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LA BANCA Y EL BONO. por Werner Vásquez Von Schoettler

 El Telégrafo. www.telegrafo.com.ec

29 octubre 2012

El ciclo político que vivimos ya no es una coyuntura política, sino un tiempo de cambios y transformaciones a todo nivel que no se pueden negar, aunque ideológicamente se cuestionen los procedimientos o los fines en sí mismos.

Entre las izquierdas y las derechas, el centro político cada vez es más anodino, insaboro, pero lo preocupante es que las propias posiciones de las izquierdas y las derechas se ven afectadas por ese centro político que no sabe a dónde ir en determinados temas. Ahora con la futura elevación del bono a cincuenta dólares, sorprende una serie de pronunciamientos de quienes no están de acuerdo en que usando las utilidades de la banca se financie un bono que juega un rol central como mecanismo, en conjunción de otros, para poder hacer emerger a extensos sectores empobrecidos históricamente.

El bono no es una dádiva del Estado o de un gobierno de turno, significa la posibilidad real de sacar a la superficie a miles de ecuatorianos que están en dramáticas condiciones de vida; donde la banca ecuatoriana y otros han sido históricamente responsables de este empobrecimiento social. El bono, entonces, debe ser comprendido no en sí mismo, el monto de dinero, sino lo que en conjunción con otras medidas significa, una serie de responsabilidades que el beneficiario debe cumplir. Hasta la derecha lo ha comprendido después de cinco años, cuando el bono fue modificado como herramienta integrada para sacar del empobrecimiento a grandes masas de ecuatorianos.

La banca ante esta medida en un primer momento no supo cómo reaccionar ante la respuesta del gobierno de elevar el bono, a propósito de la “iniciativa” del candidato Lasso. Después la banca habla de confiscación. ¿Se referirán a lo que hicieron en el año 99? De pronto la banca ha sido el factor del desarrollo del país. Cuando lo que hacen es comprar y vender dinero y por este servicio extraer un beneficio, muchas veces usurero, que ha sido su gran fuente para enriquecerse a costa del dinero de todos esos siete millones de ecuatorianos cuentahorristas.

La función de la banca es de servicio público. Ya rápidamente están pensando en cómo traspasar el financiamiento a los propios clientes, cuando de lo que se trata es de tomar parte de las ganancias de los banqueros y transferir a los beneficiarios del bono.

Aquí está en juego es la redistribución de la riqueza. Los analistas bancarios ahora gritan la “libertad de elegir”, no del cliente, sino la de Milton Friedman, y el principio de la moralidad económica, es decir, que la plata produce valores morales buenos por sí mismo, por eso su ambición de acumular, para ver si se hacen mejores banqueros, tanto que aspiran una vez más a controlar el poder político, no precisamente para beneficiar a sus queridos clientes, sino sus arcas económico-morales. Creen que así se hace mejor un país, favoreciendo el consumo suntuario en vez de la inversión productiva.

Nadie es ciego para no darse cuenta de que la crisis económico-financiera mundial desde el 2008 es producto de la moral mercantilista de la banca.

 

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