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sábado, abril 27, 2024

HAY OPCIONES, SIEMPRE HAY OPCIONES: solo que algunas son peores que otras Por Gerard Coffey.

Mauricio Rodas y la primavera del oligarca.  

Puede haber mucho para quejarse en Quito, mucho que hacer y mucho por lo que la administración de Augusto Barrera tiene que responder.

Claro está, no todas las quejas son acertadas. El nuevo aeropuerto no es obra ni legado de Barrera sino de Paco Moncayo, y los problemas que ha ocasionado para una clase media cuyo principal tema de conversación durante muchos años era la falta de un aeropuerto digno, se deben solo en parte a la actual  administración de la ciudad. El tráfico sofocante dentro de la urbe tampoco es obra del candidato a reelección sino directamente relacionado con la mejorada situación económica de la población, y en menor grado al fracasada y perversa política de pico y placa. Por otro lado la delincuencia y la falta de seguridad tiene raíces que evidentemente extienden mucho más allá en el tiempo que el mandato de Augusto Barrera, y pueden incluso corresponder a una economía burbujeante que no es de todos y provoca un agudizado sentimiento de exclusión en sectores marginados, en particular dentro de la gente joven.

No todo es culpa del alcalde de Alianza País, pero quejas hay, y en abundancia: imponer cierto nivel de orden en la ciudad es bueno, pero los tramites demoran y cansan; cobrar $170 por estar mal parqueado fue un claro abuso; el patente es alto (¿no dijeron a puro estilo de vendedor callejero que eran solo diez dolaritos no más?)  y más que regresivo en una ciudad en donde a los sub empleados les toca facturar y por tanto pagar sin importar cuánto ganan; gastar dinero en un metro mientras la gente es tratada de sardinas en el trole o el mal llamado ‘eco-vía’ es pensar al revés; a pesar de la ‘caja común’ los buses siguen correteando, manejados por choferes que – sin afiliación al seguro y seguridad laboral alguna –  pretenden emular a Sebastían Vettel poniendo en peligro la vida de los pasajeros mientras prestan escasa atención al humo negro emitido por sus vehículos que afecta la salud de absolutamente todos los habitantes de la ciudad; el soterramiento de cables en la Mariscal (que aún no sucede) ya lleva dos años, o quizás más, provocando caos y nubes de polvo; la administración no parece entender que seguir genuflexionando frente al auto no resolverá el problema del transporte, que el futuro no puede basarse en el vehículo particular,  o que según la  constitución el municipio no tiene atribuciones impositivas y que una ordenanza no puede modificar una ley orgánica.

Al final el patente y el cobro de multas son nada más que impuestos no diseñados para modificar el comportamiento del ciudadano, (mal estacionarse sí es un abuso) sino para recaudar el dinero que la administración necesita para…? Y aquí nos encontramos con el problema de la transparencia.

Los problemas y su resolución – incluso si vale más un renovado estadio olímpico o mejoras en el sistema de tránsito existente – importan mucho para la gente de la ciudad, gente que a lo mejor no quiere revolución sino vivir con mayor tranquilidad, gente a la que no le importa el Buen Vivir, porque no sabe qué es, sino el vivir bien. Y en una elección normal las preocupaciones comunes y corrientes serían el carne y hueso del debate y definirían la votación. A lo mejor ganaría Barrera. Pero esta no es una elección ‘normal’.

¿Un eje Guayaquil-Quito?

Esta vez la batalla es evidentemente ideológica, entre extrema derecha y extremo centro, y el problema para Augusto Barrera es que formar parte del ‘proyecto’ de Rafael Correa ahora resulta ser una desventaja. El as que el Alcalde Barrera tenía sobre la mesa ha sido devaluado después de unos recientes tiros por la culata propiciados por el presidente, y antes que ayudar su participación está perjudicando. En el mejor de los casos es neutral.

Barrera es un alcalde relativamente anónimo, que debe su puesto a la maquinaria de Alianza País y que no puede mostrarse independiente, porque no lo es. Resulta evidente que la estrategia de escoger a una persona que iba a ocupar el segundo plano relativo al Presidente de la República y ser funcional a la gran estrategia, sencillamente no funcionó. Como me dijeron hace un par de años, el deseo o la necesidad de tener un alcalde carismático e independiente solo demostraba la banalidad de la política. Pero la política sí es una mezcla de lo banal y, a veces, lo idealista. Vale preguntar si había logrado más Galo Chiriboga.  

Ahora es el Presidente de la República tanto como Augusto Barrera que está en la mira de los quiteños. La elección del alcalde no representa precisamente un referéndum sobre el proyecto de Alianza País, pero para muchos sí ofrece una oportunidad de darle una bofetada, un jalón de orejas, a una persona, Rafael Correa, que además de contar con un estilo autoritario últimamente cometió un par de errores. Fue un tiro por la culata convertir en mártir a Boníl (cuya obra no era muy notable y cuya ‘rectificación’ probablemente representa la mejor caricatura de su vida) y  meterse a pelear con los médicos, porque a pesar de tener mucha de la razón, Correa terminó ofendiendo las sensibilidades de muchas familias bien, porque todo el mundo sabe que los médicos, sean lo que fueran sus asociaciones, son gente bien. ¿Salvan vidas no? Y ¿qué familia de clase media no incluye uno o dos médicos? 

Por otro lado corre la idea de que en la política el equilibrio es bueno. Es cierto, a lo menos en teoría o en pequeñas dosis, porque el equilibrio no dura, y mientras no hay candidato duro de izquierda ni fuerza electoral izquierdista que vale, la única fuente de equilibrio es la derecha. Esta misma derecha que fue utilizada por Rafael Correa durante la campaña presidencial para polarizar el debate y eliminar cualquier amenaza que provenía de la izquierda. Puede que la izquierda no haya ofrecido una gran amenaza, pero esa es otra historia. La estrategia le sirvió al Presidente. Ahora llega la cuenta.  

Y una vez entrada la derecha en Quito, derecha de verdad, es fácil imaginar un eje Guayaquil –Quito, con la posible participación de otras ciudades, que se convierta en la base de una resurgente fuerza política a nivel nacional. Chao al Estado, alfombra roja para la empresa privada y la oligarquía. Bienvenidos sean los Isaías, Emilio Palacio, los dueños del Universo, y  por qué no  General Vaca, después de todo solo peleaba por el bien del país ¿o no?    

¿Es Rodas de Derecha?

Era del PSC dijo Rodas, tanto como miembro de una banda de rock (táctica digna de un asesor talentoso y cínico estilo Durán Barba ) así equiparando la banda de rock con el gobierno de Febres Cordero. Dice que es abogado, pero tal vez perdió su verdadera vocación: cómico.

Mientras estudiaba derecho en la Universidad Católica llegó a ser vicepresidente de las juventudes socialcristianas, algo que exige una participación de larga duración en el partido. Fue director de la ONG Ethos, financiado por varias fundaciones de derecha de EE.UU. y cuyos miembros del consejo asesor incluían muchas figuras de la derecha estadounidense con influencia en América latina,  incluyendo entre otros Moses Naím – familiar de los banqueros ecuatorianos Naím Isaías ex-propietarios de Filanbanco, y ex director ejecutivo del Banco Mundial que fue también ministro de Industria y Comercio en Venezuela en la época del “Caracazo”.  

El padre de Mauricio fue diputado del PSC, mientras su hermano Armando Rodas fue director del Banco Popular – cerrado durante la crisis bancaria de 1998 – y también Ministro de Finanzas del ex presidente Palacio, igual que Rafael Correa. Pero ser de derecha y tener parientes acomodados no es un crimen y los hechos y vínculos mencionados no comprueben que Mauricio Rodas sea mala o buena, pero sí sirven para dar pistas sobre sus pensamientos y tendencias políticas. Son  un claro aviso respecto a qué clase de políticas implementaría y qué grupos sociales y económicos favorecería.     

¿Y si Barrera gana?

La gran pregunta es ¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas?[i] La verdad es que, como sucedía con el famoso Príncipe de Dinamarca,  no tengo idea.  La situación es muy compleja. Hay opciones, por supuesto hay opciones, siempre hay opciones, solo que algunas son peores que otras y lo que sí se puede decir sin pelos en la lengua es que la gente que valora la presencia del estado en la vida del país, y que importa la equidad social y que no quiere ver el regreso del neoliberalismo y el dominio de la empresa privada y los banqueros, no debe votar por Mauricio Rodas, así de sencillo.   

Si Barrera logra ganar, el evidente riesgo es que todo siga igual: que los estrategas de Alianza País sepan que al final pueden hacer cualquier cosa y no importará, sus candidatos serán reelegidos; que las voces de los quiteños que claman por un alcalde más independiente, por políticas distintas, o por simplemente ser escuchadas, no sean escuchadas. Y este último punto tiene más peso de lo que se ha dado. Hablamos con frecuencia de lo importante que es que la gente ahora se sienta orgullosa de ser ecuatoriana. Y es cierto. Importa bastante. Y por la misma medida es trascendental sentir que una puede participar en la vida de su ciudad, que las políticas no sean dictadas por el gobierno nacional, es asunto de orgullo definirse como quiteña, como algo distinta, importante, y no ser sino una pieza más en una maquina distante. ¿Escucharía Augusto Barrera? Posiblemente. Escucharía Rafael Correa? Más difícil de imaginar. Tiempos interesantes.  


[i] Soliloquio de Hamlet, traducción de Pombo, Rafael

lalineadefuego
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PENSAMIENTO CRÍTICO
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4 COMENTARIOS

  1. Pocas veces estoy en desacuerdo contigo en tantos puntos, Gerard. En tu análisis de la gestión de Barrera divides los “aciertos” de los “desaciertos”. No es posible hacerlo. Hay que mirar la gestión integralmente: no hay una visión de ciudad, peor un visión de izquierda de ciudad. Hay clientelismo, “obrismo”, fundacionitis y un dominio absoluto del sector inmobiliario en el concejo municipal.

    El presupuesto municipal se ha multiplicado X5 (talvez ese fue uno de los acaboces de Barrera). ¿Qué tiene que mostrar? Una “revolución vial”, de eso es de lo que ahora se jacta, cuando ofreció una revolución ciudadana. Ha gastado alrededor de $800 millones de dólares en vías. No es, entonces, que no es culpa suya el crecimiento del parque vehicular, o más bien y lo que es peor, el crecimiento vehicular que se viene es el que será su responsabilidad. El pico y placa no es una solución mágica. Si no ha funcionado es porque es una herramienta dentro de una filosofía, pero si lo implementas dentro de un esquema filosófico opuesto, por supuesto que estalla.

    Del metro, ni hablemos. Muchos en el municipio deben estar rogando perder para no tener que embarcarse en semejante barbaridad.

    Pero en realidad, como dices, la gestión de Barrera es un tema secundario en esta elección. Aquí se juega el demostrarnos a nosotros mismos que todavía queda un poco de dignidad en el país. Lo que tu llamas eufemísticamente “errores” de Correa son actos de prepotencia y abusos de poder sin antecedentes en la historia reciente y, lo que es peor, precedentes muy peligrosos. ¿Te has dado cuenta de lo que ha pasado estos últimos días? El “proyecto” se ha mostrado de cuerpo entero. ¡No existe límite alguno para la acaparación de hasta el último espacio de poder!

    También te equivocas en creer que las cosas podrán seguir igual después de esta elección. Para empezar, Barrera ya no existe. Ha sido anulado por la prepotencia del presidente, que no distingue entre propios y extraños. Yo no sé si la gente se da entera cuenta de lo que significa para Barrera que lo hayan hecho de lado de esa manera en la campaña. Y que el presidente haya denostado de esa forma su gestión y su personalidad, al punto de pedir que voten, aunque sea, nulo. Gran parte de su gestión ha sido apoyada en un discurso de que, ahora sí, se pagan impuestos. En una mañana el presidente le sienta a Albán en la sabatina, en uno de los episodios más vergonzosos que debe haber tenido la institución de “alcalde de Quito” en su historia, y desbarata todo eso. Si llegara a ganar, ¿qué poquito de dignidad le puede quedar a Barrera para sentarse en el sillón del alcalde? Le tocaría, si mucho, el papel de capataz (más aún de como ya lo ha venido desempeñando). Pero a ratos ya no sé si se dará cuenta siquiera, tan imbuido como se encuentra en ese papel.

    • lo que no entiedo Andres es que en la pràctica no pareces discrepar tanto conmigo, solo que el punto del articulo no es alistar los aciertos y desaciertos de Barrera, cosa que en realidad no hago – digo que no todas las acusaciones tienen asideros – sino discutir si Rodas y si su campaña o su posible subida a la alcaldia seria bueno o malo en general, para Quito sobre todo, y también para el paìs… personalmente creo que seria un retroceso. Es el peor de las opciones, de las alternativas. Dedes mi punto de vista en este eleccion no habrà ganadores. Todos perdemos.

      Los errores de Correa que menciono son errores electorales, y no digo que no hay otros sino que estos no han tenido mayor influencia en el electorado, creo que si hubiera elecciones presidenciales mañana aun gana Correa… aquì en Quito ha pesado lo de Bonil y los mèdicos y el hecho de que, como tu mismo dices, como alcalde Barera no existe: debes leer lo que escribi aquì en lalineadefuego hace un par de años re ‘El alcalde que nunca fue.’

      Con todo la situaciòn es muy triste

      abrazo
      Gerard

  2. A mi me parecen interesantes los aportes de Gerard y de Vallejo, quizá menos novedosos de lo que uno esperaría. Quizá siga siendo importante esta parafernalia crítica a su gestión, no obstante, el punto ya no es descuartizar a Barrera. Imagino no es una campaña en favor de Rodas cuando descuartizamos a Barrera, imagino digo, es el reclamo justo, mínimo, y -siendo más generosos- el ánimo de informar. Cuál es entonces el punto ahora? Mejor dicho preguntémonos, para qué despotricar contra Barrera ahora mismo. Mi hija pequeña me responderá: seguro para que pierda Barrera. Y yo digo, si pierde Barrera es porque gana Rodas. Entonces mas bien el debate a estas alturas, y por pocas horas, tendría que ser en mostrar la oscuridad atrás del posible triunfo ya no de un candidato sin carisma como Barrera, sino del horror de retroceder años para volver a ecuchar a esos políticos que ya en 1999 provocaron la mayor estampida migratoria de nuestar historia.
    Podrá no tener carisma Barrera, importa poco o nada mismo, pero si se le siente que conoce Quito, y un poco de amor tiene por esta ciudad. Rodas podría ser candidato a alcalde, impulsor en una campaña de la coca cola, o vendedor de barbys …seguría hablando igualito (solo que en estas dos últimas tendría más propiedad). Quiero decir, que mas da si no nos gusta la sonrisa de Barrera porque la de Correa se antepone; a mi Rodas sonríe y me parece que las palabras se le escapan ligeras, veloces, buscando más una fuga del cuerpo que una construcción. Soy quiteño y he vivido también en otras capitales del mundo, y he aprendido a valorar el concepto de ciudad, urbanismo, movilidad y espacios públicos, por ejemplo. Si dialogo de esto con Barrera imagino escuchar posiblemente algo novedoso. Si intento dialogar de esto con Rodas …voy a comenzar a pensar que el diálogo no es posible no porque entre los interlocutres haya criterios opuestos sino porque no nos podemos mirar a los ojos.
    Barrera será el menos glamouroso de los candidatos, pero Rodas el candidato de futuro, de avanzada -como el se autoproclama- es el candidato de la era de piedra de la política ecuatoriana; una penosa vuelta al pasado, donde los discursos simplones, insuflados de una nueva gracia trabajada en academias de liderazgo.
    Todo lo que aquí se ha dicho de Barrera y su gestión quizá sea verdad. Pero la verdad misma puede tener perfecto rostro de mentira según el contexto y el tiempo donde caigan las palabras (Si yo voy a decir que Dios no existe (imaginando que es verdad), dentro de una iglesia evangélica, lograré reforzar más la creencia del auditorio, en un perfecto ejemplo de mancomunidad en contra de mi). Alabemos las imperfecciones de Barrera, sus desaciertos y desconciertos. Suena a figura humana. Le podemos criticar y frustranos por la magnitud de nuestras expectativas …una vez creímos en él. Pero a Rodas qué le criticaríamos? Qué le hemos criticado a Gutierrez o a Mahuad? No hay críticas ahí, es el fin de los discursos. Chocamos contra el vacío. Ahí solo nos nació hablar con el cuerpo, sacar a patadas del poder a criaturas barbaramente serviles.
    En otras palabras, en política, el ejercicio de nuestra estética del convivir puede no ser compatible con nuestros gustos. Pero somos colectividades humanas y mi apuesta es por donde un mínimo de humanidad atisba. Barrera el político imperfecto, podría ser moldeado como los dioses, a imagen y necesidad de la urbe ansiada de historia. Rodas es de humo, como las canciones de verano. Una auténtica vergüenza para Quito si tomamos en cuenta nuestra reciente hitoria, de reflexiones y revocaciones.
    Saludos.
    Danilo

  3. “Soy quiteño y he vivido también en otras capitales del mundo, y he aprendido a valorar el concepto de ciudad, urbanismo, movilidad y espacios públicos, por ejemplo. Si dialogo de esto con Barrera imagino escuchar posiblemente algo novedoso”. Si es que esta frase no es ironía concentrada en estado puro, debe ser una ingenuidad descomunal. ¿Es acaso los transportistas públicos han dejado de hacer lo mismo todos los días de la administración de A. Barrera, esto es, vomitar un pésimo servicio condimentado con reggaetón a todo volumen, y con la impunidad garantizada de dos asambleístas/transportistas por el propio movimiento de gobierno? ¿Es que acaso es urbanismo ponerse de rodapiés de los más sórdidos intereses inmobiliarios y económicos aun a costa de destruir el patrimonio de Quito? ¿Los espacios públicos deben ser construidos con plazos de tiempo y con planificación seria o inaugurados con el nombre de parque en medio de una avalancha de propaganda como cuando abrieron el espacio del antiguo aeropuerto? ¿Ciudad? ¿Es lo mismo una ciudad que el espacio electoral clientelar de un tipo que cree que todo es de su propiedad en el país, incluida la ciudad de Quito? Y que para controlarla necesita de un sumiso autómata en la alcaldía. La ciudad no puede y no debe seguir en manos de una seudo revolución que pretende destruir su historia.

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