LA MARCHA DE LOS ACONTECIMIENTOS
Tomas Rodríguez León
Porque esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar y su marcha de gigantes ya no se detendrá….F. Castro
Cuando el poder da a sus oponentes la categoría de enemigos jurados, situando y descalificándolos es cuando la dictadura se expresa (matiz extremo que Marx llamó dictadura del capital) en tanto los elementos esenciales básicos de los discursos y los recursos iniciadores de un proceso dan paso a los sucesos. Los gobiernos autoritarios viven de los acontecimientos.
Se desnudan lo supuestos ideales y la palabra “dialogo” cae en desuso, sobran suficientemente las mentiras que desacreditan al bando opuesto. En nuestro contexto “la guerra civil” característica de toda revolución, no es entre clases ni está en juego aun la disputa por el poder político, es apenas una confrontación natural ascendente entre los oprimidos y sus partidos y los detentadores del poder que siempre estuvieron. En el plano social se reitera una lucha entre las clases dominantes y los trabajadores del campo y la ciudad, en lo político la confrontación es la misma entre la derecha y la izquierda y en lo ideológico, es el último instante temporo-espacial de confrontación entre revolucionarios y traidores (después de lo cual estarán decantados los terrenos, los traidores pasaran del purgatorio al infierno) Vivimos una lucha de identidad y pertenencia ideológica que podría bajar su intensidad si los que están en el gobierno reconocerían su condición de extrema derecha.
Es claro, al espíritu conservador del poder le aterran las masas con la izquierda tanto como se excitan de júbilo cuando sus congéneres de derecha movilizan pueblo, así, cuando los socialcristianos han movilizado decenas de miles en Guayaquil, el gobernante no pierde ni su sarcasmo ni su sueño . Pero si la izquierda revolucionaria y el pueblo irrumpen, el poder pierde la calma. Se inicia una cobarde y peligrosa aritmética de sumar a quien aman mas sin importar enfrentar pueblo contra pueblo, donde por lo demás, los movilizados que admiten la subordinación, son ciudadanos, en tanto que el pueblo desobediente; escoria
Cuando los pueblos ensayan la resistencia no violenta, el estado inventa terroristas, de último momento, el mismo gobierno que dijo que las FARC no eran terroristas (que no lo son) se da a la tarea de perseguir adolescentes, supuestamente GCP a quienes lo se les acusa de terrorismo por material subversivo (¡si llegaran a mi casa¡) hojas volantes y libros revolucionarios, rebelión es delito. A la criminalización de la protesta social le hacía falta la vieja predica contra la subversión
Los revolucionarios saben que la resistencia no violenta es una fase que no tiene efecto duradero porque la conducta del poder así lo quiere y la historia enseña que la resistencia armada es un recurso revolucionario, (pero este no es el momento, el pueblo y la izquierda ecuatoriana no eligen la violencia ni la sienten, la violencia es la dignidad del estado). Levantarse en armas ha sido no una opción sino un constante de los revolucionarios de todas las épocas frente a las injusticas y este hecho no solo es de la ideología marxista o anarquista sino también de la ideología liberal; Bolívar, Alfaro, URJE, AU Shiris, AVC. Los revolucionarios no abjuran de la violencia revolucionaria (que pena por Mireya) solo interpretan su necesidad y su pertinencia.
Es ahora el momento de la paz, porque la paz es también revolucionaria, las consignas por la paz y la vida que portan los humildes y los valientes es respuesta a la violencia multisecuencial y multimodal de los gobernantes. Porque los pueblos están hartos del irrespeto y del maltrato cada día más frecuentes en todas las manifestaciones sociales y naturales de la vida, y están hartos de recibir lo peor de una confrontación desigual que oferta represión y cárcel sin afectar jamás el sueño de los potentados y magnates.
Un liberal con revólver sigue siendo un liberal y un revolucionario sin arma sigue siendo un revolucionario. La resistencia, es cierto, busca quebrar la secuencia de orden y obediencia, hasta ahí llega, pues no es bandera del momento la toma del poder, y si fuese no habría pecado. La toma del poder siempre fue una consigna de clase para la revolución. La revolución Rusa, China, Vietnamita, cubana fueron la derrota violenta del viejo orden y ahora los del siglo XXI pretenden dar cátedra de revolución. Esta “revolución” promueve la obligación del juego circense de la democracia burguesa como única opción “si quieren el poder ganen las elecciones” delirio democrático de los antes beneficiarios de golpes al estado que reactualizan la verborreica “defensa de la democracia” en la vieja nomenclatura del poder. Pero los revolucionarios tienen el derecho de repensar en los recursos insurreccionales de reserva como derecho tienen de hacer pedagogía revolucionaría insumisa.
La resistencia es autentica y efectiva cuando logra el quebrantamiento de la autoridad, en eso no hay extravió y ciertamente es una búsqueda deseada porque el autoritarismo ya pesa demasiado y asfixia. Los autoritarios temen su pérdida de poder y el quebrantamiento del orden, en eso son más extremistas o exagerados que los gobernantes liberales. En este contexto la ley no les alcanza, porque el dominio de la ley ya no impide el desorden revolucionario y por eso salta a la palestra otro recurso, tan inmoral como el poder; la estigmatización, la calumnia la represión preventiva.