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LOS TRES PERROS: A PROPÓSITO DE LA MARCHA DEL 17 DE SEPTIEMBRE. Por Boris Amayunka

12 septiembre 2014

Tania tenía seis años. Era blanca y de regular estatura, pero muy alegre y
conocida por andar con el rabo bien parado día y noche. Siempre erguida,
fue la perra guardián de la Confederación de Trabajadores del Ecuador,
CTE; hasta la tarde del pasado lunes en que distraída como era, comió
veneno y empezó a revolcarse dando gritos hasta que tuvimos que ayudarla a
morir. ¿Quién podría estar interesado en matar al perro guardián de la
casa de los trabajadores? Muchos, ciertamente; pues su ausencia deja el
paso libre a ladrones y ladronzuelos de esos que allanan locales
sindicales en busca de información política.

Tania recibió una sepultura casi cristiana en la CTE. Su caso me recuerda
a otros dos perros involucrados a su modo en la lucha política.

Uno se llamaba “Letras” y vivió allá por los años ochenta en el patio de
la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en
Lima, Perú. No se perdía una movilización y marchaba siempre al frente de
la columna de estudiantes. Eso sí, enloquecía cuando en el fragor de la
marcha alguien gritaba: “Pásenme la L”… Eleee gritaban todos. “Pásenme la
E”… Eeeee. “Pásenme la T”… Teeeee, así hasta el final… ¿Què dice?
¡¡¡LETRAS!!! Y como el pobre Letras sentía que lo llamaban cientos de
jóvenes, corría hacia todos lados sin saber a dónde ir.

Defendió a mordiscos a los estudiantes cada vez que la policía quería
detener a alguno de ellos. Recuerdo la vez en que tuvo que pelear con un
perro policía casi dos veces más grande que él. Letras no se acobardó. Se
plantó bien hasta quedar sangrante y con heridas por todos lados.
Pensábamos que Letras se nos moría. Las chicas lo cuidaban y una de ellas
se lo llevó a su casa hasta que se recuperó y ya sano pudo volver a la
facultad. Murió de un balazo en una protesta estudiantil.

El tercer perro fue un traidor y no sé si vivirá. Le pusieron “Presidente
Uribe” de nombre y vivía feliz en un campamento de la guerrilla
colombiana. Era muy valiente y no se asustaba en los tiroteos. Parecía que
le gustaban las balas. Siempre en primera fila se exitaba al lado de los
que más disparaban. Era tan buen amigo que una vez se pensó cambiarle de
nombre pero el día de la emboscada y en medio del combate cuerpo a cuerpo,
vimos cómo el “presidente Uribe” se pasaba al otro lado y se iba con el
Ejército.

Después vivió con ellos y fue un peligro. Guiado por su buen olfato
llevaba a los militares hasta los escondites guerrilleros en la selva. Eso
en el campo. En la ciudad fue más peligroso porque identificada a los que
por algún motivo tenían que bajar a las comunidades. Perro sin criterios
políticos o éticos, el “presidente Uribe” cada vez que reconocía a un
guerrillero se ponía a dar saltos, ladraba y corría hacia su antiguo
compañero, delatándolo para alegría de los soldados colombianos.

FIN

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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