“La democracia es un estado que reconoce la subordinación de la minoría por la mayoría, es decir, una organización para el uso sistemático de la fuerza.”
V.I. Lenin
El Estado es sólo una máquina para la opresión de una clase por otra.
Engels
“En asuntos de conciencia, no siempre la mayoría tiene la razón”.
Lucas 12:32
La sociedad política es de origen cultural, el apoyo mutuo es natural. Los primeros seres sociales vivían en grupos muy reducidos y se dedicaban a la caza y a la recolección, en tarea intima solidaria y común, tomar decisiones era un acto más para protegerse de la fuerza agresiva del entorno o para sobrevivir. La organización social compleja fue efecto histórico del surgimiento de la propiedad privada y de la delegación divina a un ser protector extraterrenal. Emerge el principio de autoridad y sumisión, asoma el rol del líder con poder, y el líder controla políticamente a los comunes y se apropia del excedente social de producción. Nace el estado
La justificación mítica del poder se relaciona con los principios de divinidad y su marco de represión necesitara ser moral-espiritual, por ello desde el origen de la sociedad, todos los gobernantes configuran una ideológica maniquea donde asoman como representación del bien contra el mal, de lo trascendente contra lo inmanente, de lo general contra lo particular. El dominio necesitará del consenso de las mayorías…del reconocimiento. No es extraño que el principio de autoridad se vincule con la racionalización de la fuerza como afectividad y los gobiernos totalitarios jueguen a los números.
La democracia como construcción histórico- simbólica de la “razón” de las mayorías, desde la filosofía de la ilustración y el pensamiento liberal, asume la tradición griega creando el vínculo derecho – autoridad – ley. La teocracia cede espacio en la terrenalizacion con la fuerza del estado liberal que humaniza, “degenerando” la sociedad, haciendo que la explotación y la brutalidad del poder sea asunto humano, demasiado humano. Los viejos comunistas premarxistas, todos sacerdotes: Tomas Moro, Tomas Munzer, Tomas de Campanella, forjaron la idea comunista de que “somos solo administradores de las cosas del señor” (se rompe con el liberalismo la limitación divida al concepto de propiedad)
El poder, la ley, el estado social de derecho, tienen fundamentación filosófica en Hegel y argumentación política en la revolución francesa. Los socialistas utópicos asumen la idea hegeliana del estado tutor. Marx y Engels forjaran su doctrina con los antecedentes del comunismo utópico pero hijos de la razón y de Hegel continuaran las ideas del socialismo precedente. ¿Marx comunista o socialista? La respuesta la darán ellos mismos en el manifiesto comunista declarando que el fin es la libertad, el comunismo liberará a la sociedad de la propiedad privada de los medios de producción y del estado. Las necesidades políticas frente al movimiento obrero harán socialistas políticos a Marx y Engels, cuando proponen la administración perentoria del estado proletario que desde la necesidad precede a la libertad
Las democracias representativas del estado burgués o el poder absoluto pre liberal o post liberal fascista, promoviendo la ruptura de la división de poderes, serán oferta única del consenso de la “razón democrática” de las mayorías. El esfuerzo de los pensadores marxistas por retornar a la idea germinal comunista (Rosa Luxemburgo, Gramsci), el neo marxismo de Frankfurt, el existencialismo sartreano y el Che proponen un estado social y económicamente activo pero políticamente sustentado en la sociedad civil.
Frente a la impostura ideológica que se recrea en la legitimada temporal y numérica de un estado que reduce libertades, que reinterpreta la democracia de las mayorías (cuando democracia es respeto a las minorías) al tiempo que auspicia la explotación capitalista nacional e internacional, la izquierda que sabe trabajar en las derrotas, debe recuperar el principio comunista de democracia profunda, cotidiana intima y rebelde. No debe renunciar al eje construido de vanguardia intelectual y debe proponer la opción clasista y proletaria como única posición revolucionaria.
La legitimación electoral populista debe ser confrontada con la acción solidaria de la clase trabajadora, la más golpeada por la reaccionaria del régimen, la persecución policial a los luchadores populares y a la juventud rebelde debe encontrar resistencia de barricadas. Quienes desde el marxismo revolucionario acrático reflexionamos, nos reconocemos en minoría… con razón, sin el amparo del poder, pero con fuerza