EVO, DESDE ABAJO NO ES LO MISMO QUE VER DE ARRIBA
Violeta Jácome Ruiz
Los explotados de siempre y no por coincidencia, los de color así llamados, los indígenas igualmente así tildados en términos despectivos. Son los que en definitiva por esas visiones no les han dado los gobiernos de siempre la oportunidad de educarse, desarrollar talentos, aptitudes, destrezas con lo que hubieran sido una fuerza creativa para el desarrollo.
Nuestra América Latina, lugar bendecido en productividad solo ha sido reconocida para exportar materia prima y comprar caro lo mismo, pero industrializado, pensando en lo que pudo haber sido hubiéramos exportado talento, creatividad, lo que seguramente en lugar de medirnos con números poco convincentes, se demostraría con calidad de vida.
Bolivia ha sido testigo del último aliento de Ernesto Guevara, el amado Che, de los hermanos Inti y Coco Peredo, de Haydee Brunke Tania la guerrillera y cuantos cientos y miles mas de héroes, convencidos de la impostergable entrega de su vida por el cambio social. Pero hoy, cuando creíamos que al llegar al poder un líder, al que desde la distancia física acompañábamos su valor, decisión, e inequívoca convicción de que daría los giros necesarios para caminar hacia la equidad e igualdad en esa gran patria, con dolor y asombro hemos sido testigos de la agresión, asesinato sin miramientos, y desaparición. Y esto a sus propios hermanos con los que seguramente años atrás caminaron las mismas calles, donde quedó la convicción y los consejos de pichar la coca antes de salir a las manifestaciones de protesta, donde se perdió su fraternidad, el discurso de la defensa del ambiente, el antimilitarismo, la no agresión entre hermanos, para juntos construir el Movimiento Hacia el Socialismo.
Jamás las disculpas caben. No levantan los muertos ni cicatrizan las heridas de la incoherencia traicionera entre el discurso y la practica cotidiana. Hoy puede ser el tiempo de tomar decisiones: o se humaniza a los grupos de control de la seguridad interna, o hace lo que han hecho todos los gobiernos, es decir reprimir al débil, al que solo quiere defender su territorio donde vivieron sus antepasados, tener vida digna.
No es mucho lo que piden, aunque es mucho lo que merecen, ya vemos que en la llamada fuerza publica nunca fueron desmantelados los arraigados conceptos aprendidos en la Escuela de las Americas de Panamá, creada para el entrenamiento militar represor con el discurso engañoso del anticomunismo.