JULIAN, ENTRE DOCUMENTOS SECRETOS Y CONDONES ROTOS
Carlos Rabascall Salazar El Telégrafo <www. telegrafo.com.ec>
Mientras las Olimpiadas llegan a su final, la expectativa sobre el pronunciamiento del Ecuador sobre el asilo político a Julian Assange se ha incrementado porque el Gobierno dijo que lo hará después del evento deportivo.
Para algunos, Ecuador se encuentra en un laberinto en el que tendrá que sortear serios problemas. Si niega el asilo o el estatus de refugiado, estaría alejándose de su filosofía y compromiso con la defensa de los derechos humanos, lo que afectaría la imagen de Correa en sectores identificados con su visión ideológica y humanitaria a todo nivel, pero si lo otorga, podría enfrentarse a reacciones que pudieran poner en riesgo las relaciones con el Reino Unido y eventualmente con EE.UU.
Si el Ecuador accede al asilo, nada garantiza que el Reino Unido extienda el salvoconducto para que Julian pueda venir, lo que significaría que deberá permanecer en la embajada de Londres, so pena de que las autoridades del Reino Unido lo puedan aprehender. Ello pondría al Ecuador en una posición incómoda con el Reino Unido, no solo por el rechazo a la decisión del Gobierno ecuatoriano, sino porque podría afectar la negociación de los acuerdos comerciales para el desarrollo con la UE donde el Reino Unido tiene peso político.
En este punto Ecuador podría considerar el estatus de refugiado por razones humanitarias, evitando una confrontación con el Reino Unido, pero sin eliminar el mal sabor que en este quedaría por mantener como refugiado a quien ellos consideran un enemigo de su principal aliado, EE.UU. Caso en el que a Julian no le quedará más que permanecer en la delegación diplomática hasta que se resuelva favorablemente su tema legal.
Mientras hay una decisión surgen voces que dicen que el Ecuador no debe meterse en peleas ajenas para no afectar sus relaciones con principales socios comerciales. Argumento que se apoya en lo que dicen los diplomáticos de carrera acerca de que entre países no hay amistades sino intereses.
Pero los mensajes que ha enviado el Gobierno ecuatoriano, resaltando el tema humanitario, su visión y filosofía de defensa de los derechos humanos, haría pensar que la decisión final será la de invocar los aspectos humanitarios con el fin de precautelar la vida de Julian y extenderle el estatus de refugiado para que pueda permanecer en nuestra embajada.
En todo caso, aquí surge la pregunta de si preferiríamos actuar sobre la base de nuestros intereses o deberíamos actuar en pro de la vida de otros seres humanos, sin importar las eventuales consecuencias. El lector tiene la palabra.