Antes de nada, pondré como antecedente, que quien suscribe estas palabras es una mujer kichwa puruwá formada como abogada en una de las tantas universidades en que nunca se discutió, ni siquiera de pluralismo jurídico.
Inicié la carrera casi a la par de la puesta en vigencia de la nueva Constitución y en la época se discutía de forma muy superficial y marginal la naturaleza jurídico – política del Estado Plurinacional e Intercultural que surgió por el forjamiento de los movimientos indígenas y organizaciones sociales, ambientales, etc. ¿Casualidad o intencionalidad?
Toda mi vida académica se desarrolló en centros de enseñanza, donde lo “indio” sólo servía para folclorismo y de vez en cuando para mirar hacia la historia maquillada, donde lo “aborigen” era eso: pasado, olvido y vergüenza. Los pueblos y nacionalidades no eran sujetos de esa historia y muchos menos, eran considerados creadores de ciencia o pensamiento.
No he tenido la posibilidad de conocer de cerca todo el proceso de lucha y resistencia emprendido para que la “Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi” haya sido reconocida como tal dentro de un Estado que durante más de una década se jactó de ser plurinacional e intercultural; pero tampoco he estado alejada de las discusiones alrededor de esta propuesta. Por esta razón, creo necesario e importante impulsar una auto-crítica verdadera con miras a un mejor desarrollo e implementación de esta universidad e incluso, llamo la atención a no caer en los juegos políticos típicamente usados por los políticos de turno, siendo que uno de ellos -me atrevo a decir- podría ser la casa de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Siguiendo la razón que motiva este texto, quisiera poner en evidencia algunas de las concepciones coloniales y eurocéntricas en que se basan varias personas e incluso varios periodistas, uno de ellos Martín Pallares, para sustentar su tesis de que la entrega de la Unasur a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) es “una pésima idea”. En el texto el periodista se pregunta “¿Cómo se pagarán los 50 000 dólares mensuales que cuesta el mantenimiento del edificio? ¿Quién sino el Estado -es decir los contribuyentes- pagará esas facturas?”
Durante siglos, los pueblos indígenas sostenemos la economía de este país. La República del Ecuador fue fundada sobre la base de tributos, diezmos y la esclavitud de miles y miles de “indígenas” y negras/os, pero solamente con la lucha y la resistencia hemos conseguido ser tratados como ciudadanas y ciudadanos. En todos estos largos siglos, la población indígena ha tenido que pagar con creces por acceder a un sistema de educación, que dicho sea de paso, nos sigue excluyendo. Hoy, ¿tratan de crear indignación en los lectores por el mantenimiento del edificio? Hay una historia que ustedes desconocen totalmente.
“¿Para qué fracturar aún más el sistema universitario del país con una nueva universidad de ese tipo?”, se cuestiona. La propuesta de esta Universidad o Pluriversidad – como algunos la reconceptualizan- no es fracturar, lo que ha buscado durante sus años de creación es que el Estado, la sociedad conozca que hay otras formas de hacer ciencia, de ser y crear conocimiento; pese a que durante siglos de esclavitud varios de estos conocimientos fueron objeto de un epistemicidio burdo.
Con errores – que sí los hay, porque también tenemos derecho a errar, al fin y al cabo somos humanos igual que ustedes ¿verdad?- y aciertos las y los impulsoras de esta Pluriversidad han pretendido compartir con los otros mundos, el mundo que sigue vivo y desarrollándose dentro de la memoria colectiva de las comunidades, pueblos y nacionalidades, justamente para que no ocurra una apropiación e interpretación errónea del sentido de nuestros fundamentos epistémicos – tal como ocurrió con la Universidad Yachay, entre otras.
La Universidad Amawtay Wasi no es “un centro de estudio para indígenas”, tal como afirman infundadamente, si indagan un poco más, quizá se topen con la novedad que existen estudiantes blanco/mestizos que han estado y estarán gustosos de ser parte de una comunidad universitaria que parte de epistemes diferentes, ya que al fin y al cabo, quien sustenta que es un centro solamente para indígena es la lupa con la que lo analizan ustedes, no los propios protagonistas de esta historia.
Dicen que “crear estímulos a través de becas, financiamiento y post grados en las universidades que ya están funcionando parece ser mucho menos costoso y mil veces más eficiente que montar el Amawtay Wasi en la sede de Unasur”. Sí, es la salida a uno de los tantos problemas que atravesamos los jóvenes de pueblos y nacionalidades, pero no es la respuesta ante el problema de origen que motiva la existencia de una universidad como Amawtay Wasi. No lo es porque como lo dije, ésta plantea otra forma de pensamiento, otra forma de conocimiento, y qué mejor que sea una universidad pública. Para poner un ejemplo, los centros universitarios del país, sólo tomando como referencia las facultades de Derecho, se siguen negando a impartir en sus aulas, la justicia indígena como un derecho, a pesar del reconocimiento constitucional. Es decir, la salida al problema que plantea ayuda a solventar en parte el acceso a la educación superior, que aclarando sigue siendo excluyente y desigual, pero en nada, a la propuesta que Amawtay Wasi plantea.
“Antes de entregar el edificio que costó más de 40 millones de dólares, lo responsable hubiera sido dar públicamente una explicación sobre los motivos por los que la Amawtay Wasi fracasó.” Esto suena a “Antes de darles derechos, lo responsable hubiera sido tener motivos reales para hacerlo y de una vez, someterlo a la voluntad popular”, por favor.
Cuestionan “¿Qué dicen los estudios de los organismos de educación superior sobre lo que ocurrió con esa universidad?” En resumen, esos estudios no consideraron a Amawtay Wasi una universidad, porque simplemente no cumple con los estándares académicos eurocéntricos que las instituciones estatales encargadas de las evaluaciones usan.
Y para cerrar se dice “¿Les dijo algo sobre cómo deberán financiar su operación en ese lugar o les ofreció que todo lo pagará papá gobierno?” Es asombroso que alguien se atreva a hacer una pregunta en estos términos. Me sorprende y eriza la piel el nivel de colonialidad de los argumentos; esta es la cereza del pastel que denota el pensamiento colonial del que la mayoría de la sociedad ecuatoriana está atravesada. Y en eso los periodistas como el señor Pallares o las tantas personas que se pronunciaron contra esto de forma racista, coinciden con el ex presidente Rafael Correa, a quién muchas veces criticaron pero con quien parecen tener una fraternidad colonial.
Les recuerdo, que hace mucho que dejamos de ser esclavos, menores tutelados por curas y sacerdotes, ni siquiera antes y mucho menos en este siglo XXI necesitamos de las dádivas de ningún “papá gobierno” para ser y hacer una universidad, más allá de destinar la sede de la Unasur para una universidad pública intercultural, lo que se exige es lo que por derecho histórico nos corresponde, porque nosotras y nosotros hacemos y somos parte de este Estado. Es necesario descolonizar el pensamiento único, la ciencia única, los argumentos con medias verdades e infundados.
Anticipándome un poco, quien remite este texto no peca de sensible, no está discriminando, solamente invita a la sociedad y sobre todo a aquellos periodistas que generan opinión, a abrir sus mentes y corazones hacia esos horizontes opacados por un pasado que nos es común, aunque lo hayamos vivido en posiciones distintas. No contribuyan a sembrar racismo.
*Abogada kichwa puruwá
Así, sencillamente, me sumo a las palabras y al sentimiento de la señorita Verónica Yuquilema Yupangui.
Cuanta falta nos hace descolonizarnos a los ecuatorianos; y eso empieza por entender que no somos mestizos. Mestiza es la actitud de los que denigran el sentimiento y el comportamiento de la gente de nuestros pueblos ancestrales.
Brevemente adjunto un extracto del libro “Mito y Utopía en el Pensamiento Latinoamericano, del Dr. Jorge Rivadeneyra Altamirano, sobre lo que significa ser mestizo: “Sobre el mestizaje latinoamericano, Rivadeneyra (1996), señala que “eso de no ser ni negro, ni indio, ni blanco es lo que ha generado una emocionalidad de, un estar aquí pero querer hallarse en otro lado, una especie de insatisfacción perpetua, un comportamiento aventurero, fantaseador y desequilibrado, el cual ha producido inestabilidad cultural y política.
Así el mestizo sería un fulano de cuidado, porque es una especie de verdugo y de sirviente a la vez; verdugo de todo lo que se encuentre por debajo de él y sirviente de lo que se halle por encima de él; este sentimiento que viene de un largo y equivocado proceso histórico nacido en la conquista y colonización ha dado lugar a una cultura de sometimiento, y/o cultura de la pobreza; según las cuales el mestizo espera que otro, el papá, patrón, gobierno, estado o dios resuelvan los problemas de la existencia; se subordina al subdesarrollo, la dependencia, y aceptan sin el beneficio de la duda lo que se discute en París, Londres o New York sobre políticas económicas y la dominación e injerencia de las transnacionales.
Tan grave es, sentirse mestizo, que ni aún los poetas han podido escapar de esta insensatez: el gran César Vallejo, poeta peruano de renombre, en su poesía “Piedra negra sobre piedra blanca”, recitaba, “moriré en París con aguacero / un día del cual tengo ya el recuerdo”, es decir, ratifica que los mestizos que alcanzan poder ya sean poetas, miembros de clase acomodada, políticos, algunos presidentes de las repúblicas tienen comportamiento mestizo.
Siendo así, el término mestizo es una forma de comportamiento, expresado en el quemeimportismo, la aceptación de la pobreza, el sometimiento, la ignorancia y el desamparo como cuestiones ineludibles.
La cultura de la pobreza y el sometimiento han devenido en un auto-desprecio social personal y colectivo, donde las válvulas de escape para la sociedad que ignorantemente se considera mestiza, son: el sirenismo, los espejismos, el milagro, el gordo de la lotería o el encuentro de los planos de algún tesoro escondido…”
El libro del Dr. Rivadeneyra es un libro màs de los que debemos leer para empezar a descolonizarnos. la sugerencia está hecha. Finalmente la interculturalidad no puede ni debe quedarse en el discurso…
Por ello, la necesidad de construir relaciones interculturales, fomentando valores de respeto, tolerancia, diálogo y poniendo el conocimiento, la ciencia, las habilidades y los saberes al servicio de todos y todas. Así los saberes, las habilidades, el conocimiento y otras formas del ser, deben darse entre hombres y mujeres, entre niños y adultos, entre marxistas y capitalistas, entre universitarios y agricultores y/o trabajadores del campo, entre creyentes religiosos y no creyentes, entre los que sustentan la existencia del universo por el método evolucionista y los que sostienen el método creacionista.
La interculturalidad es el mecanismo idóneo para una vida plena, en paz con todos los humanos y en armonía con la naturaleza, debemos respetar la diversidad cultural, porque es la que cobija la pluralidad de todo lo que constituye a la persona, el ambiente, la religiosidad, lo social, el misticismo.
La interculturalidad, es el mejor ámbito para construir sistemas democráticos, donde las minorías no sólo sean un número, o un conglomerado de personas que, por ser diferentes son excluidas, sino que por el contrario, las minorías deben ser siempre tomadas en cuenta. Y es ahí donde la ética juega un rol muy importante y determinante, cuál es, aminorar las diferencias de los poderosos con relación a los débiles.
Por ello la interculturalidad es una tarea de todos los ecuatorianos, de la sociedad mundial en su conjunto, y no solamente de los sectores que históricamente han sido excluidos.