El Expreso
04 de Abril 2016
Realizó una maestría en Historia Comparativa en la Universidad de Essex, Gran Bretaña, y un doctorado en la Universidad de Oxford. Es miembro de los comités de Historia General de América Latina, de la Unesco y de Historia de la América Andina.
¿Cuál es su rol en el Acuerdo Nacional?
Fui invitado a título personal, al margen de las organizaciones políticas, después del fracaso de la reunión de Pachakutik. Se visitó a todas las personas involucradas, se hicieron invitaciones por escrito, se presentó la base del diálogo.
Se formalizó la conversación.
Sí. De manera que fueron todos los convocados, menos Pachakutik. Pero, en general, el éxito ha sido grande y se ha avanzado mucho: mantener el espacio, darle un nombre y hacer una reunión en abril para presentar la propuesta programática.
¿Qué diferencia a este proceso del de La Unidad de los gobernantes locales?
Esa fue convocada por funcionarios. Esta, por los movimientos sociales. Y la idea fue una convocatoria dirigida a quienes habían tenido vínculos con los movimientos sociales, con la esperanza de que luego se pueda extender. Este grupo más homogéneo permitió que la conversación avanzara. Otra cosa muy importante es que aquí no hay candidatos.
En La Unidad tampoco, ¿no?
Sí, pero aquí se convino que debe haber primarias. Ahora la idea es no una candidatura de izquierdas sino más amplia, hacia el centro.
¿Qué sentido tiene empezar del centro a la izquierda?
La convocatoria no excluye a nadie.
Pero no incluye a muchos.
No, no excluye a nadie, pero lo que quiere, inicialmente, es hacer una propuesta programática más o menos coherente. Tenemos que partir de un acuerdo nacional. Y esta será una convocatoria abierta, con la condición de que las personas se sometan al proceso de nominación de candidatos. Aquí nadie viene como candidato
¿Cuál será la agenda, su tema principal?
Esta no va a ser una campaña electoral contra Correa. Va a ser una campaña contra la crisis.
El Legislativo también será clave. ¿A dónde apuntan?
Estamos planteando como cuerpo de coincidencia un plan anticrisis que le diga al país qué hacer, pero también plantear una reconstitución política del país. Y para eso hay que tener un acuerdo lo más amplio posible, también con grupos de derecha, para que en mayo comience a cambiarse la Ley de Educación Superior, la de Tierras, la de Comunicación.
¿Qué hay de la Constitución?
Desde luego hay la decisión de que hay que cambiar radicalmente la Constitución. La mayoría cree que hay que optar por una Asamblea Constituyente, pero todavía no hay acuerdo.
¿Cuál es su opinión?
Creo que una Asamblea Constituyente es la única forma de desmantelar el poder único.
¿Qué peso lleva la estrategia de PAIS en sus cálculos?
Mi opinión y la de muchos es que no debemos depender de las rencillas y el reparto de última hora del correísmo para tomar nuestras decisiones.
Ya dijo cuál es su papel ahora. ¿Cuál será en 2017?
La de un militante activo que quiere fundamentalmente que tengamos una oferta electoral amplia y creíble para enfrentar la crisis y al correísmo y, en segundo lugar, que exista el compromiso de convocar a una Asamblea Constituyente.
¿Militante y candidato?
La gran ventaja es que aquí nadie vino con una candidatura bajo el brazo. Y que nadie se saldrá si se nombran candidatos. Estoy convencido. Eso distingue a este proceso de otros. Claro, hay discusión sobre presidenciables, hay varios nombres distinguidos…
Entre esos el suyo.
Sí, salvando lo de distinguido. ¿No es cierto? (ríe).
Fuente: http://expreso.ec/actualidad/enrique-ayala-m–la-convocatoria-no-excluye-a-nadie-XD225099
El poder social concentrado en representantes tiende a corromper funcionarios, aparte de la enorme presión externa y lo más importante, el pueblo pierde su voluntad, su capacidad, su poder y es que pasa a ser un espectador maniatado y hasta vendado de los sucesos sociales.
La democracia participativa distribuye el poder en sus originarios propietarios, en todas y todos, los responsabiliza y de forma masiva expande la consciencia, el fin último de una sociedad y me atrevo a decir que hasta de una civilización.