1. La historia de un país avanza siempre en medio de las vicisitudes y luchas políticas y sociales que su propio devenir genera. En ese devenir y en esas luchas, ciertos conglomerados sociales (clases, estratos, facciones) son determinantes durante un tiempo y luego son desplazados por otros conglomerados sociales emergentes. Así camina la historia.
2. En las décadas finales del coloniaje hispánico, por ejemplo, los criollos (sustentados en una economía basada en la tierra) hicieron caminar nuestra historia: alcanzaron la independencia de España y configuraron –con errores y ambiciones– el naciente Estado ecuatoriano.
3. El desarrollo de una economía basada en el cacao conformó grupos sociales oligárquicos (agro-exportadores y banqueros, llamados también “burgueses”) afincados en las ciudades de la Costa. Estos grupos tomaron el poder a fines del siglo XIX e hicieron también caminar nuestra historia con múltiples reformas liberales. Fueron determinantes, junto con otros grupos basados en una economía del banano, en la mayor parte del siglo XX.
4. En el último cuarto del siglo XX y amparados por una economía basada en el petróleo surgieron grupos sociales medios (profesionales, maestros, burocracia, medianos empresarios, medianos comerciantes, obreros calificados) que alcanzaron un nivel constitutivo capaz de tomar el poder. Lo hicieron en el período 2007-2017, bajo un líder y un gobierno que va pasando a la historia con el nombre de “correísmo”.
5. El correísmo hizo múltiples reformas en vialidad, electrificación, educación, vivienda, etc., envueltas –según se investiga– en corrupción y latrocinio, que la justicia (¿?) trata de juzgar. El hecho real, para un observador imparcial, es que las obras del correísmo quedaron, están allí ante la vista de todos (incluso de los que las niegan, desfiguran, desnaturalizan, precisamente porque están allí). Hubo un evidente cambio en el país que teníamos a principios del siglo XXI. Se produjo un cierto avance de nuestra historia.
6. El gran mal del correísmo fue la personalización del poder en una figura y en un partido. Ello facilitó lo que vino inmediatamente después: la traición, el ataque globalizado a la gestión de diez años de gobierno, la identificación del correísmo con populismo y corrupción, el desmantelamiento de las instituciones que sustentaban los logros alcanzados, y el ocultamiento de los avances que, más allá de quien los promovió, anclaban en nuestra historia: la consolidación de las clases medias, el énfasis –con errores y exageraciones– en la educación, el respeto a la soberanía del país, un cierto orgullo “nacional”, etc. Si se envuelve todo este legado en ropajes de latrocino, corrupción, autoritarismo, fascismo, etc., tales logros siguen estando allí y permanecen en la memoria de la gente.
7. La traición y tergiversación de tales logros (muchos de los cuales estuvieron liderados por quien luego renegaría de ellos) significó la vuelta de las oligarquías y poderes fácticos al poder. Todo ello fue santificado con el nefasto “siete veces sí”. Las clases medias, huérfanas y manipulables, cayeron en el juego. Allí empezó su desorientación porque al perder la presencialidad de quien se había convertido en su líder indiscutido y porque al ver desplegarse ante sus ojos atónitos una mortífera gama de acusaciones y denuestos, ejecutados por un gobernante y un gobierno que se puso sin pudor al servicio de las burguesías, no supieron cómo reaccionar.
8. Las clases medias que veían en el Estado su horizonte de sentido y de sustento (para varios de esos sectores), no salían de su asombro y terror. Su reacción ante la persecución y el desmantelamiento del Estado que habían ayudado a construir fue escasa, como se pudo ver en Octubre de 2019, cuando los indígenas asumieron la voz cantante. Las clases medias empezaron a dudar, ya no solo del poder que tuvieron en años anteriores y que se les había escapado como agua entre los dedos, sino de su propia existencia. Su partido político había sido cooptado por el nuevo gobierno, sus representantes se habían cambiado de bando o estaban perseguidos y enjuiciados, sus bases sociales estaban despotenciadas. Habían perdido la brújula que les daba sentido en la vida política del país. Vivían, o mejor, morían, en la desorientación y la dispersión.
9. Las últimas elecciones demostraron que los sectores medios económicamente mejor establecidos se alinearon con Lasso, el candidato de las burguesías, o con Hervas: aquellos a los que les quedaba un mínimo de vergüenza política; los sectores medios-medios se alinearon con Arauz, y los sectores medios-bajos junto con algunos intelectuales y románticos se alinearon con Yaku, quien -como lo ha demostrado en los últimos años y lo han sostenido otros especialistas- tiene un pie en el indignado y el otro pie en la burguesía (sus últimos intentos de separación de la burguesía solo confirma aquello).
10. Como la sabiduría de la historia rebasa la mala fe de los políticos, las últimas elecciones ha sido para las clases medias un alivio: han constatado que todavía existen. Desorientadas y dispersas, pero todavía están allí. El sentido de la historia que les cobijaba quizá no las ha abandonado totalmente y puede señalarles, de nuevo, el camino. La alternativa que tienen ante la segunda vuelta electoral les ofrece la posibilidad de reagruparse y retomar el camino del poder, que les permita dar en democracia los golpes de timón necesarios para mejorar las condiciones de vida de las mayorías, y poner límites legales a la voracidad de las élites que en los años de la traición se han llevado el oro y el moro.
El gran mal del correísmo fue la personalización del poder en una figura y en un partido. Ello facilitó lo que vino inmediatamente después: la traición, el ataque globalizado a la gestión de diez años de gobierno, la identificación del correísmo con populismo y corrupción (…)”.
*Samuel Guerra Bravo. Investigador independiente. Ha sido profesor de la Escuela de Filosofía de la PUCE. Autor de libros y artículos de su especialidad.
A Ud. que dice que es investigador, le falta investigar, el correato traiciono a todas las clases, es un grupusculo mafioso que trata de constituirse como nueva oligarquia como alguna vez lo intenaron los Bucaram, Correone y su grupo de buitres han tenido mas exito.