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miércoles, diciembre 11, 2024

ENTRE LA COHESIÓN, LA DIVISIÓN Y UNA NUEVA REALIDAD: ¿A DONDE VA EL MOVIMIENTO INDÍGENA?

Una conversación con Floresmilo Simbaña*

Por Gerard Coffey

04 de diciembre, 2024

Nadie puede negar que, en los años desde el levantamiento de los pueblos indígenas de 1990, el movimiento y el mundo indígena en general ha avanzado de forma espectacular, en términos de respeto, derechos y capacidad económica. El mundo indígena de hoy es diferente. Para las instituciones indígena históricas, como la Conaie y Pachakutik, el desafío ahora es adaptarse a la realidad actual, representada por una nueva generación, nuevas ideas, y nuevas realidades económicas.

Lalineadefuego conversó al respecto con Floresmilo Simbaña líder histórico del movimiento.

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1. El sujeto, la organización, el movimiento

Lalineadefuego: ¿En general, cómo ves la situación del movimiento indígena y de los varios pueblos indígenas en el Ecuador?

Floresmilo Simbaña: Hay varios discursos que se han levantado alrededor de la interpretación del mundo indígena y para mí hay tres que valen destacar:

El primer discurso es que existe una suerte de agotamiento de los indígenas, es decir, que su organización está agotada, su proyecto político está agotado, y que eso es como una sombra de la crisis provocado por las muchas contradicciones internas.

De ahí viene el segundo: existe una pugna generacional dentro del movimiento indígena -es decir, todo lo que se conoce como la vieja guardia o la dirección histórica- se agotó, que traicionó, que se equivocó, qué sé yo…, y por lo tanto hay una insurgencia de los jóvenes, sobre todo a partir del levantamiento de octubre del 2019. Esa es una de las interpretaciones que más resuena, tanto afuera como adentro del movimiento.

Y un tercer discurso tiene mucho que ver con los dos primeros: la realidad de los indígenas ha cambiado, ya no son sólo agricultores, sino que en su mayoría son trabajadores, por lo que viven en sus comunidades y sobre todo por razones de migración. Entonces esto habría reconfigurado, o mejor, creado las clases sociales al interior del movimiento. Por lo tanto, esa nueva realidad social pondría en duda a la Conaie como la expresión de la actual realidad social-económica.

Yo creo que estos tres discursos tienen algo de veracidad. Se levantan sobre ciertos elementos de realidad, pero en términos generales representan lecturas esquemáticas y bastante incompletas.

Y en conjunto con los tres discursos, sobre todo de los dos últimos, hay quienes dicen que a partir del levantamiento del ‘19 y del ‘22 hay una nueva reorientación del mundo indígena: que está recuperando su visión histórica superando esa visión, entre comillas, étnica, y desplazándose o recuperado una visión clasista, y esa sería la nueva fortaleza. Para mí, esa lectura también tiene algo de realidad, pero también muchas falencias de lectura de lo que está pasando actualmente y también varias confusiones del propio proceso historia vivido por el movimiento.

Ldf: ¿Y qué elementos pesan en este momento, desde tu perspectiva?

FS: Principalmente dos aspectos, no sólo respecto del movimiento indígena sino del conjunto de la sociedad indígena, en sus rasgos más generales. Uno, es que hay un cambio estructural bastante importante de la realidad nacional, que conlleva consecuencias múltiples y que tienen impactos en el mundo indígena. La sociedad indígena está cambiando bastante, y los elementos de realidad que tienen esos discursos están presentes en el sentido socioeconómico y, obviamente, cultural. Si queremos ponerlo en términos sociológicos, el sujeto social que construyó la Conaie ya no existe. Tal vez es una forma exagerada de decirlo, pero ese sujeto, las comunas, están experimentando y procesando cambios profundos.

Entonces, ese sujeto agrario-rural que construyó la Conaie, entre las décadas de 1970-1980, ya no existe. Hay elementos de migración y de reconversión económica en el mismo sector rural, y la economía rural/agraria ya no tiene el peso el dinamismo que tenía entonces. Actualmente hay otros elementos económicos mucho más dinámicos, sobre todo el financiero, es decir el de las cooperativas de ahorro y crédito. Por ejemplo, la cooperativa Chibuleo de Tungurahua, la segunda cooperativa indígena más grande después de Mushuc Runa, se menciona que cuenta con activos alrededor de 300 millones de dólares.

Lastimosamente, hay pocos estudios sobre estas nuevas realidades económicas. Sobre estas cooperativas que captan e invierten dinero en el sector rural y urbano, juntándolos y dinamizando estos dos espacios. Esto hace que las distintas formas económicas de las comunidades se conecten directamente con el mundo urbano, transformándolo y transformándose al mismo tiempo. Tungurahua es un buen ejemplo de esto, pero lo que hay que tener en cuenta que este fenómeno no es local, sino nacional, no se detiene en las zonas urbanas de las provincias con alta presencia indígena, sino que es un fenómeno nacional. Esta reconfiguración económica no necesariamente mejora las condiciones de vida, pero si las diversifica, las dinamiza. Hace que las economías de las comunidades, territorialmente, abarquen espacios mucho más amplios. Las economías, que en algunos casos ya son históricas, como las de Chimborazo, de Guaranda, están directamente conectadas con Guayaquil, Machala, Quito, etc. Las comunas de Cotopaxi, de Cayambe, están conectadas directamente con Quito, Tungurahua, Otavalo, Tulcán, etc. Para mí, el ejemplo más dinámico es el de los cebolleros de Cayambe: en gran medida, los mismos que cultivan, venden; o sea, no hay una intermediación como sucede con otros productos tradicionales. ¿Y dónde venden? Hacia el sur, llegan hasta Ambato; y hacia el norte, no se detienen ni en las fronteras de Tulcán y llegan hasta Pasto, al sur de Colombia.

Eso cambia totalmente la dinámica. Es decir, las viejas distancias entre lo urbano y lo rural, no solo espaciales, sino políticas, culturales, socioeconómicas, que se construían exclusivamente en disputa, en conflicto, tornan a cambiar. La gente, los indígenas, se mueven como pez en el agua tanto en lo urbano como en lo rural; viven en ámbitos urbanos, pero sus circuitos económicos y subjetivos están conectadas directamente con la comuna; entre otras cosas, ya sea que vivan en Ambato, Quito, Guayaquil, son dirigentes de sus comunidades o de sus organizaciones de segundo o tercer grado, también en instancias regionales o nacionales. Entonces, desde esa perspectiva, la plurinacionalidad fue pensada en un contexto completamente distinto. Ahora se necesitan otros debates, mucho más amplios. Pero no se debe confundir esto con el simple hecho de sumar el debate de la lucha de clases que, dicho sea de paso, es eso siempre estuvo presente, desde sus orígenes, solo basta mirar un poco la historia de la construcción del proyecto político de la Conaie; incluso ese debate hay que renovarlo en estas nuevas realidades. Entonces, estas nuevas formas sociales-económicas, obviamente, transforman la estructura. Pero hay algo que no han logrado eliminar son las comunas. Se están transformando, en medio de un proceso largo y complejo, sí, pero siguen ahí.

Ldf: Las comunas siguen teniendo su importancia, pero a la luz de los cambios que mencionas, no pueden ser como los de antes. El mundo tampoco es el mismo que en los años noventa.

FS: Sí, las comunas siguen ahí, pero el discurso que hemos sostenido sobre la comuna ya choca con esta nueva realidad. Para poner un ejemplo que evidencia esas nuevas realidades: durante el proceso previo a la Constituyente de Montecristi, para elaborar la propuesta de constitución de la Conaie, se hicieron un montón de talleres, como es de costumbre. Me habían encargado la coordinación de la construcción de la propuesta, sobre todo en la parte agraria. La visión que llevamos a los talles, partía de un relanzamiento de la reforma agraria. En una reunión bastante amplia, con delegados de comunidades de Cotopaxi, Pichincha, Imbabura y Tulcán, se supone que la reforma agraria es un discurso histórico. Pero en el taller la gente dijo que no, plantear la reforma agraria, así de manera simple, era poner en duda las propiedades que se había logrado tener. Entonces, empezamos a ver que el tema agrario se había complejizado mucho. Ya no estaba asentado únicamente en el acceso a la propiedad de la tierra, sino en la organización de la producción misma y del mercado. Por lo tanto, reducir la acción agraria al tema específico del acceso a la tierra, no es que ya no importe, sino que ya no es suficiente.

Y ese es un problema que tenemos que discutir, pero no sólo dentro del mundo indígena. Si vemos estudios agrarios en el ámbito académico, hay muy pocos y estos tampoco y parcial. Es más, no hay estudios actualizados sobre las comunas. Los últimos estudios generales, son de entre 2003 y 2004. No hay más. Entonces la academia también está en una situación similar.

Esta falta de propuestas no nos afecta solamente a nosotros, y no lo digo como excusa sino porque es una realidad. El problema es que hemos dejado de debatir estos temas fundamentales. No solamente en el ámbito político, sino también en el académico.

2. La cuestión política

Ldf: ¿Y cómo influye esta nueva realidad en Pachakutik, tanto en la estructura de un partido político que representa el mundo indígena como en sus propuestas de cambio?

FS: Estas nuevas realidades económicas se deben a un proceso largo, de por lo menos 30 años, empezando en los años 90, y van generando sus propios sectores sociales, su propia inteligencia. En los años 90 había muchas ONG, y muchos integrantes de la dirigencia indígena fueron absorbidos por esa dinámica; no lo digo como un adjetivo peyorativo, fueron a trabajar allá, no había otro espacio, ni siquiera el Estado. Todos fueron arrastrados por esas nuevas formas económicas relacionadas con la política. Como resultado, muchos jóvenes de esa generación se acercaron a la política como candidatos por el partido de Álvaro Noboa. A finales de los años 90, si usted ve a los candidatos, sobre todo en Imbabura, en Tungurahua, eran del partido de Álvaro Noboa, y luego de otros como Avanza.

Fue un proceso que más o menos impactó al movimiento indígena y a Pachakutik, no solamente en lo político, también en lo ideológico. Había un sector social del mundo indígena que venía diciendo que esa era la salida, que debemos “enfoquémonos más en lo económico, en las salidas económicas más que en las políticas”. Esta dinámica se fue desarrollando más o menos hasta la época del correísmo.

Ldf: ¿Y qué pasó con el correísmo?

FS: El correísmo, y no necesariamente el correísmo como tal, sino el Estado correísta, absorbió a toda esa juventud como funcionarios y técnicos del Estado. Pero no fue solamente eso, para nosotros era más o menos claro el debate frente a esta situación: ¿cómo acercar a esos jóvenes profesionales? Hace treinta años, gente indígena con título era difícil de encontrar, pero ahora es común, casi un movimiento de profesionales. El asunto es que esos jóvenes generaron un discurso no solamente económico, sino también políticos, muy concordantes con el correísmo, sobre todo en el deseo de progreso y meritocracia. Y, convencidos o no, ahí estaban. Eso produjo un choque fuerte con la base, obviamente también con Pachakutik. Por lo tanto, Pachakutik no puede presentar un discurso o una propuesta que se una a estos nuevos sectores sociales dentro de la comunidad indígena o la sociedad indígena. Su filosofía y origen son distintos.

Hay que tener en mente que Pachakutik nació en base a tres grandes sectores y procesos: el movimiento indígena, que era la principal fuerza y su generadora; por otro lado, estuvo el movimiento sindical, principalmente el sindicalismo de los trabajadores públicos, que entonces era el más fuerte de ese espectro; y, finalmente, toda una gama del amplio abanico de organizaciones y partidos de izquierda. Sin embargo, con el paso del tiempo -estamos hablando más o menos del período de 2000-2005-, por diversas razones, el sector sindical entra en crisis, muchas de sus organizaciones son derrotadas, o entran en negociaciones con el gobierno de turno. Se desestructura como movimiento y pasa a ser un grupo de organizaciones sindicales dispersas. Entre otras consecuencias, optan por salirse de Pachakutik. Y junto con las organizaciones sindicales, también salen o desaparecen muchas de las organizaciones de izquierda. Más adelante, algunas de ellas optarían por entrar al correísmo.

Ahora, Pachakutik se asienta en gran medida el movimiento indígena, pero el costo es que le impide tener un espacio de desarrollo social más amplio. Además de no poder conseguir ese objetivo, claro, también ha enfrentado casos de incoherencia o inconsistencia política-ideológica, corrupción, burocratismo, etc., esto último, para mí, no es la principal razón de sus crisis o de su actual debilidad, es más bien una consecuencia de ella, no su causa. Entonces, como sabemos, una de las lógicas históricas es que cuando la estructura de una organización se debilita, estos elementos secundarios son puestos por delante o utilizados para explicar las crisis en general, pero eso es más una acción política antes que análisis o debate serio y objetivo.

Como resultado, Pachakutik sufre un retroceso electoral fuerte frente tanto a sectores políticos de derecha como del correísmo. El periodo de mayor crisis, al borde de la extinción, fue desde 2007 hasta 2014. Fueron años en los que muchos dirigentes y sectores de las organizaciones indígena opinaban que Pachakutik ya había cumplido su ciclo histórico, por lo tanto, debería desaparecer y se tenía que pensar en otra cosa.

Yo fui partidario de esa tesis, pero justo cuando estábamos dando ese debate dentro de Pachakutik y del movimiento indígena, en las elecciones de 2014, Pachakutik empezó a experimentar saltos electorales. Se hizo evidente que Pachakutik guardaba todavía sentido y esa posición hubo que abandonar. 

Ldf: Se recuperó en esos años, pero en la mente de la población no indígena Pachakutik aún es un misterio, sobre todo después de la división de la bancada legislativa en 2022. Para muchos es un partido político sin una línea clara como, por ejemplo, los socialcristianos o los correístas.

FS: Si, a la crisis social-organizativa que atraviesa Pachakutik es bastante paradójica: desde 2014 viene experimentando una sostenida recuperación electoral, con dos saltos espectaculares en las elecciones nacionales de 2021 y seccionales de 2023, pero es justo cuando enfrenta serios conflictos organizativos, políticos e ideológicos, que lo llevan a drásticas caídas en las elecciones de agosto de 2023. Interpretar esto como un problema de extravíos ideológicos de unos cuantos dirigentes o falta de disciplina organizativa. El fenómeno Pachakutik, difícilmente se puede comparar con las experiencias de los socialcristianos o el correísmo. Ambos vienen de procesos y composiciones sociales y políticas bastante distintos, orgánicamente obedecen a lógicas de poder distintos; estos dos partidos dependen mucho de una dirección individualizada, vertical, donde un solo caudillo tiene la voz de mando, y todos los “militantes” saben que sus carreras políticas dependen mucho del acercamiento que puedan tener con el “caudillo”.

En Pachakutik, el poder es, o era, mucho más social, compuesto por varios espacios de ejercicio del poder, eso daba poco espacio para caudillismo, pero esas estructuras organizativas más amplias y dinámicas, ahora están rotas o debilitadas que, entre otras, abre espacio para justo eso, reforzamiento de liderazgos individuales, etc. Ese proceso hay que tener en cuenta y descifrarlo, ya que en el fondo es un proceso social, político y organizativo complejo, no es una organización unívoca, donde el poder y la base ideológica y su accionar se construyen, no solo de manera colectiva, sino también de permanentes acercamientos consensuados. No depende únicamente de la buena o mala voluntad o claridad de un dirigente, sino como éstas se construyen desde las organizaciones. Es precisamente esta lógica la que se ha abandonado. En Pachakutik, por su composición, nunca había una única línea, desde sus orígenes se construye entre varias corrientes internas. Por otro lado, esos consensos internos que fueron posible construir en los años 90, incluso hasta el 2010, más exactamente hasta el proceso Constituyente de Montecristi, se han ido disolviendo.

Y en la actualidad no hay consenso respecto a la línea política, estratégica y organizativa del movimiento. Ni en Pachakutik ni en el mundo indígena como tal. Entender o reducir toda esta compleja realidad y situación como una disputa o desencuentro entre Pachakutik y la Conaie es un grave error, porque si ese fuera el problema, las cosas se resolverían solo con medidas organizativas, como se pretende en muchos de los casos, pero la realidad, desgraciadamente es más complejo. Las diferencias inevitablemente van a seguir existiendo, porque Pachakutik y la Conaie si bien están íntimamente ligadas, pero son dos procesos concretos y cada uno necesitan respuestas acordes con sus respectivos procesos y realidades. Decir que los problemas de Pachakutik son porque no se somete a la Conaie es una mera retórica que busca ocultar otras realidades. 

Ldf: Pero había discrepancias entre la Conaie y Pachakutik, las dos instituciones políticas más importantes del movimiento. ¿Se resolverán con la situación actual, con Guillermo Churuchumbi como presidente de Pachakutik? 

FS: Yo generalmente intento hacer lecturas de la coyuntura política bajo una visión de conjunto, a veces abstracto, de entender la experiencia de Pachakutik en medio de la totalidad de lo que se llama la izquierda. Y desde ahí pretendo ver cuáles son las dinámicas concretas del movimiento Pachakutik y del movimiento indígena, y de los otros sectores u organizaciones sociales que se puede entender como la izquierda ecuatoriana.

Ahora, con la llegada a la dirigencia de Pachakutik de alguien que es apoyado por la dirigencia de la Conaie, se ve que lo que existe no es un lío meramente ideológico, es un lío social y organizativo mucho más amplio. Es un lío incluso histórico: es decir, que la debilidad de Pachakutik es no haber podido ampliarse a otros sectores u organizaciones más allá del movimiento indígena. Amen de los errores cometidos, la realidad es que por fuera del movimiento indígena no hay otra organización movimiento social más o menos equivalente, y esa es la dura debilidad no solo de Pachakutik, sino de toda la izquierda ecuatoriana. Esto se vio en el levantamiento del ‘90 y también en los del ‘19 y el ‘22. El lío es que todos ven y esperan a la Conaie, pero la Conaie no tiene los suficientes instrumentos organizativos políticos para sostener una conducción nacional de forma permanente. Más o menos lo ha podido hacer en determinadas coyunturas, como por ejemplo en las últimas de las movilizaciones del ‘19 y del ‘22, pero en la lucha general contra los gobiernos neoliberales actuales, eso no es suficiente.

Entonces, esa es una terrible debilidad. Es una debilidad general del proceso ecuatoriano, y si queremos ponerlo en términos políticos es una debilidad de la izquierda. Es decir, cuando muchos enfatizan los errores de Pachakutik o la debilidad de Pachakutik, para mí es también una debilidad general de la izquierda, no solo de Pachakutik.

El correísmo, por ejemplo, es un proceso bastante sui generis, que cuando llegó al gobierno, en lugar de privilegiar su propia estructura como movimiento, privilegió el Estado, y con el Estado ya vemos cómo le ha ido hasta ahora. Lo cual no quiere decir que no sea un fenómeno social: lo es. Medio ambiguo, medio raro quizás, pero es un fenómeno social, que no crea organizaciones sociales, más bien las debilitada para luego absorberlas, recoge su referencia social, pero no sus estructuras, eso le permite fortalecerse electoralmente y a su caudillo, pero no crea procesos sociales reales y, al menos hasta ahora, no les permite ganar la presidencia, aunque les va bien en las elecciones seccionales, ese es su poder y su debilidad al mismo tiempo.

Ldf: ¿Podríamos ver una renovación y recuperación de fuerza del movimiento?

FS: El movimiento indígena ecuatoriano es un fenómeno único si tú le comparas con los movimientos indígenas e incluso campesinos de Colombia, Perú, de la misma Bolivia y de otros países de la región. Se ve que es uno de los movimientos que ha tenido mayor capacidad de renovación. Pero para mí, en el caso actual, más que un relevo generacional, lo que tenemos es un cambio del origen social de las nuevas dirigencias.

De la generación que lideró el levantamiento de 1990 y toda esa década, ya ha habido tres renovaciones generacionales en la dirigencia. De la primera generación que renovó esa dirigencia, entre los más visibles tenemos a Salvador Quishpe, Lourdes Tibán, entre otros. En la segunda generación que accedió a la dirigencia están Humberto Cholango, Guillermo Churuchumbi, Marlon Santi etc. Y luego tenemos la generación actual, que sí es distinta, pero esa diferencia no radica en que son jóvenes, sino el sector social del que vienen. Todos, o la gran mayoría, de la dirigencia actual del movimiento indígena, tienen poca o ninguna experiencia comunitaria. Todos, o casi todos, tienen títulos universitarios de 3r, 4to o 5to nivel, lo cual es muy bueno, pero vienen de débiles procesos comunitarios. Y no me refiero sólo a aspectos organizativos.

Este carácter en el origen social de muchas de las nuevas dirigencias, hace que saquen a la comunidad del centro de la visión organizativa, política, estratégica del proyecto político del movimiento. Incluso llegan a asegurar que la comuna y lo comunitario ya no tiene el peso que tenía. Este cambio se refleja en las distintas lecturas que hacen actualmente, no reparan en que las comunidades siguen ahí, inclusive, al menos cuantitativamente, en lagunas provincias han aumentado; este es un debate mucho más amplio y complejo. En este contexto hay un debate en la Conaie, un proceso oficial de debates sobre los estatutos, donde dicen que la Conaie ahora no sólo reconoce a organizaciones comunitarias, sino a cualquier forma organizativa. La concreción de esta perspectiva podemos ver en el Pueblo Kitu Kara, cuyo último congreso aprobó la inclusión de organizaciones culturales, compuesto por pequeños números de integrantes, cuya relación con las comunas y comunidades es participar artísticamente en sus fiestas. Esto, en el fondo, cambia el carácter mismo del movimiento.

3. De la coyuntura a la (re)construcción

Ldf: Ahora quiero volver a lo inmediato, a la descalificación de los asambleístas que iban a acompañar a Leonidas Iza, el candidato presidencial de Pachakutik. Parece una decisión bastante arbitraria, que va a tener un impacto fuerte en Pachakutik. ¿Cuál es tu lectura de este hecho?

FS: Obviamente es un fuerte golpe que hayan descalificado la lista nacional de asambleístas de Pachakutik. No lo esperábamos, pero más allá de los errores de procedimiento que se hayan cometido en la inscripción, esos errores eran subsanables, así dice la ley, es más la Constitución determina que los errores de procedimiento no se pueden desconocer un derecho. Pero a pesar de ser subsanables nos descalificaron. Hay ahí una clara intencionalidad política.

Ldf: ¿Quién estaba detrás?

FS: Bueno, es público quien y quienes controlan el CNE.

Ldf: Para expresarlo de otra forma: ¿quién se beneficia de la decisión?

FS: Con la descalificación de la lista nacional de Pachakutik se benefician dos sectores: el correísmo y Noboa. Porque a Noboa le quita el peso de un movimiento contestatario, y el correísmo se quita al movimiento que le hace contrapeso.

Ldf: Fue una sorpresa para casi todos, y se intuye que había una fuerza política que estaba manipulando al Tribunal. Sobre todo, porque pasó lo mismo con Jan Topic, que para algunos representaba el plan B de la derecha…

FS: Claro, más allá de sufrir la misma situación, nosotros criticamos y somos oponentes de Topic, pero su descalificación beneficia más a Noboa, entonces… Es lo mismo con el caso de la vicepresidenta. Igual, estamos en las antípodas políticas con la vicepresidenta, pero lo que están haciendo con ella va abiertamente por fuera de la ley. Eso, en cualquier país del mundo se llamaría golpe de Estado.

Ldf: Entonces, ¿qué va a venir para Pachakutik? ¿Un proceso de reorganización, de reconstrucción?

FS: Se está intentando eso con la actual coordinación de Guillermo Churuchumbi. Hemos tenido dificultades fuertes al interno, porque esas pugnas políticas no sólo son de tres dirigentes. Hay dificultades también a nivel de las provincias, cantones, incluso en las parroquias del país. Entonces, ahí está una de las causas de la pérdida de los niveles de consenso político y de fortaleza organizativa que teníamos antes. Las respuestas van a ser lentas y complejas, pero se las empezó a dar. Veamos que sucede.

Ldf: ¿Se puede recuperar el consenso?

FS: No hay una sola respuesta. Por ejemplo, critico mucho a aquellos que creen que recomponer es simplemente asunto de imponer una única línea y ya… no va por ahí. Entonces la intención es trabajar en dos propuestas. Por un lado, un proceso amplio de formación, pero una formación que implique bajada de discurso, ni llevar a unos expertos para que le expliquen a la gente. Será una especie de capacitación e investigación, es decir, junto con la gente, ir viendo cuáles son los debates, cuáles son los temas, cuáles son las diferencias, las propuestas, y sobre todo dialogar. Se trata de construir una sistematización mucho más amplia, que nos permita tener mayores elementos para una decisión mucho más amplia. El otro proceso es, obviamente, acompañar los conflictos que tiene la gente. Estar en la lucha. Podríamos resumirlo así, estar en la lucha.

Y las luchas abarcan un montón de cosas. Quizá la más visible y la más emblemática son las opciones respecto a la resistencia minera, pero no es la única. Para dar otro ejemplo, en el caso de Saraguro, un tema que sonó bastante fuerte en la marcha de 2015, es el tema de la producción. Los Saraguros son básicamente productores de leche y la manufactura de productos lácteos, quesos, yogurt, etc. Pero es un fenómeno bastante interesante, ahí hay una experiencia no solo organizativa, sino también económica que combina lo comunitario, lo familiar y lo individual. Ese tipo de experiencias necesitan ser sistematizadas y transformadas en proyecto político. Ahí hay unas fuerzas que necesitan ser recogidas.

Este tipo de cosas tenemos que debatir y resolver, encontrar todos los consensos posibles. No siempre será fácil, pero por ahí vamos y ahí estaremos, acompañando.  

* Floresmilo Simbaña formó parte de la directiva de la CONAIE, y actualmente forma parte de la coordinación nacional de Pachakutik

 

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