra de la comuna fuera exactamente eso, colectiva, y por eso no podría ser subdividida o vendida, no era un impedimento en un área donde no había ni Dios ni ley. Lo único que importaba era que la tierra era valiosa: eso era todo.

Engabao

Álvaro Noboa, el hombre más rico del país, es oriundo de Guayaquil y estaba interesado en la tierra de la península. Su mirada cayó sobre la comunidad de Engabao, pero Noboa no es ningún agricultor, el agua que le atrae es salada más que dulce, un agua apta para navegar, surfear, nadar o como los billetes, simplemente contemplar.  Y lo que tiene Engabao es precisamente este clase de océano y, lo que es más importante, tierra frente a este; tierra que los turistas, los ricos y los acomodados podrían apreciar. Un resort en un lugar como Engabao podría ser justo lo que Álvaro necesita y en la mente de Álvaro, lo quiere y lo consigue.

El problema es que la comunidad no lo ha visto del mismo modo. A pesar de la falta de riego y las oportunidades para cultivar, la gente local nunca estuvo de humor para ser intimidado, sobre todo por Álvaro Noboa, a quien muchos ecuatorianos consideran una prueba viviente de que el dinero puede comprar cualquier cosa, incluso un título de abogado en Harvard.

El resultado ha sido una prolongada lucha, en la que Álvaro ha presentado documentos, donde según él, se comprueba que tierras de la comunidad le pertenecen  y que las tierras que los comuneros dicen que son suyas son realmente sus dos haciendas: Merceditos 1 y 2. Frente a esto, la comunidad ha respondido pidiendo, y no siempre con cortesía, que Álvaro se vaya.  Pero el ex candidato presidencial es  persistente y no se ha ido. Más bien ha respondido con litigios, tratando de comprar a los líderes de la comunidad y levantando vallas. La población local se ha resistido, demoliéndolas  y contratando a abogados.

En la ronda más reciente de la pelea, hombres contratados por Noboa, algunos armados, ocuparon la tierra.  Soltaba ganado y actuaba de una forma agresiva que no agradó para nada a los lugareños. Marciano Roca, cuya familia cuida algunas casas frente al mar que la comunidad ha construido, dice que los hombres irrumpieron en uno de los edificios, destrozaron y robaron accesorios”. No fueron simplemente ladrones – dice Roca – esa gente fue enviada aquí por Noboa para hacernos  la vida miserable. Fue nada más que otro intento de doblegarnos y obligarnos a entregarle nuestros terrenos”.  Pero, Marciano no es un echado y como su nombre indica – es muy consciente de la alusión – es un luchador. “Noboa sube a la televisión para decir que somos ladrones, que somos narcotraficantes y demás, tratando de convencer que somos nosotros los que estamos tratando de robar su tierra, pero no es cierto, aquí somos pescadores, gente decente. La tierra es nuestra y no la vamos a perder”.

Para ser justo, Noboa no ha sido el único en codiciar la tierra de su vecino. Fabricio, el “hermano mayor” del ex presidente Rafael Correa también reclamó tierras aquí[i], incluso construyó una casa pequeña y generalmente molestaba hasta que la comunidad lo echó hace cuatro años. Más tarde, su casa fue demolida por orden judicial y en noviembre de 2016 se reconoció los derechos de la comuna. Desde ese entonces, no se sabe de Correa, pero en Engabao nadie se ha olvidado de él, ni de ninguno de las otros que han tratado de reclamar tierras dentro de la comuna.

Uno de los ‘containers’ quemados por la comunidad durante el enfrentamiento con los ‘invasores’ de Alvaro Noboa.

A la lucha

El resentimiento ha sido profundo, pero en mayo de este año, la situación se desbordó y desembocó en una batalla campal entre la gente de Noboa, ‘los invasores’ como los llaman los comuneros, y los habitantes de la comunidad. Los lugareños quemaron unos contenedores vacíos que los ‘invasores’ habían pintado de forma llamativa con la leyenda ‘Propiedad Privada’ y ubicado estratégicamente a lado de la única carretera que lleva al pueblo.

La policía estaba entre las dos bandas, lanzando gases lacrimógenos para mantenerlas separadas , lo que desde el punto de vista local no parecía exactamente justo, dado que un reciente veredicto de la Corte Constitucional había respaldado el derecho de la Comuna sobre sus tierras[ii] y las decisiones de la Corte son el fin del camino legal. No hay derecho de apelación.

En una reunión comunitaria realizada a inicio de junio, las “autoridades” se sientan a la sombra de unas grandes carpas blancas, mientras que a la ‘gente’ le toca buscar cualquier nicho para protegerse de un sol abrazador.  La general Tania Varela, de la Policía Nacional de Guayaquil, llama a la calma y enfatiza que su trabajo es mantener la paz y hacer lo que exige la ley. “Ningún acto ilegal puede justificarse, precisa, sin importar de qué lado provenga”.

Varela hace el gesto de estar afuera, al pleno sol sin sombrero, mientras se dirige a unas 200 personas. Su estilo es discreto, complaciente, algo que no se refleja en las caras de los otros miembros de la policía; hombres que están sentados a la sombra. Esta vez,  la Policía sí ha tomado el lado de la comunidad, expulsando a los ‘invasores’ de Noboa y asegurándose de que todos entiendan que no regresarán.

Hay decepción en  multitud que asiste a la reunión, pues no se asoma el gobernador provincial, José Francisco Cevallos, pero el abogado de la comunidad, con camisa blanca, cabello peinado hacia atrás y soplando nubes de vapor de su cigarrillo electrónico, sí está presente. Sale al sol para tomar el micrófono y recibe una bienvenida bastante entusiasta.  Agita la reunión con un poco de retórica de victoria, pero también pide calma a los comuneros, que en efecto están relativamente tranquilos, por Engabao. Salvo el presidente de la Comuna, Pedro Tomalá, quien más tarde me dice que las coordenadas de las supuestas haciendas de Noboa las colocan en realidad en los alrededores del cercano pueblo de Chaduy, pocos muestran interés en hablar.

Hay algunas quejas sobre otros asuntos concernientes a la comuna, pero la reunión sigue hasta que Emilio Chong, uno de los principales líderes de la lucha contra Noboa, toma el micrófono. Él dice a los comuneros que la policía no ha sido exactamente tan neutral como afirma la general Varela.  Señala que muchas denuncias han sido documentadas a lo largo de los años, pero hasta ahora la policía no ha tomado medidas. Sostiene que algunos abusos incluso han sido filmados. Para su crédito, Varela acepta públicamente el argumento y la reunión se rompe con promesas de que finalmente se logrará la reunión  tan esperada con Cevallos. La gente parece confiar en él.

Por su parte, Chong no está tan seguro acerca de las ‘autoridades’, ya sea sobre el gobernador o la alcaldesa del cantón Playas, donde se encuentra Engabao, quien entregó permisos de construcción en tierras de la comuna. “Ella era miembro del partido político de Noboa”, explica Emilio, “antes de pasar al partido del ex presidente Rafael Correa”.

Él es particularmente escéptico sobre el papel de la policía. “Aquí trabajamos con las ideas de Martin Luther King sobre la no violencia, pero cuando la policía llega con su discurso de paz, lo que parece significar para ellos es que debemos callarnos y no reaccionar mientras estamos siendo golpeados. Cuando un rico intenta poner sus manos en nuestra tierra, está negociando, pero cuando nos resistimos somos terroristas”.

Chong es directo e irradia energía, ha sido nombrado varias veces por haber incitado a los comuneros y actualmente es objeto de una queja presentada ante el fiscal local. Tampoco es ajeno a las amenazas de muerte y ahora no le gusta revelar su paradero. Cuando pregunto, simplemente me dice: “Ando arriba y abajo de la península, hablando con personas de otras comunas, tratando de unir a la gente. Estamos conectados con todas las comunas”.

Emilio Chong y Pedro Tomalá, presidente de la comuna de Engabao. Foto: Gerard Coffey.

Los vientos del cambio

Mientras estamos sentados esperando la llegada de las ‘autoridades’ y el inicio de la reunión, converso con Alejandra Villalta, entre el repique de las campanas de la iglesia y el chirrido de las sirenas de tormenta que, me imagino, están destinadas a enfatizar la urgencia de la situación a los invitados oficiales que aún no llegan. Ella está inmersa en la batalla desde hace cinco años y me cuenta que a pesar del optimismo de haber ganado la batalla legal, la comunidad no bajará la guardia. “Ha sido una lucha titánica contra una injusticia total”, dice, “pero tengo fe en la gente de aquí y en la gente de afuera que nos está ayudando. Seguiremos luchando siempre y cuando sea necesario”.

Alejandra y su esposo eran residentes de Guayaquil; vinieron aquí hace unos diez años y finalmente se mudaron a la comuna de forma permanente hace dos años. Son relativamente nuevos en Engabao, cuyas casi 7.500 hectáreas se registraron como comuna desde 1982, en una época  en que pocos pensaban en el turismo por aquí. Salinas era el lugar a visitar si eras de Guayaquil y tenías dinero. Engabao era poco más que un pequeño punto en un mapa polvoriento que no mostraba nada.

Comuna Engabao (Gills, 2014) – ENG SUB from libertad gills on Vimeo.

 

El pueblo ha crecido desde entonces y ahora tiene una población de alrededor de 5.000 personas, según los residentes locales. También cuenta con su propio puerto, Puerto Engabao que surgió del cambio en los hábitos de trabajo, algo puesto en manifiesto por la fila de a no menos un centenar de lanchas pesqueras alineadas en la playa cada día. En total hay unos 350 barcos, dicen los habitantes, y al contrario de lo que dicen Noboa y su gente, los pescadores – todos son hombres –  no son traficantes y tampoco hay problema con los traficantes que les obligan a portar drogas, como es el caso de la costa ecuatoriana más hacia el norte. Sin embargo, agregan que sí existe un problema con la piratería.

Un pescador explica que ahora no salen tanto por la noche porque los piratas, quienes provienen principalmente de la gran isla de Puná, en el golfo de Guayaquil, les roban los motores y los dejan a la deriva. Es un problema real, enfatiza. Tiene razón. Según el diario El Comercio, 30 personas han sido asesinadas desde enero de este año en enfrentamientos con grupos armados en alta mar[iii]. La península de Santa Elena es una de las áreas más afectadas.

La cabaña de Miguel es uno de los hostales que reciben a los turistas, sobre todo surfistas. Foto: Gerard Coffey.

En tierra firme las cosas están cambiando, una vez más, y aunque el cambio es leve está claro que hay más hostales que hace cuatro años cuando estuve aquí la última vez. Una es propiedad de un ex funcionario de la Comisión de Tránsito de Guayaquil que, según Miguel propietario de la Cabaña de Miguelito, es amigo de la comunidad y ha hecho mucho para ayudar con la batalla legal. Cuando le pregunto a Miguel sobre los términos para ocupar la tierra en la que se encuentra el hostal, no está seguro de qué son y si la falta de definición no es un problema en este momento, podría pasar a serlo si un día la disputa con Noboa finalmente se termina y estos terrenos ahora muy apetecidos están por fin sólidamente en manos de la comunidad.

Le pregunto al presidente de la comuna qué planes habría si, como parece, la lucha finalmente ha terminado. ¿La gente estará interesada en sacar provecho y construir su propio resort al puro estilo Noboa o el plan será desarrollar una forma de turismo ecológico más relajado? Está distraído y no responde; está más interesado en lo que dice el general Varela y en cómo la disputa finalmente se puede poner a descansar.

Villalta, por otro lado, ha venido pensado mucho en lo que a futuro podría traer para la gente de aquí. Ella teme que el asunto de quién puede construir y en qué condiciones podría convertirse en un problema para la comunidad; las cosas han sido bastante relajadas hasta ahora. “Si vamos a evitar problemas en el futuro, los términos y condiciones para usar la tierra van a tener que ser mucho más claras”. También menciona el debate respecto a qué clase de turismo serviría mejor  los intereses de la comunidad. “No creo que queremos que gente venga aquí para construir hoteles y todo lo que hay para la gente local sean trabajos de bajo nivel. Tenemos que pensar en desarrollar negocios propios, no solo en trabajar para otros”.

Ella nota que la presión está en aumento y el ‘desarrollo’ ya ha llegado a varias partes de la Costa. “Hay el puerto de aguas profundas en Posorja y también Karibao’, un extenso complejo turístico que se está construyendo, ambos a pocos kilómetros de distancia[vi]. La gente de Guayaquil también está notando que existe un pequeño boom por aquí, lo que podría convertirse en un problema. Lo que queremos para la comuna es algo diferente, más en línea con las necesidades de la naturaleza, algo que se trata de paz y simplicidad. No queremos centros comerciales ni grandes edificios”.

Paz y sencillez

Al salir del pueblo, el chofer del bus deja pasar a dos chancitos negros que están cruzando el camino al trote. El gesto me parece indicativo de lo que está en juego aquí y de lo que se podría perder si la batalla por el futuro de las tierras de la comuna toma un curso indeseado. Alexandra por un lado, es respetada y tiene la película clara. Sus ideas indudablemente tendrán fuerza, a pesar de la presión para un tipo estándar de ‘desarrollo’ que pueda existir, incluso entre las personas que viven aquí. La tentación de aprovechar  será fuerte y algunos pueden sucumbir a la tentación del dinero fácil. Emilio Chong también está consciente de la bifurcación en el camino hacia el futuro, pero  es claro al respecto. “Queremos algo más basado en la comunidad donde la gente común pueda beneficiarse”, dice con firmeza.

Sin duda el debate sobre las direcciones se intensificará en el futuro cercano. La gente está consciente de las opciones y ahora tal vez puede sentarse a pensar más seriamente en el rumbo de la comuna. Pero a pesar de las victorias legales, uno de los ojos colectivos de la comunidad aún sigue clavado en Álvaro Noboa y en lo que puede hacer a futuro.

Un residente sugiere que la ventaja que tiene la gente de Engabao es que Noboa, hijo de un magnate bananero y cinco veces candidato presidencial, es considerado simplón por muchos segmentos de la población ecuatoriana. El problema, sin embargo, no es la opinión general de Noboa, sino el hecho de que él tiene el dinero para contratar gente astuta para que haga su trabajo. Una de ellas, la abogada Sylka Sánchez, quien también era miembro del partido político de Noboa, declaró que si bien la decisión de la Corte Constitucional reconoció los derechos de la comuna sobre sus tierras, también dejó la puerta abierta para la resolución de disputas a través de lo civil[v]. Es una declaración que lleva una clara advertencia para la gente de la comuna. Corte Constitucional o no, Álvaro Noboa no se va a ninguna parte sin pelear.

[i] Correa dijo ser dueño de 336 Ha incluyendo Puerto Engabao  https://bit.ly/2NITfkb

[ii] En septiembre del 2017, si bien no aceptó un recurso de la comuna respecto a las acciones de Noboa, en el proceso la Corte sí confirmó los derechos de la comuna sobre sus tierras inicialmente sostenido por una decisión judicial del noviembre 2016 de la Sala Especializada de lo Penal de la Corte de Justicia de Guayas. https://bit.ly/2zpiapK

[iii] “En este año la Dirección of Espacios Acuáticos (DIRNEA) ha registrado 112 robos de lanchas y motores, 12 desaparecidos y 30 muertos La delincuencia en el mar deja 30 muertos” El Comercio 25 de junio 2018. P 8.

[iv] Karibao es un sitio de 50 hectáreas que está siendo desarrollado por la hermana de Álvaro Noboa, Isabel, quien tiene fuertes lazos con el gobierno actual, y que en un momento fue considerada una posible candidata a la vicepresidencia de Lenin Moreno. El proyecto tendrá 30 edificios de alta, mediana y baja densidad y representa una inversión de US $ 300  millones. https://bit.ly/2KKyM0s

[v] Según el diario El Telégrafo, Sánchez opina que si bien la Corte Constitucional inadmitió un recurso que presentaron los comuneros en septiembre del 2017, al mismo tiempo reconoció sus derechos sobre las tierras de la comuna. Sin embargo dijo la bogada, el fallo “da vía libre para que los conflictos sean resueltos por las autoridades jurisdiccionales competentes, es decir los jueces de lo Civil”. https://bit.ly/2zpiapK

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1 COMENTARIO

  1. Muy acertada investigación periodística , se escribe la verdad en este artículo , gracias por hacernos sentir que la comuna es escuchada a través de estos artículos a la opinión pública de los atropellos de Alvaro NOBOA y sus matones cree que con su dinero lo puede todo

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