21 enero 2019
Hordas xenófobas persiguen a seres humanos diferentes, los insultan y golpean en el suelo, si tuvieran más coraje y la oportunidad, los asesinarían, matarían a inocentes. No es la Alemania nazi de los años 1930, ni la Italia Fascista de Mussolini, ni la España de Franco. Es Ibarra, Ecuador, en el 2019. Sí, eso es lo que son, bandas xenófobas, intolerantes, que equivocan el destino de su ira, aun cuando esta sea justificada.
Todos los ecuatorianos estamos indignados y deprimidos por los salvajes, asesinato de Diana y violación en pandilla de Martha. Todos queremos y exigimos justicia, en estos dos casos y en el de cientos de víctimas de femicidios y miles de víctimas de violación, que ocurren cada año en el Ecuador.
Pero inconcebiblemente, el Presidente Lenin Moreno en lugar de llamar a la calma y demandar celeridad y rigor a la justicia: incentiva la xenofobia. El mismo, quien sabe, estaría en las calles persiguiendo venezolanos, sino fuera el ciudadano presidente de la República. Su absurdo e irresponsable anuncio xenofóbico de que se formará “brigadas para controlar situación legal de ciudadanos venezolanos en Ecuador”, no puede ser más inoportuno, ha exacerbado el odio contra los migrantes venezolanos que se encuentran en nuestro territorio.
No se trata sólo de xenofobia, sino de aporofobia (término de Adela Cortina). Las víctimas de esta persecución son los más pobres entre los migrantes. No se atreverían a hacer lo mismo con connotados personajes venezolanos o de cualquier otra nacionalidad.
Hace pocos meses, en marzo del 2018, una joven mujer, migrante venezolana (Lorena, de 21 años), fue asesinada en Manabí, la encontraron desnuda y muerta en una carretera… las “autoridades” afirmaron en ese entonces que falleció porque se ahogó con su propio vómito (SIC) ¿desnuda en una carretera? Nadie salió en manifestación por Lorena, ni persiguieron a los ecuatorianos o de cualquier otra nacionalidad, que cometieron el crimen.
En los recientes graves delitos que conmocionaron al país -la violación de Martha y el asesinato, con espectáculo en línea, de Diana- la culpa no la tiene la nacionalidad o la condición de migrante de sus autores, sino la expresión más estúpida del machismo y patriarcado, que considera que el cuerpo de las mujeres es propiedad de los hombres, hasta el punto de cometer atrocidades, como las de estos dos casos. Estas actuaciones, de cuatro hombres, no importan sus nacionalidades, denigra nuestra condición de seres humanos, es un signo de la terrible degeneración de la sociedad, y de nosotros que la constituimos.
Desde siempre, pero particularmente en los últimos 12 años de correismo – morenismo, los valores humanos se han deteriorado aún más. Como no va a suceder aquello, si desde los altos círculos del poder, desde las máximas investiduras de las autoridades se propició la violencia y la intolerancia, primas hermanas de la corrupción. Acaso no recuerdan a las sumisas asambleístas que no continuaron en su afán de sumarse a la despenalización del aborto en casos de violación, ante el grito y la amenaza de Correa. Acaso Alexis Mera no les trató de “mal culeadas” a las mismas asambleístas verde flex. Acaso Correa no denigraba a las mujeres, incluidas las que formaban parte de su gabinete y su séquito, en cada una de sus sabatinas.
Acaso Lenin Moreno no está incendiando el país al demostrar, una vez más (antes ya les pidió ilegal e inconstitucionalmente pasaporte), su crasa intransigencia con los migrantes venezolanos que huyen de otro gobierno intolerante. Con su proclama, Moreno está llamando a ultrajar, a linchar a los migrante venezolanos. Muchos le hacen eco en las redes sociales y en las calles, muchos están añorando la mano dura y la acción criminal de Febres Cordero y de otros políticos acostumbrados a hacer política con los garrotes y bandas armadas.
Si no lo hace el gobierno, somos los ciudadanos los que debemos llamar a la calma, exigiendo que se haga justicia en todos los casos de femicidios y violaciones.
Foto: expectativa.ec
Si el gobierno va a empezar con esas, pues cabría esperar algo parecido en Venezuela con los miles de ecuatorianos ahí residentes.