“…porque no se acordaron del pueblo y de la izquierda cuando decidieron explotar el Yasuní, atacar a Intag, atacar a los jóvenes que defienden el Yasuní, no dejar entrar a la Plaza Grande al pueblo que reclama, atacar a Jaime Guevara, atacar a Carlos Zorrilla, enjuiciar a cientos de dirigentes, ofender a los ecologistas, a los indígenas, a las mujeres, oponerse al aborto por violación, criminalizar la protesta social, enjuiciar a los 10 de Luluncoto, a los jóvenes del Central Técnico, cerrar Pacha Mama, atacar a Bonil, Fernando Villavicencio, Klever Jiménez, Carlos Figueroa etc, etc, etc, etc..” Natalia Sierra
Y dice el refrán popular “no hay que recomendar a nadie porque te hacen quedar mal” por eso será que los ecuatorianos no se fían en creer a los recomendados ni en recomendar a nadie. Esto no lo entendió el Mashi ni sus monolíticos adherentes. El inefable, el inmarcesible Rafael se fue con todo al país y PAIS se fue con él y entonces en Machala el hijo del padre gana, en Guayaquil la Viviana pierde y El SUMA causa ¡¡UY ¡¡ al régimen en Quito. El panorama es tétrico y las lagrimas de cocodrilo anuncian la intención de teñirse de rojo (el cocodrilo es verde verdecito), pilche estrategia increíble de andarse vistiéndose de rojo, mas rojo que el mismo Maduro cuando ya nos tenían acostumbrados a una práctica más derechista que la del Capriles.
Que la derecha dizque conspira, claro que si, hace rato y si que se nota, ha conspirado contra el espíritu revolucionario del pueblo que ya no hace huelgas aunque motivos sobren, que no tira piedras aunque sobren volquetas y que debe guardarse de hacer yucas a menos que sea para un encebollado.
La izquierda social, gremial, sindical, ecológica y sexual aporreada por el régimen, por su parte sabe que su triunfo es por ahora solamente la derrota de la farsa y no se deja conmover por el griterío histérico de que hay que impedir que la derecha gane terreno. La izquierda, bien que lo repita, reitera que más de derecha ya no se podía estar y en este enfrentamiento entre la derecha vieja, nueva y remozada dice: no tenemos vela en este entierro. Al gobierno le están dando por donde más duele, por el lado de las encuestas, con su propia medicina, ante la mirada de una izquierda risueña que por ahora festejaría triunfos ajenos a la espera que los disfraces, caigan, los discursos se aclaren y la identidad aflore perdida pero digna.