HIDROAYSÉN Y LA NUEVA FORMA DE GOBERNAR EN CHILE.
Miguel Ángel Soto
En países como los nuestros, en el que existen gobiernos neoliberales y populistas sacrificar el derecho de decidir de manera libre sobre su destino a cambio de exiguos beneficios económicos, dejando en segundo plano la dignidad de una patria libre y soberana, produce una crisis política y social que daña la autoestima y la dignidad de los pueblos. Las manifestaciones multitudinarias en Santiago y otras ciudades del país en contra del Proyecto Hidroaysén así lo demuestran.
Son cientos de ciudadanos que alzan sus voces de protestas. No sólo denuncian las oscuras negociaciones entre el estado chileno y las transnacionales, sino también exteriorizan que esta nueva forma de gobernar que difunde el gabinete de comunicaciones del Gobierno a través de los medios de comunicación, es sólo un discurso mediático difícil de concretar en la práctica social y política de Chile.
En primer lugar, porque esta nueva forma de gobernar se sustenta en las viejas estrategias del neoliberalismo y el neocolonialismo que se ha impuesto por más de tres décadas en Chile. Y que a más de un año el nuevo Gobierno no logra demostrar resultados alentadores en temas como la equidad y la justicia social, mientras la brecha entre ricos y pobres sigue siendo una realidad que se refleja en todos los ámbitos de la vida nacional, especialmente en la educación y el acceso igualitario a la salud.
En segundo lugar, las manifestaciones de resistencia en contra del Mega proyecto hidroeléctrico Hydroaysén, pone en evidencia las falencias democráticas que se expresan en la actual Constitución que rige al país. La Carta Magna en su esencia jurídica permite que los grandes consorcios internacionales negocien solamente con los gobiernos de turno y los conglomerados políticos tradicionales, obviando de esta manera a otros movimientos sociales y políticos emergentes que tiene otro tipo de sensibilidades y que indiscutiblemente pueden, y quieren, aportar en las decisiones fundamentales que el país necesita y demanda.
De igual manera, y en tercer lugar; los manifestantes denuncian que el Proyecto Hidroaysén y esta nueva forma de gobernar pasa por las viejas matrices del proyecto neoliberal. Modelo que trae beneficios económicos y desarrollo a unos pocos, acarreando consigo la destrucción ambiental, la violencia física, simbólica y cultural, y degradando y trastocando los valores colectivos de la sociedad chilena. La venta de Semillas Chilenas a la poderosa compañía de transgénicos Monsanto es una prueba de ello. No hay que olvidar que esta empresa fabricó y utilizó el poderoso Agente Naranja en la Guerra del Vietnam en la década de los años 60 y que hoy cuenta con millonarias demandas en su contra.
Finalmente, estas movilizaciones contestatarias, lideradas mayoritariamente por jóvenes chilenos, nos advierten que ellos no necesitan inscribirse obligatoriamente en los registros electorales para hacer sentir su voz y descontento. Y lo logran frente a los millones de pesos que invierte el gobierno en los medios de comunicación para persuadirlos que esta nueva forma de gobernar es el camino que todos deben seguir.
Ellos, a través de las llamadas redes sociales, reflexionan y se auto-convocan para deslegitimar el proyecto neoliberal, y que en definitiva se la juegan por un proyecto alternativo que busque una verdadera y autentica manera de gobernar un país.
En resumen, estas manifestaciones de ciudadanos en todo Chile significan que quieren reinventarse nuevos canales democráticos que los lleven a una equidad social basada en el respeto a la naturaleza y a la vida, arrancando de una vez por todas esta mal llamada “nueva forma de gobernar”.