31 de julio 2017
Por Gerard Coffey
Estas ex-trabajadores de la Cervecería Nacional llevan nueve años peleando por su derecho a las utilidades. Pero detrás de la pelea legal – un proceso lleno de interrogantes, inconsistencias y una justicia ‘cuestionable’ – se encuentran personas reales: las humildes personas de carne y hueso que a pesar de las dificultades que han tenido que aportar, no dan tregua en su búsqueda. Estas son sus historias.
RESUMEN DEL CASO
La pelea en las cortes empezó en el 2008. La empresa, según una investigación del Ministerio Trabajo llevada a cabo durante dos años, debía a sus ex trabajadores por las utilidades (unos US$90 millones según los cálculos del SRI) que estos no recibieron durante 16 años. Los trabajadores demostraron haber sido contratados por empresas tercerizadoras vinculadas con la compañía, a cuyo favor se prestaba el servicio, con el exclusivo objeto de eludir la obligación de repartir las utilidades que les correspondan a los trabajadores. El Ministro de Relaciones Laborales llegó a esta conclusión y declaró esos hechos como probados; y, se resolvieron al amparo del mismo Código del Trabajo. Pero no pasó nada. El caso pasó a la Corte Constitucional. Este falló a favor de la empresa, pero se vio obligada a revocar su propia decisión cuando fue revelado que el hermano del secretario de la corte había recibido un cheque por un millón de dólares por parte de la empresa unos pocos días antes de la decisión. El caso está otra vez en manos de la Corte Constitucional, y se espera que esta vez el proceso sea más transparente, y que la justicia sea servida.
TESTIMONIOS DE LOS TRABAJADORES
VICENTE ACOSTA MÉNDEZ, empezó a trabajar en la Cervecería Nacional en 1992 y salió en el 2002.
Trabajó diez años. Le sacaron, asevera, porque no quiso firmar un contrato con la empresa tercerizadora. “Luego, por mala suerte”, dice, “mi esposa cayó enferma con cáncer de mama. Me sacaron en agosto y ella comenzó su tratamiento en octubre. Estuvo en tratamiento durante un año. Le quitaron el seno, pero no pudimos seguir con la quimioterapia porque cada tratamiento costaba 2 mil dólares y yo estaba sin trabajo, sin sueldo.” Fue bastante duro afirma. “Ella vivió seis años más, pero el cáncer se había extendido al pulmón y fue un dolor tan grande. Me preguntó si iba a morir, no sabía que decirle y se me hizo un nudo en la garganta.” No pudo conseguir trabajo en ninguna parte, piensa que fue porque revisaron su hoja de vida. “Lo que pude conseguir en construcción y comercio no me alcanzaba, mi hija mayor apenas pudo graduarse por falta de recursos. “a mí todo esto me carcomía cada día, yo fui padre y madre para ellos, y como decirles que no hay para esta cosa o incluso para la comida.” “Parece que solo hay justicia para la gente que tiene poder económico y político, parece que los trabajadores no tienen derecho.”
HECTOR GARCIA CÓRDOBA. Empezó a trabajar en 1986 y salió en el 2002.
Le dijeron que no había más trabajo. Pero cree que por trabajador de muchos años de experiencia la empresa pensaba que podía causa problemas, movilizar a los demás. Y por eso querían sacarle. “Yo vi muchos atropellos, veía las injusticias y guardaba documentos” dice, “ellos conocían mi forma de ser.” Y desde el año 90 hasta el 2002 había la política de ‘cero trabajador’, y la empresa fue apoyada por el grupo de Febres Cordero. De ahí no pude encontrar trabajo, ya tenía mis años y tuve que dedicarme a manejar taxi para mantener a mi señora y tres hijos. Ahora tengo sesenta y cuatro años y por la edad es imposible encontrar trabajo fijo.”
JOSÉ PEÑAFIEL
Es el padre de Carmen, mujer que trabajó en la Cervecería, pero no solo habla por parte de ella, sino viene participando activamente en la lucha con la empresa. Cuenta que a ella le sacaron porque en ese tiempo estaban sacando a toda la gente vieja para instalar gente nueva. “Ella no pudo encontrar trabajo dos años” dice “y tuvo que migrar para encontrar algo; es enfermera y se fue a Chile. Yo he participado en la lucha. En el Parque Arbolito hicimos huelga de hambre, también yo me encadené y la policía me arrastraron, me pegaron me patearon en las piernas, pero no pudieron llevarme a la cárcel porque la cadena era muy grande. Pero llevaron a muchos, hombres y mujeres, en el balde de la camioneta de la policía. Como llevaron todo lo que teníamos allá, nos quedamos a la intemperie y luego yo me enfermé. Ya me siento mejor y sigo peleando para que la empresa pague lo que debe.”
GABRIEL SEGOVIA Empezó a trabajar en 1983 Salió en el 2002
“La camiseta que ahora me llevo tiene el mensaje de ‘Basta Ya!’, y lo dirijo a las autoridades. Les pido que traten de resolver estos grandes problemas sociales que afectan a la gente más necesitada. Y en este caso quienes son los más necesitados somos los humildes trabajadores, y todavía vamos mendigando justicia.”
Trabajó 19 años para la empresa y fue despedido tres días antes de poder recibir la jubilación patronal. “Formamos un sindicato” dice, “pero poco después fuimos despedidos muchos de los líderes sindicales.” Tiene más de sesenta años y padece diabetes, enfermedad que se empeoró después de perder el trabajo. Cuenta que su esposa también está enferma. Pero a pesar de todo dice “no voy a dejar esta lucha por nuestros derechos… Pasé once meses en una carpa frente a Corte Constitucional. Me desalojaron y perdí todo, incluso terminé en la cárcel, pero no importa, voy hasta el final. Las iras por la injusticia que hemos sufrido es lo que me anima a seguir luchando.”
TELMO MOLINO PLAZA: Trabajó diez años desde 1990 hasta el año 2000.
“Me dejaron sin sueldo dos meses porque dijeron que yo había faltado un sábado, pero yo nunca faltaba las horas extra. Trabajamos tres años 16 horas entre sábado y domingo, pero nadie podía faltar porque si faltaba inmediatamente era botado por la empresa. Yo logré reintegrarme pero dentro de una semana me botaron otra vez, y nunca me pagaron esos dos meses. De ahí trabajo en cualquier cosa, un amigo me pide ayuda por ejemplo, pero nada fijo. Es bastante difícil encontrar algo, sobre todo por la edad que tengo. No te cogen en cualquier parte. Hasta a mí me ha sorprendido cómo he sobrevivido.”
FAUSTO ANIBAL CAÑAR ANDRADE, trabajó desde 1988 hasta el 2002,
Cuenta que en todo el tiempo que trabajó no les pagaron utilidades “Había maltrato, nunca nos pagaron el sobre tiempo, salimos porque nos hostigaron, doblamos el turno de fin de año y no lo reconocieron.” Después de salir tuvo que operarse de una hernia. “Yo trabajaba en la sección maltería,” explica, “y fue un trabajo demasiado pesado y de poco sueldo.” De ahí ha hecho trabajos sencillos, lo que pudo ‘según su capacidad’, como lo explica él. Ha tenido que sostener su familia, pero algunos de sus hijos no pudieron estudiar por la difícil situación económica.
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Estos testimonios son solo seis de los cientos de historias de trabajadores humildes que luchan para mantener la vida de sus familias contra una empresa que hizo todo para no pagar, y un sistema judicial nacional que no parece tener mucho de ciego.
Pero sus palabras no solo tienen que ver con este caso, sino con los derechos laborales en general y la capacidad de empresas ‘importantes’ de burlarse de la ley y de sus propios empleados.
Como dice arriba Vicente Acosta: “Parece que solo hay justicia para la gente que tiene poder económico y político, parece que los trabajadores no tienen derecho.”
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Todo lo dicho por mis compañeros es la verdad si en el area de embotellado se trabajo turnos de 16 horas diarias que a veces no las pagaban lo mas duro era no pasar un cumpleaños o una navidad o fin de año con la familia a mi me sacaron faltando me 22 dias para cumplir 25 años en cerveceria yo entre en el año 1991 y di toda mi juventud en dicha empresa que nisiqiiera nos dio una liquidacion patronal a muchos compañeros que llegamos a trabajar tamtos años si ed verdad da indignación y coraje del trato que se les da al trabajador y comparto todo lo dicho por mis compañeros dios nos haga justicia hasta el final compañeros