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LA MATANZA EN LAS CARRETERAS: reformando la ley no basta. Por Gerard Coffey

04 enero 2011

Les tomaron una prueba de salud mental a los choferes de bus,

ochenta por ciento salieron con problemas sicológicas.

Los demás locos de remate

Cacho popular quiteño

Si me acuerdo bien, fue durante las fiestas de Quito. Comíamos la tradicional pizza con coca cola y conversábamos, inevitablemente, de la política. Me dijo una compañera de trabajo, “a mí, a , lo que más haga Correa, le quiero para siempre si controla a esos **** choferes que nos están matando como si fuéramos moscas”.  Compartimos otros comentarios parecidos y  si bien no todos estaban de acuerdo con los más drásticos, que involucraban paredones y fusiles, el sentido generalizado del grupo fue que se necesitaban medidas radicales  para terminar con la matanza en las carreteras.

Me atrevo a decir que la experiencia de todos es parecida.  ¿Quién no tiene historias de maltrato a manos de los transportistas, sobre todos choferes de bus? ¿Quién no ha tenido miedo por el exceso de velocidad o imprudencia de los conductores?  ¿Qué familia no incluye a quien haya sufrido por un accidente de tránsito? El cacho citado arriba sobre el estado mental de los choferes de bus tiene ilustra muy bien nuestra opinión colectiva (en Quito) respecto al problema. Tiene su lado cómico pero no debe parecer así para los familiares de los miles de personas que mueren cada año en los accidentes de tránsito provocados por el mal estado o el mal manejo de buses.

Como estamos conscientes todos, el último trágico accidente de bus, otro en un aparentemente imparable serie de maldiciones,  ocurrió la noche buena de este año, en el cual murieron 38 personas, incluyendo el chofer que no tenía permiso y manejaba con licencia de otro.  Este es solo el ejemplo más reciente de lo que se ha convertido en algo ´normal´. Pero no es normal.  Es una barbaridad. Las cifras lo dicen todo. En el 2009, 2.088 personas murieron en accidentes de tránsito, (un promedio de casi 6 personas por día) mientras en el mismo año 14.869 personas resultaron heridas[i].

Claro, no todo es culpa de los choferes profesionales. Las compañías de transporte y cooperativas de bus tienen que llevar una gran parte de la responsabilidad.  Obligan en muchos casos a que los choferes contratados trabajen diez o hasta doce horas, en condiciones laborales precarias. No hay seguros, no hay beneficios de la ley. En el caso de las cooperativas de bus, no hay caja común. Lo que hay es el mundo hobbesiano en acción: todos contra todos. Mientras tanto el Municipio se hace de la vista gorda. Tal vez espera la transferencia de  responsabilidades para el tránsito, o tal vez poco interesado en provocar a los transportistas.

Pero esto no es todo. Hay que preguntarlo, ¿quién no conoce a un miembro de su familia, (de clase media, por supuesto) que haya salido de ´apuros´ con el pago de una coima o una llamada urgente a un policía ´amigo´ o funcionario de alto rango?  ¿Quién no ha aceptado un aventón con un amigo (sospecho que la mayoría son hombres) que ha tomado más del límite? (Admito haberlo hecho en los últimos días) y cuántos han manejado después de tomar  un ´poquito´ o incluso mucho más de lo permitido o recomendable?  (de eso no soy culpable, en parte porque no tengo vehículo propio). Hay que admitirlo, todos somos culpables. Y tal vez por eso, a pesar de que el número de muertos y heridos es altísimo,  no hemos visto nunca aquí en la ciudad de Quito marchas grandes que piden el fin de la impunidad vial como estamos acostumbrados a ver cuando se trata de la delincuencia común y corriente.  Hay que señalarlo, en cierto grado todos estamos implicados. La impunidad vial también es asunto de clase.

Por supuesto la ineficiencia del sistema judicial contribuye al problema. Hasta septiembre de este año apenas  el 21% de las 737 mil denuncias han pasado por un juzgado[ii]. Gran parte del problema, como es en el caso de la delincuencia común, es que hay pocas posibilidades de ser aprendido. La gente me han dicho tantas veces  que los europea son más cultos, respetan el orden, respetan las leyes. Personalmente si es cierto dudo mucho que sea algo innato, sino el resultado  de un largo proceso de socialización, auto interés, y en gran medida porque la ley funciona y sanciona a infractores. Porque te van a encontrar.

Hoy, según dicen, en la Asamblea Nacional se finalizará el debate sobre los cambios al actual ley de Transito. Hay varios aspectos que merecen la atención del público. Primero es que el gobierno parece estar negociando y tal vez sometiéndose al poder de los choferes. No sería de sorprender. Después de la revuelta del 30 Septiembre la Revolución Ciudadana, tomando una lección del golpe chileno, y quizás los últimos acontecimientos en Bolivia, no parece tan interesado en provocar un grupo tan poderoso como los choferes profesionales. Por ejemplo, dicen que Guillermo Abad y el grupo Movimiento Cívico Justicia Vial están en posesión de documentos que comprueben que el gobierno ha entrado en un acuerdo con los transportistas en algunos puntos[iii]. No he visto los papeles, tal vez no existen, pero lo interesante es que estoy dispuesto a creer a Abad más que el gobierno.

Segundo es que, como parte de este debate, el asambleísta Virgilio Hernández viene llamando a la mayoría legislativa de Alianza País que no se ponga al lado de las ´mafias´ que existe según Hernández dentro de los gremios de transportistas. Es una situación complicada para la asambleísta oficialista cuyos comentarios han,  según la por ahora embargada revista Vanguardia despertado las iras del ejecutivo. Pedir justicia y a la vez no romper la unidad de la mayoría en este caso parece no ir de la mano.

Pero, escuchen o no a Hernández,  el problema va mucho más allá de unas reformas a la ley de transito, no importan lo importantes que sean. Es urgente poner fin a la impunidad general tanto como el poder particular de los transportistas. Alguien tiene que iniciar una campaña verdadera y concreta, con sanciones reales,  de concientización sobre el peligro de alcohol y el exceso velocidad, respectivamente y a veces en conjunto, y sobre la importancia de usar el cinturón de seguridad. Hace un año pensé que tal vez Rafael Correa podía hacerlo. Ahora, después de la revuelta policial no estoy tan seguro. No, digamos que sí, estoy bastante seguro que no lo hará. Espero estar equivocado. Y en mis momentos más delirantes pienso que se podría incluir el aspecto de transporte en la consulta popular sobre inseguridad. Después de todo, es lo mismo. Y si me equivoco sobre la voluntad del Presidente, le pido disculpas. Por otro lado le aseguro que no voy a prometer, como mi compañera de trabajo,  a quererle para siempre, sino agradecerle nomás. Pero sospecho que no sea el único.


[i] www.aneta.org

[ii] Ana Carolina Baquero Ciudadaníainformada 14/09/2010

[iii] Pacto Gobierno-Choferes. Carta al Comercio. Francisco Velasco (no es el Asambleista) Domingo 26 de Diciembre 2010

lalineadefuego
lalineadefuego
PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Un chofer es un sobreviviente. Malnutrido y garroteado en su niñez no hace otra cosa que continuar su deambule por la vida pero en carro, como sabe, como aprendió: malnutrido y a garrotazos. Lo de clase que habla Gerard, a otros conductores de carros más finos quizá les save de la malnutrición, pero el conducir irrespetando al otro parece ser una cruel realidad en nuestro medio maltratador y maltratante. Maltratamos con carro o sin carro (con carro más bravitos) y así continuamos con el Quito y el Ecuador que podemos. Alguien, o algo debería comenzar a enseñarnos que o quien es el OTRO, aquel que está más allá, acá, más atrás, a mi lado, aquí mismo en mi cuerpo. SOS!

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